Desde la unificada Secretaría de Agricultura Familiar, Coordinación y Desarrollo Territorial, adelantaron que pretenden crear un sello distintivo para los bienes del sector. Además, la marca ofrecerá información sobre los procesos de elaboración.
 
La revalorización de la producción artesanal, el auge en el consumo de productos orgánicos y la búsqueda de modos de vida saludables representan nuevas oportunidades para la agricultura familiar. Desde mediados de los 80, con el surgimiento de la filosofía del slow food en Italia –en respuesta al fast food norteamericano- la preferencia por alimentos y hábitos naturales fue ganando peso.
 
En Argentina, la tendencia se refleja, por ejemplo, en la expansión de la horticultura periurbana en las últimas décadas y en la multiplicación de mercados y canales de venta de esos productos en las grandes ciudades. Por esta razón, para aprovechar esta demanda y potenciar la actividad del sector, una de los programas a cargo de la Secretaría de Agricultura Familiar, Coordinación y Desarrollo Territorial contempla incorporar una marca distintiva para la producción familiar.
 
“Ya tuvimos reuniones con el Concejo de la Agricultura Familiar para implementar un sello que identifique a los productos, que creemos que va a ser muy útil para la comercialización, uno de los grandes problemas del sector”, adelantó Santiago Hardie, a cargo de la antigua secretaría de Desarrollo Territorial, que desde el 2 de mayo (a través del decreto 302/17) se fusionó con la ex secretaría de Agricultura Familiar.
 
“En general, los alimentos de la AF tienden a ser más orgánicos, representan mucho más al lugar donde se producen; tienen toda una cuestión cultural e histórica detrás, aunque en algunos casos también se utilicen fertilizantes. Por eso, además del sello, estamos trabajando en elaborar protocolos para que quede claro cómo son producidos cada uno de esos alimentos y que los consumidores pueda saberlo”, detalló el funcionario.
 
Y en relación a las posibilidades que se abren por el auge de lo orgánico, agregó: “Hay un montón de gente que quiere consumir otro tipo de alimentos y eso representa una oportunidad grande para el sector, donde puede agregar valor agregado a lo que produce. Tenemos que trabajar para visibilizarlo y aprovechar ese nicho”.
 
Más allá de esta estrategia de comercialización, la última reestructuración de la antigua secretaría de Agricultura Familiar –­­desde la renuncia de Oscar Alloatti, en octubre, estaba sin director- genera preocupación entre distintos sectores del área: interpretan que la fusión representa una reducción de recursos para los productores más pequeños.
 
Sobre este punto, Hardie aseguró que la medida va a “potenciar”lo que se hacía en ambas dependencias, poniendo el foco en la Agricultura Familiar. “Estamos trabajando en programas de créditos, para que los pequeños productores puedan incorporar tecnología, capacitación; programas de acceso al agua, entrega de semillas”, puntualizó el secretario.
UN SECTOR CON POCA INFORMACIÓN SOBRE SU COMPOSICIÓN
 
La elaboración de indicadores confiables es otra necesidad de la agricultura familiar. Desde la propia Secretaría de Agricultura Familiar resaltaron la carencia de estadísticas, y la intención de elaborar un censo agropecuario junto al INDEC.
 
El último censo agrario fue elaborado en 2002. Según Guido Prividera, sociólogo e investigador del IPAF Región Pampeana del INTA, “el otro intento de realizar un censo fue en 2008, pero se vio atravesado por el conflicto que originó la Resolución 125 para las retenciones móviles y tuvo pocas respuesta”.
 
Para suplir la carencia estadística, Prividera trabajó en la compilación La agricultura familiar en la Argentina: diferentes abordajes para su estudio, publicada por el INTA en 2013, informe que contiene los datos más actualizados, aunque aproximados, de esa área productiva. “El cálculo que tenemos es que el 66% de los productores del país son familiares, y tiene el 13% de la tierra. Sin embargo, se trata de un universo heterogéneo con grandes contrastes según la región de país que se estudie”, señaló el analista.
 
Además, y al igual que Santiago Hardie, Prividera considera que la agricultura familiar puede potenciarse gracias a la revalorización de los productos agroecológicos. “En 10 años pasamos de tener una crisis de demanda a tener una crisis de oferta. Antes, tenías productores agroecológicos que no tenían donde vender y quien compre sus alimentos. Hoy es al revés. Y además, el nivel de masividad que tiene ese consumo hizo que la diferencia que había en los precios se empareje”, concluyó el sociólogo.
Autor: Nicolas Pawlusiak