Buenos Aires, 18 febrero (Especial de NA, por Matilde Fierro) – – La sequía no da tregua a los cultivos, especialmente en la región pampeana del país, y logró someter a 13 millones de hectáreas de soja, maíz y girasol que están en una condición de cultivo de regular a mala.
   De rindes se habla en el centro-norte de la provincia de Santa Fe, donde, según el último reporte SEA de la Bolsa de Comercio santafesina y el Ministerio de la Producción provincial, los rendimientos del maíz sufrirán una pérdida de 16 a 18 % en esa región.
   En el país, para el Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, a pesar de las lluvias, el 58% del maíz, 56% de soja y 45% de girasol están entre regular y mala situación.
   Los productores golpeados por la sequía están preocupados porque de acuerdo con un trabajo del sitio Valor Soja "terminarán pagando elevadas retenciones en dólares, aún si logran cosechar 1.500 kilos por hectárea, ya que (en ese caso) tributarán más de 110 dólares".
   En la zona pampeana, una de la más afectadas, los productores agrícolas que este año registrarán quebrantos a causa de la sequía deberán abonar, de todas maneras, un elevado monto en concepto de derechos de exportación.
   Con un precio esperado a cosecha de 278 u$s la tonelada (uno de los cierres del contrato Soja Rosario Mayo 2018 del Mercado a Término de Buenos Aires, MATba), los productores que logren obtener un rinde promedio final de 3.000 kilos por hectárea de soja de primera pagarán 229 dólares la hectárea.
   Eso será a pesar de no llegar a cubrir –con el ingreso total generado– el costo total del cultivo, incluyendo el arrendamiento o costo de oportunidad de la tierra.
   El rinde de indiferencia (el rendimiento que hay que obtener para cubrir los costos totales del cultivo por unidad de superficie) de la soja de primera en la zona norte de Buenos Aires –una de las atravesadas por la seca– se encuentra actualmente en torno a los 3200 kilos por hectárea.
   En tanto, el año pasado, el rinde promedio de soja de primera más de segunda fue de 3640 kilos por hectárea: este año, el resultado será mucho menor en gran parte de los cultivos sojeros.
   Por otra parte, la sequía en nuestro país sigue siendo el principal factor que moviliza los precios. Esta semana, tanto en el mercado local como en Chicago, la oleaginosa continuó por su sendero alcista.
   La harina de soja, de la cual Argentina domina el mercado internacional, lidera las subas en el complejo sojero y en lo que va del año su cotización aumentó US$ 65 la tonelada en Chicago.
   Mientras que la soja en el mercado local de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) ​llegó a 6000 pesos la tonelada, analizaron los economistas de la entidad, Blas Rozadilla y Emilce Terré.
   Con respecto a la evaluación del PAS, el estrés hídrico afecta en mayor medida a lotes de soja que se encuentran entre diferenciación de vainas y comienzo de llenado de grano, mientras que lotes de maíz tardío aún no comenzaron a transitar el período crítico de definición de rendimiento.
   En definitiva, luego de una semana con precipitaciones heterogéneas, la soja continúa transitando etapas críticas frente a una condición de cultivo regular.
   La proyección de producción de la Bolsa porteña se mantiene en 50 millones de toneladas para la campaña en curso de soja, un 13 % inferior al ciclo 2016-2017.
   Por otra parte, los pronósticos climáticos no son alentadores.
  José Luis Aiello, especialista en agro-clima, que asesora a la Bolsa rosarina, aseguró que febrero seguirá siendo esquivo a las lluvias de envergadura.
   Así lo consignó la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR que indicó que en el momento definitorio de la soja, en estos últimos siete días, la provincia de Buenos Aires recibió lluvias superiores a los 30 mm sólo en el 17% de su territorio. En la región núcleo cubrió un escaso 12% de su área.
   Por la sequía, la producción de la región núcleo (sur de Córdoba, parte de Santa Fe y norte bonaerense) caería en casi cuatro millones de toneladas de soja con relación al año pasado.
   Cercada por la falta de agua, la producción de la oleaginosa sería de 16,8 millones de toneladas, contra los 20,6 del ciclo anterior.
   La soja de primera se perfila con rindes de 3300 kilos por hectárea, muy lejos de los 4000 que definía en 2017.
   Mientras que la expectativa en la soja de segunda se desmorona, podría quedar con únicamente 2000 kilos por hectárea. 
 
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