Buenos Aires, 8 septiembre (Especial para NA) — El control de malezas está muy condicionado por la constante aparición de nuevas especies con resistencia o tolerancia a los herbicidas –en particular, al glifosato– y la fuerte presión social que impulsa una baja en el uso de los fitosanitarios por sus efectos ambientales.
En contraposición al sistema tradicional de aplicaciones en cobertura total, el Manejo Sitio Específico de Malezas (MSEM) sólo emplea herbicidas en donde se encuentran.
Mientras que en consecuencia, puede ser una solución o al menos una mejora para ambos condicionantes, facilitando el control y disminuyendo la carga de herbicidas por unidad de superficie, con su implicancia ambiental.
Al aplicar en cobertura total, actuamos en base a una decisión promedio, pero errónea en prácticamente todo el lote, por sub o sobredosificación o por utilizar un herbicida inadecuado.
La consigna es que en cada sitio se aplique el producto adecuado y la dosis adecuada, en el momento adecuado.
El MSEM recorrió dos caminos alternativos: un mapeo de las malezas para luego aplicar sólo donde el GPS lo indique o el uso de sensores. Dadas las dificultades prácticas y económicas para elaborar mapas de malezas y la no disponibilidad de equipos comerciales para las aplicaciones sitio específicas sobre la marcha, se está usando la segunda opción.
Si bien existen dos sistemas de sensores de malezas en el mercado, estamos en los inicios de un largo camino cuyo destino aún es incierto pero, sin dudas, prometedor.
Por su alto costo, para usarlos se debe hacer una previa evaluación económica, pues sólo se amortizarán si se emplean en grandes superficies. Así, en el norte argentino es donde tuvieron más aceptación, con presencia de lotes de grandes dimensiones y mayores períodos de barbecho.
Además, deben ser instalados en equipos de botalones muy estables, porque los movimientos bruscos inciden fuertemente sobre la capacidad de sensado y, por lo tanto, sobre la eficiencia.
Las oscilaciones horizontales –llamadas latigazos– son nocivas: los movimientos de hasta 60 km/hora afectan en forma negativa el funcionamiento del sistema.
El uso de sensores debe estar integrado en el plan de manejo de las malezas, con un monitoreo permanente. Es un sistema que sólo sirve para aplicar herbicidas de contacto en un contexto en el cual, por la constante aparición de malezas tolerantes o resistentes, es cada vez mayor el uso de herbicidas residuales con aplicación en cobertura total.
Esto hace necesario evaluar procesos que contemplen el uso de ambos tipos de herbicidas.
Los sensores de malezas arrastran un inconveniente de base que impide utilizarlos como única herramienta. Si su nivel de sensibilidad es muy alto, el ahorro de herbicidas no es significativo; si es bajo, muchas malezas sin desarrollo suficiente como para ser detectadas, escapan al control y obligan a realizar una aplicación.
Así, es frecuente disponer de un equipo específico para su uso exclusivo con sensores de malezas, en general algo menor que los usuales, y otro convencional para aplicaciones en cobertura total.
Otra alternativa son los equipos de doble tanque y doble línea de aplicación, una para cada tipo. Acá, es conveniente retirarlos superado el período de barbechos, para evitar aplicar con un equipo muy costoso, sin usar toda su potencialidad.
Otro inconveniente con el doble barral es que suele suceder que la línea de cobertura total ensucie la lente de los sensores y afecte su eficiencia. Por ello siempre es preferible que el de cobertura total se encuentre por detrás del de aplicación selectiva.
En los sensores de malezas, la pastilla a utilizar es fundamental.
Lo mejor es el uso de pastillas para aplicaciones en banda, de ángulo estrecho, 45 a 65° y caudales altos, para obtener gotas grandes. Este tipo, sin embargo, suele ser difícil de conseguir y, a veces, solamente es fabricado en bronce, que es de baja durabilidad.
En nuestro país se está desarrollando un nuevo sistema de detección basado en el empleo de cámaras, denominado ECO SNIPER.
Esto abre un camino más complejo, pero además promisorio, ya que en un futuro podría, con un software adecuado, identificar a las diferentes especies de malezas a fin de elegir herbicidas alternativos según el caso. Los ensayos llevados a cabo en el sureste de la provincia de Buenos Aires resultaron muy promisorios.
Lo más valioso de este camino es avanzar hacia el concepto del producto adecuado en el lugar adecuado y eso se relaciona con el desarrollo de sensores de malezas con sistemas de identificación mediante cámaras.
(*) Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) – Instituto de Ingeniería Rural.

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