Por Matilde Fierro.
Buenos Aires, 23 junio (Especial de NA) — La contaminación de un alimento puede producirse en cualquier momento de la cadena alimentaria y la Argentina en inocuidad alimenticia se encuentra en el medio entre los países desarrollados y los subdesarrollados con un sistema de prevención robusto.
Una batería de campañas y de medidas dedica la cartera de Agroindustria para lograr la inocuidad desde la producción primaria, su elaboración a nivel industrial, hasta cuando se prepara la comida en el hogar.
De acuerdo con estadísticas elaboradas por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica, el 40% de los brotes de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA) reportados en la Argentina ocurren en el hogar.
Una de las ETA más comunes en el Síndrome Urémico Hemolítico (S.U.H), habitualmente causado por la bacteria Escherichia coli, que produce una toxina virulenta en el intestino cuando se ingieren alimentos contaminados y que en menores de cinco años puede ser mortal.
Agroindustria recomienda cocinar completamente la carne, mantener separados los productos crudos de los cocidos, lavar siempre los alimentos con agua potable y preservarlos en la heladera a menos de 5 grados, cuidando de que no pierdan la cadena de frío. .
Nicolás Winter, coordinador general de la Dirección nacional de Inocuidad y Calidad agroalimentaria, que revista en el Senasa, en diálogo con NA, sostuvo que la inocuidad de alimentos es amplia y “con un universo que va desde productos primarios, los procesados, hasta el hogar”.
Destacó que “en el mundo, la fabricación química de aditivos y conservantes hacen a la inocuidad microbiológica, lo que significa salud para el consumidor” y que en Argentina “pasan por un registro”.
Para Winter tanto en lo vegetal y animal, “lo microbiológico es la clave en lo que es el riesgo en el consumidor y ahí lo importante es la buena práctica, el control de los procesos y las certificaciones”.
Manifestó a Noticias Argentinas que en el Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) la clave es “certificar los procesos como inocuos trabajando con los productores”, entre otros.
Respecto de la inocuidad en los alimentos, consignó que “la debilidad en el sistema argentino” es que el esfuerzo que se realiza a nivel federal “no coincide muchas veces con lo desarrollado en el ámbito intraprovincial o municipal”.
Ocurre que en varias oportunidades, las autoridades que son locales muestran diferencia entre “el rigor con que es aplicada la norma: son controles más livianos que los que aplican a nivel federal”.
La operación de una planta, la faena animal, los aspectos de inocuidad son articulación del personal de Senasa: “Todo el tiempo hay intervenciones, hay suspensiones de servicio. No nos sorprende encontrar un establecimiento en falta y clausurarlo”, dijo.
Además señaló que “la inocuidad es básica” y por ejemplo en el alimento radica en “cortar la carne cruda, no lavar la tabla y luego cortar la ensalada encima y el chico se enferma con Sindrome Urémico”. .
“Si yo compro en una carnicería que no cumple con las normas yo soy cómplice”, consignó.
El viernes 7 de junio pasado se celebró por primera vez el “Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos” (DMIA) proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) el 20 de diciembre de 2018, a través de la Resolución A/RES/73/250.
La Secretaría de Gobierno de Agroindustria, se había sumado a la campaña mundial de concientización sobre la inocuidad de los alimentos.
A través de esta iniciativa, se busca llamar la atención e inspirar acciones que ayuden a prevenir, detectar y gestionar los riesgos transmitidos por los alimentos, contribuyendo a la seguridad alimentaria, la salud humana, la prosperidad económica, la agricultura, el acceso a los mercados, el turismo y el desarrollo sostenible.
Entre los llamamientos se incluye el “cultivo de alimentos inocuos”: los productores agrícolas y de alimentos tienen que adoptar buenas prácticas.
Hay trabajo articulado entre la Nación, las Provincias y el sector privado para actualizar la normativa alimentaria, tanto a nivel nacional (Comisión Nacional de Alimentos), como regional (Mercosur) e internacional (Codex Alimentarius), en la búsqueda de marcos regulatorios razonables y modernos, que acompañen la innovación y desarrollo tecnológico.
En el año 2018 se aprobó, el Programa Nacional de Buenas Prácticas Agrícolas Sustentables (BPAS) en productos frutihortícolas, con el objetivo de fortalecer la inocuidad de los alimentos, como también la preservación y el manejo racional de los recursos suelo, agua y energía.
Se suma además, el nuevo curso virtual de “Manipulación segura de los alimentos”.
Además, se trabaja en forma permanente con la Secretaría de Gobierno de Salud para promover el desarrollo de alimentos más saludables por parte de la industria, y la incorporación en la dieta de frutas y hortalizas para lograr una mayor ingesta, acorde a las recomendaciones de los organismos internacionales.
Así desde hace dos años se lleva adelante bajo la coordinación de Agroindustria, la campaña Más Frutas y Verduras.
También se opera a través del Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos.
Recientemente, el Senasa lanzó la campaña “Alimentos saludables”, que apunta a fomentar el consumo de alimentos con beneficios nutricionales y concientizar sobre los controles que realiza el Organismo para garantizar su inocuidad.
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