Buenos Aires, 30 septiembre (PR/18) — La porcinocultura atraviesa hoy en Argentina por un momento de crisis, como otras producciones animales que basan su alimentación en el maíz y la soja, por ejemplo la lechería y la avicultura.
Así lo consignó la especialista María Inés Bianchi del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
“Sin embargo aún en la adversidad podemos avizorar un futuro promisorio, debido a la existencia de varias características estructurales positivas en el sector porcino nacional e internacional”, indicó la autora del análisis.
La carne de cerdo es la fuente de proteína animal de mayor producción y consumo mundial, con 110 millones de toneladas producidas en 2017.
China es el mayor productor, pero también el mayor consumidor e importador de carne porcina, ya que no puede autoabastecer su creciente población con un mejor nivel de vida que consume más proteína animal que en el pasado.
“El fracaso de las negociaciones con USA y el boicot comercial entre ellos, abre una puerta a nuevos proveedores, y así como ya se está exportando carne bovina argentina a China, se podría también exportar carne porcina nacional”, dijo.
En el país, el consumo interno de cerdo, triplicado en los últimos 15 años, ya pasó los 16 kilos, por habitante al año y continúa en alza sostenida, con una proyección de 25 kg para el 2025 según la Asociación Argentina de Productores Porcinos.
Sin embargo el país no se autoabastece, por el gran aumento en el consumo interno, indicador positivo para el futuro de la producción.
Varias circunstancias de la coyuntura nacional coinciden para producir una crisis que se viene agudizando desde hace dos años.
Entre los factores se encuentran el aumento de los gastos fijos, como las tarifas eléctricas, de gas, y el combustible, de gran influencia en producciones intensivas como la porcina.
La reducción del IVA al 10,5% para la venta de capones en pie, que deja al productor con un saldo impositivo a favor y agrava las pérdidas en el sector.
Las importaciones de carne porcina, que vienen en aumento desde 2015, por ejemplo con un 29% de crecimiento entre 2016 y 2017 según cifras oficiales de la Secretaría de Agroindustria de la Nación.
Pero la mayor influencia la tiene el aumento de los costos de la alimentación, que representan un 70% del costo del capón.
“Si en enero de 2015 la relación kg de capón/ kg de maíz era de 10 a 1, en agosto de 2018 estamos en 5,5 a 1”, manifestó la analista.
Así el costo del capón supera su precio de venta y en el sector consideran que el incremento de los costos está directamente influenciado por la devaluación del peso frente al dólar, “ya que los granos pueden cotizar en dólares mientras que el capón se vende en pesos”.

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