Buenos Aires, 12 febrero (Especial de NA, por Matilde Fierro)– 
La venta del trigo por su calidad fracasó como incentivo para los 
productores, en especial los pequeños y medianos, ya que los 
molinos, en su mayoría, se plantaron en el precio de pizarra que 
oscila en los 2.700 pesos la tonelada y no bonificaron. 
   Difícil fue conseguir que pagaran más valor por un trigo de 
calidad en una Argentina donde no hay acopio para segregar el 
cereal. 
   El presidente de la asociación civil Fertilizar, Jorge Bassi, 
había dicho el año pasado: "No podemos hacer trigo de calidad si 
no fertilizamos como corresponde". 
   Así los productores se lanzaron a introducir tecnología y a 
pesar de los eventos climáticos que comenzaron en 2016 con fuertes 
lluvias, se consiguieron algunos trigos de calidad. 
   Por otra parte, las Bolsas de Cereales y de Comercio pusieron a 
las Cámaras Arbitrales a analizar en forma gratuita los datos 
básicos de los trigos de la campaña 2016-2017 para fomentar las 
operaciones. 
   Un productor chico de la zona bonaerense de Pergamino salió a 
vender su trigo entre fines de enero y lo que va de febrero con 
concurrencia a molinos y acopiadores, en un derrotero muy 
frustrante. 
   La calidad de su trigo era bueno: según Agricultores Federados 
Argentinos (AFA), entidad ligada a Federación Agraria Argentina, 
dijo que tenía 10,7 de proteína, peso Hectolítrico de 82,6,  
gluten 24,3 y correcta elasticidad de la masa, es decir p/l de 
0.81. 
   En tanto, la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos 
Aires le había dado 11.3 puntos de proteína, pero debió 
conformarse con los datos más bajos de AFA. 
   Después de ofrecerlo a distintos lugares, llegó a la conclusión 
de que la calidad no se paga y tampoco se bonifica, es imposible 
discutir el precio con los molinos ya que éstos deciden el valor.  
   Según su triste experiencia, una Cámara Arbitral puede decir 
que el trigo analizado tiene una calidad superior, pero sólo 
decide lo que va a pagar, el molino. 
   Finalmente el único "negocio" que consiguió fue enviar su trigo 
a través de AFA a Punta Alvear en el Gran Rosario, a 105 
kilómetros de su campo, con un flete directo que le salió 250 
pesos la tonelada.  
   Esto es lo que pasa cuando hay cinco o seis millones de 
toneladas de trigo argentino de sobreproducción como ocurrió en 
este ciclo y la exportación no se mueve lo suficiente. 
   Para entender: el productor llega con un camión cargado y 
arbitrariamente los molinos dicen "pago tanto, si te gusta bien, 
lo descargo, sino te lo llevás de vuelta con lo que cuesta el 
flete". 
   Por otra parte, el cambio climático determinó que a los 
productores chicos no les conviene guardar en silo-bolsas el trigo 
porque es caro y muy riesgoso ya que en un contexto de altas 
lluvias, el cereal embolsado se puede deteriorar, baja el gluten, 
se humedece, entre otros catastróficos problemas. 
   Los productores reclaman que AFA tenga negocios de alta calidad 
de trigo y acopie por calidad, pero a los Agricultores Federados 
no parece interesarle bonificar y en cambio hace su propio 
negocio. 
   AFA, luego de 12 años de gobierno Kirchnerista, en los que fue 
beneficiado junto con los molineros, no ha producido cambios que 
beneficien al productor chico: los más grandes tienen más fuerza 
de negociación. 
   En el caso de la multinacional Cargill, ofrece el programa del 
trigo "Proteo", calidad panadera, clase 1, por el que entrega la 
semilla al productor y bonifica esa producción a 20 dólares más 
que el precio de mercado por tonelada. 
   La realidad es que producir trigo lejos de los puertos es 
prácticamente inviable y cuando el Gobierno quiera realmente que 
el productor genere calidad, deberá tener resueltos varios puntos: 
caminos, acopios para segregar, arreglar que los molinos no tengan 
como rehenes a los agricultores y efectuar más negocios para 
exportar trigo de calidad. 
   El jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindustria, 
Guillermo Bernaudo, reconoció el año pasado en un auditorio de la 
Universidad de Belgrano, que todavía no está lista en el país la 
infraestructura para dividir, acopiar y vender por calidad y que 
el productor, sobre todo, debía encontrar una solución para esto.  
 
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