Buenos Aires, 14 de julio (PR/21) .– El Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo (CINCAP) resalta algunos de los beneficios de la inclusión de este tipo de carne entre los primeros alimentos, tanto por su perfil de nutrientes como por sus características sensoriales.
En la actualidad, se considera que el momento oportuno para comenzar a dar alimentos distintos a la leche materna o de fórmula a niños sanos nacidos a término es a partir de los 6 meses de vida.
Luego de este momento, la leche materna por sí sola deja de ser suficiente para cubrir las necesidades nutricionales de los lactantes. Además, tanto el organismo del bebé como su desarrollo motor están en general lo suficientemente maduros como para procesar otras comidas.
Los primeros alimentos tienen una función “educativa” ya que permiten al niño explorar nuevas texturas y sabores, al tiempo que contribuyen al desarrollo de habilidades masticatorias y deglutorias.
La carne de pollo es tierna por naturaleza, por lo tanto, es ideal para incorporar en forma desmenuzada en papillas, como así también para ofrecer luego en pequeños trozos que el niño puede tomar con sus propias manos.
Por otro lado, su sabor suave hace que sea fácilmente aceptado, al tiempo que permite combinarlo con todo tipo de alimentos y condimentos adecuados para la edad, si la idea es realizar preparaciones variadas y atractivas.
En cuanto a su valor nutricional, ofrece proteínas de óptima calidad y de muy fácil digestión, indispensables para el crecimiento. Aporta numerosas vitaminas del complejo B y tiene hierro de fácil absorción, un nutriente crítico en este período de la vida, al igual que el zinc.
Es habitual comenzar a darle a los bebés puré de banana, manzana, pera o duraznos, así como papillas de papa, batata, calabaza, zanahoria y polenta, entre otros. Ya desde este momento, puede ofrecerse una cucharada sopera de carnes magras como carne de pollo, ya sea hervida, al horno o a la plancha sin costra, desmenuzada o rallada.
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