A un mes de su asunción, continúan las negociaciones por los ministerios que permanecen vacantes. Pero el Presidente ya oficializó decenas de nombramientos en el Estado para retribuirles el apoyo a sus principales socios:
Cristina Kirchner, Sergio Massa y los gobernadores e intendentes bonaerenses del PJ. También hubo guiños a los gremios, los movimientos sociales y Roberto Lavagna.
Al diseñar su esquema de gestión, Fernández reservó los lugares centrales de la administración nacional para dirigentes de su extrema confianza. Es el caso del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, o del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, “alter ego” del Presidente, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, una escudera de Fernández. Otros “albertistas” ocupan cargos sensibles: Matías Kulfas (Producción); Marcela Losardo (Justicia); Felipe Solá (Cancillería) y Claudio Moroni (Trabajo). En el área económica también hay hombres cercanos al Presidente, como Miguel Pesce (Banco Central) y Guillermo Nielsen (YPF).
Cristina Kirchner, principal aliada de Fernández, no solo acumuló poder en el Congreso, sino que también tiene representantes en el Gabinete, como Eduardo De Pedro (Interior), Agustín Rossi (Defensa) o Juan Cabandié (Ambiente), y ostenta el dominio de las cajas más importantes del Estado. En paralelo, ganó influencia en áreas clave de la Justicia y de inteligencia.
Asimismo, en el reparto de cargos, La Cámpora se quedó con la conducción de PAMI, donde manda Luana Volnovich, y la presidencia de Aerolíneas Argentinas, con Pablo Ceriani. En la órbita de la AFIP, la exsenadora Virginia García tomó las riendas de la Dirección General Impositiva (DGI). En tanto, Laura Alonso fue designada secretaria de Inclusión Social; María Florencia Carignano, directora nacional de Migraciones, y Josefina Kelly Neila, como secretaria en el Ministerio de las Mujeres, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta, exabogada de Milagro Sala.
Otros leales a Cristina Kirchner volvieron a ocupar altos cargos en el Estado con Fernández, como Mercedes Marcó del Pont (AFIP), Alejandro Vanoli (Anses), Carlos Zannini (Procuración del Tesoro) y Martín Sabbatella (Acumar).
El kirchnerismo también ubicó a sus espadas en áreas estratégicas. Martín Mena es el número dos de Losardo en la cartera de Justicia y Cristina Caamaño quedó al frente de la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Además, Gerónimo Ustarroz desembarcó en el Consejo de la Magistratura, Félix Crous fue seleccionado para encabezar la Oficina Anticorrupción (OA) y Mariana Quevedo, para ser vicetitular de la Unidad de Información Financiera (UIF).
Sergio Massa, que preside la Cámara de Diputados, recuperó terreno. Mario Meoni fue designado para conducir el Ministerio de Transporte y la designación de su esposa, Malena Galmarini como titular de Aysa.
Varios dirigentes massistas quedaron al frente de puestos importantes del organigrama: Martín Marinucci (Trenes Argentinos); Damián Contreras (Desarrollo de Capital Humano Ferroviario); Ricardo Lissalde (Administración de Infraestructura Ferroviaria S.E.); y José Arteaga (CNRT).
A su vez, Massa exhibe a Diana Saiegh, presidenta del Fondo Nacional de las Artes, y Javier Faroni, director en Aerolíneas Argentinas. Si bien aún no se oficializó, Claudio Ambrosini, asesor e histórico vocero del tigrense, presidiría el Enacom y Mónica Litza sería vice del Correo Argentino.
Como Massa, los gobernadores del PJ recuperaron espacio y se quedaron con algunos casilleros, pero tuvieron mucho menor injerencia que Cristina. Luis Basterra, ligado a Gildo Insfrán (Formosa), fue nombrado ministro de Agricultura. Y Sergio Uñac (San Juan) logró colocar a Alberto Valentín Hensel como secretario de Minería, y a Sylvia Gimbernat, como subsecretaria de Política Minera.
Juan Manzur (Tucumán), quien pretendía influir en el área de Salud, puso a Jorge Neme como secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería. En tanto, Gustavo Bordet (Entre Ríos) ubicó a Enrique Cresto como titular del Ente Nacional de Obras Hídricas y de Saneamiento (Enhosa). Y dos hombres ligados al senador cordobés del PJ, Carlos Caserio, desembarcaron en la cartera de Meoni: Walter Saieg (Secretario de Gestión de Transporte) y Gabriel Bermúdez (Subsecretario de Transporte). En el Ministerio de Turismo hay representantes de Catamarca y Santiago del Estero, como Yanina Martínez (secretaria de Promoción Turística) y Ricardo Sosa (secretario ejecutivo del INPROTUR). La gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, tiene aliados en Desarrollo Social, como Mirta Soraire o Gabriel Lerner.
Entre los intendentes bonaerenses del PJ que llegaron a la Casa Rosada se destacan Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas, y Leonardo Nardini, vice de Aysa.
En el diseño de su gobierno, Fernández le hizo guiños a Lavagna, a quien tienta para presidir el Consejo Económico Social. Convocó a Marco Lavagna para que se siente en el sillón del Indec, y Zenón Biagosch, del riñón del exministro, en el directorio del Banco Central. Hay más casos: Rodolfo Gil será embajador en Portugal, y Matías Tombolini, excandidato porteño del lavagnismo, quedó como vice del Banco Nación. En el nuevo organigrama del Estado también aparecen varios randazzistas.
El reparto de cargos entre los sindicatos fue pobre y dispar, aunque hubo un sector claramente favorecido: Los Gordos, que lideran Héctor Daer, jefe de la CGT, y el mercantil Armando Cavalieri, ambos rivales de Moyano. Ubicaron a Alberto Tomassone, abogado del Sindicato de Empleados de Comercio, como virtual número dos de Moroni en Trabajo. En otro cargo estratégico de esa cartera, como la Dirección de Asociaciones Sindicales, el taxista Omar Viviani puso a Mónica Rissotto, abogada de su sindicato.
Por último, Fernández también les hizo lugar a las organizaciones sociales, privilegiando al Movimiento Evita. Dos referentes de esa agrupación fueron designados en el Gabinete: Emilio Pérsico, secretario de Economía Social, y Fernando “Chino” Navarro, secretario de Relaciones Parlamentarias.
Fuente: La Nación
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