Buenos Aires, 10 diciembre (PR/19) — En su juventud Ricardo Parra vivía viajando en avión, de estricto traje y corbata, como asesor financiero de una corporación internacional. Pero eso ya es historia: ahora el empresario alimentario y presidente del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO) viste ( y vive) de manera descontracturada.
En el año 2000, cuando aún no había cumplido 30 años, fue nombrado gerente financiero de American Bank Note Company (ABN), donde le tocó gestionar la crisis de 2001/02, luego de la cual, frente al éxito obtenido, fue enviado a diferentes filiales del grupo como bombero especializado en apagar incendios financieros. Hasta que un día se cansó. Volvió a su lugar de origen, el pueblo bonaerense de Gral. Las Heras, para realizar una tecnicatura en apicultura e iniciar su propio emprendimiento productivo. “La apicultura es muy atrapante, una cosa es contarlo y otra cosa es vivirlo. Empecé con 10 colmenas y ahora tengo 1200”, indica Ricardo.
¿Podés vivir de la apicultura?
RP: Vivo de la producción primaria y del procesamiento con las variables presentes en la Argentina. En miel tenemos integración vertical: producimos, fraccionamos y comercializamos; en mermeladas y dulce de leche compramos frutas y leche orgánica.
¿Es muy difícil vivir sólo de la producción?
RP: Creo que sí. En escalas pequeñas es muy difícil alcanzar el punto de equilibrio.
¿Por qué orgánico y no convencional?
RP: siempre tuve una mirada poco amigable con lo extensivo desde el lugar del arraigo. Fui conociendo con el tiempo gente que lo extensivo lo alejó de su lugar, más allá del tema del cuidado ambiental, que no es menor. Conozco familias que empezaron a alquilar su campo, los hijos se fueron a la ciudad y se desintegraron.
¿Vivís en el campo?
RP: Vivo a la salida del pueblo de Gral. Las Heras, cerca de la planta de elaboración (de su empresa Las Quinas). Ahí es donde empecé a ver que lo orgánico me resultó fácil entenderlo por el arraigo y el cuidado del medio ambiente.
En producciones intensivas, sí, pero en producciones extensivas no es tan sencillo lo orgánico; es una tarea bastante difícil.
RP: Estamos de acuerdo. Los chicos del grupo Pampa Orgánica hace un muy buen trabajo y abren la tranquera para poder ir a verlos. Tiene mucha complicación, especialmente porque todo el bicherío se te viene cuando se fumiga al lado. Si se aplicara en un área más extensa, sería más fácil.
La producción orgánica está certificada. Pero han aparecido emprendimientos que se denominan agroecológicos que no tienen ningún tipo de certificación. ¿Cómo lo ven eso ustedes? ¿No genera confusión?
RP: Es uno de los dilemas narrativos que están dando vuelta: cómo contar la nuestro sin agredir a otros que están haciendo una búsqueda y que no están normados. La certificación, que un tercero avale tu producción, es importante. Argentina tiene la equivalencia internacional más elevada en orgánicos. Nuestra actividad está regida por la Ley 25.127, que designa al Senasa (como autoridad de aplicación) y ese organismo designa a su vez a las certificadoras orgánicas. Conozco muchísima gente del mundo agroecológico y siempre les digo que diseñen una norma porque eso los va a ayudar; todo lo que se haga para que lo trucho esté más acorralado, ayuda. Si el para qué es el mismo, buenísima la agroecología.
La diferencia de precio entre los productos orgánicos respecto de los convencionales, ¿se debe al costo de la certificación?
RP: el aspecto principal de esa cuestión es que el productor orgánico está registrado, con lo que eso significa. La certificación orgánica no es cara. Pero, para poder ser orgánico, es necesario contar con todos los registros vigentes.
Lo que estás diciendo es que al estar completamente registrado en términos impositivos, regulatorios y sanitarios pagás y cumplís con todo lo vigente y quizás tengas que competir con gente que no esté en las mismas condiciones…
RP: quizás pase eso. Tiene que haber un control del Estado: si se hace o no, eso nos excede. Después está el tema de la cadena comercial. El arándano convencional hoy está 110 pesos (el kilogramo) y el orgánico está 140 pesos, pero si vas a un góndola y ves el orgánico muchísimo mas caro, algo pasó. El transporte es más caro porque es orgánico, pero porque tiene que ser un transporte registrado y el vehículo debe estar limpio. Me dicen pierdo dos horas limpiando el vehículo, pero, ¿cómo llevás lo otro? ¿Sin limpiar? Bienvenida sea la limpieza: es tu deber como transportista de alimentos.
Con la certificación, más allá de que sea orgánica, empiezan a evidenciarse cuestiones que deberían ser la norma pero que no siempre es el caso.
RP: Exacto.
¿Cómo está posicionada la Argentina en el ámbito internacional en lo que respecta a productos orgánicos?
RP: El mundo orgánico argentino nació a partir de exportadores que vendían alimentos en el mundo y de repente empezaron a tener demanda de orgánicos, se daban vuelta y buscaban interesados en el sector de la producción.
O sea que se inició por la demanda europea.
RP: Claro, si acá no existía la demanda. Hoy se exporta el 98% de la producción orgánica argentina. Estoy trabajando en MAPO para que en la mesa de los argentinos haya siempre productos orgánicos. Nuestro sector está armado para realizar negocios externos: tenemos que trabajar para desarrollar el mercado interno. Muchas veces hay productores que no se meten en lo orgánico porque al no tener demanda interna y tener que exportar, necesitan tener un volumen grande para poder exportar por cuenta propia, porque de lo contrario deberían recurrir a un exportador y eso no le sirve; si hubiese mercado interno, eso no pasaría y además promovería pertenencia y arraigo. Así empezó el movimiento orgánico en la Argentina. El mundo tiene tres niveles de equivalencias: la más elevada, que son los estándares de la Unión Europea, Suiza, Japón, la Argentina y alguno más; una intermedia, que es la NOP (National Organic Program) de EE.UU.; y la tercera que es la de países del centro de África o Centroamérica para productos tales como cacao, café o frutos secos. El mundo está en estos momentos en el dilema de los multi-ingredientes; por ejemplo, Suiza tiene un estándar alto, pero elabora chocolates que con cacao que proviene de Costa de Marfil, ¿eso es chocolate suizo? Para mí no. La norma argentina es equivalente a la europea. Con EE.UU. la certificación se hace entre privados, de manera tal que los productos hacia ese destino salen de la Argentina como convencionales y llegan como orgánicos; en eso estamos buscando que USDA y Senasa establezcan equivalencias.
O sea que el producto destinado a EE.UU. salga directamente como orgánico.
RP: Exactamente. Y después otra cuestión es si queremos que entren orgánicos de terceros países, como cacao o café, que sería genial tener en el país. Una solución para eso sería que viaje un certificador argentino al lugar de origen de la mercadería y establezca los criterios para que se apliquen las mismas exigencias que se aplican en la Argentina, para poder así iniciar una importación.
¿Exportás la mayor parte de tu producción?
RP: si bien empecé exportando mucho, actualmente estoy vendiendo la mayor parte en el mercado interno. Hoy si consideramos los productos orgánicos y NOP, estamos entre 600 y 700 millones de dólares por año de exportación, que es un montón. Volviendo a lo que hablábamos antes, si miramos el último Censo Agropecuario (CNA 2018), muestra una mayor concentración de la tierra…
Ese es un fenómeno mundial
RP: sí, pero no me entrego a eso. No está bueno.
Lo extensivo, con la producción de commodities, es complementario a lo intensivo y la enorme multiplicidad de alimentos que pueden elaborarse en las diferentes regiones…
RP: de acuerdo. Pero si vos me decís en qué lugar pondría más el ojo, sería en lo intensivo para tratar de mejorarlo. Estuve en muchas provincias visitando productores orgánicos…
¿Los socios del MAPO están en todas las provincias?
RP: hace 25 años que está MAPO con presencia de empresas en casi todas las provincias argentinas. En muchas zonas no se produce más por falta de equipamiento y capacitación. Los dos sistemas (extensivo e intensivo) deben estar. EE.UU. tiene un consumo muy elevado de orgánico, y de comida pasaron a energías renovables, cosmética, indumentaria…
EE.UU. tiene supermercados enormes dedicados solamente a productos orgánicos.
RP: sí, donde venden hasta detergentes y trapos de piso orgánicos. Y en Europa, Carrefour implementó los biomarkets, pero son unidades barriales más pequeñas. Lo que yo peleo, y lo voy a hacer siempre, es que para que INTA, INTI y el Ministerio de Agricultura, (Ganadería y Pesca) le presten más atención a este sector, que está para crecer y dar soluciones. El mundo va para la elaboración de alimentos con cuidado del medio ambiente: eso es lo orgánico. Si un campo en una zona periurbana no puede aplicar, está liquidado, entonces la solución es lo orgánico.
¿MAPO trabajó en alguno de esos casos de conflicto?
RP: sí, en la zona de Trenque Lauquen, por ejemplo; también en Marcos Paz y Entre Ríos. Hay soluciones. Eso además permite solucionar el problema de la “importación”; Trenque Lauquen, por ejemplo, traía fruta y verdura del Mercado Central (de la Ciudad de Buenos Aires). Argentina es increíble en ese sentido. Lo orgánico creo que es la solución. Pero el talibanismo no sirve en ningún lado. Cuando me pongo a hablar con un fundamentalista, de lo que sea, me aburre.
Fuente: Valor Soja
Primicias Rurales