Entrevista a José Pepe Mujíca
Buenos Aires, 21 de setiembre (PR/21) .– José “Pepe” Mujica participó de una conferencia de prensa virtual organizada por estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicación en la que habló sobre la difícil coyuntura política que atraviesa la Argentina. “No me parece que favorezca mucho al pueblo argentino. Lo primero que habría que hacer es un llamado a la cordura. La Argentina necesita un gobierno que funcione hoy, después está la cuestión del rumbo”, sostuvo.
El expresidente uruguayo y líder del Frente Amplio también manifestó su opinión sobre el peronismo en medio de la tensión desarrollada entre líderes del Frente de Todos. “Cuando uno mira desde acá, nunca se sabe lo qué es el peronismo. Es una categoría especial, propia de la Argentina. El peronismo es una cosa entre corriente política y mística”, dijo Mujica en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—¿Cómo analiza el escenario político argentino, en medio de la tensión que se vive en el gobierno del Frente de Todos?
—Han habido algunas discrepancias de rumbo, probablemente, han sido muy fuertes. Y se exteriorizan ahora por las circunstancias políticas que se han dado. No creo que favorezca mucho al pueblo argentino; sí a la crisis económica, que tiene larga data y que se le superpone la pandemia. Encima, el pueblo argentino tiene que encontrarse con un gobierno afectado por una crisis institucional de carácter interno, eso un problema. No me parece que favorezca mucho al pueblo argentino. Lo primero que hay que hacer es un llamado a la cordura, a pensar las decisiones un par de veces. Porque la Argentina necesita un gobierno que funcione hoy, después está la cuestión del rumbo. Argentina precisaría que haya gente importante que se dedique por 15 días a tomar mate juntos en lugar de putearse y ver si pueden encontrar media docena de puntos que se transformen en políticas de Estado de mediano plazo. Veo que hay una actitud refundacional ante cada escollo importante que se presenta. Me duele mucho el pueblo argentino. Porque la historia me enseñó lo siguiente: cuando a los argentinos les va bien, a nosotros nos va bien y al revés.
—Hace unos años usted declaró que fue difícil relacionarse con Cristina Kirchner por el fuerte carácter de la vicepresidenta. ¿Qué puede decir ahora sobre la relación entre Alberto Fernández y Cristina?
—Yo pude haber dicho eso, pero yo también soy un viejo insoportable. Trato de ser objetivo. Así que vamos despacito con las piedras. Cuando uno mira desde acá, nunca se sabe lo qué es el peronismo. Es una categoría especial, propia de la Argentina. El peronismo es una cosa entre corriente política y mística, con un proceso histórico notable y que tiene de todo, por su conformación, por ese carácter híbrido que tiene de ser, de tener cuestiones casi religiosas, como la adoración a Evita, por ejemplo. Para los uruguayos es difícil de entender. Pero que ese animal existe, existe y el que no lo ve… No me parece recomendable para ningún gobierno chocar de frente con eso, sino que es parte de la realidad que hay que reconocer. Dentro de eso está Cristina, está Alberto, están muchas otras cosas, a veces, hasta contradictorias. Pero, en política, hay que acostumbrarse a que existen esas cosas, porque al revés, de este lado del río, siguen vivitos y coleando los dos partidos fundacionales del país. Nunca fueron partidos, fueron frentes. Siempre tuvieron una especie de derecha, un centro y una izquierda adentro y en conflicto.
—¿Qué mensaje le gustaría enviarle a Alberto Fernández?
—Lo primero un abrazo, un afecto. Creo que él empezó la campaña electoral en la puerta de mi casa. Vino a visitarme y recuerdo bien que le dije: “Qué changa que te agarraste”. Naturalmente, era consciente del cuadro que llegaba y encima le cae la pandemia. Entonces, agarrarlo como cabeza de turco, es también relativamente injusto. No quiere decir que no tenga responsabilidad, porque cada cual se mete en el baile a conciencia. Pero, objetivamente, para nada el cuadro que se le presentó era sencillo, porque los obstáculos se multiplicaron con la pandemia. Y, claro, la gente no tiene por qué tener presente estas cosas. Alberto es mi amigo, por eso lo acompaño en el sentimiento.
—Antes mencionó que le duele el pueblo argentino y señaló la agresión que está habiendo en la lucha política ¿Tiene miedo que esta tensión derive en una situación más grave?
—Hay un estilo incorporado que no tiene nada que ver con el estilo de construcción positiva desde el punto de vista práctico. Con el adversario político en un régimen, que pretende ser democrático, se impone el diálogo y la relación humana. A la diferencia de ideas se le suma un capítulo de subjetividades que nos separa, entonces, esa lucha se hace irracional, porque toma un tinte crudamente emocional y así no se puede discutir. Adquiere el carácter de hinchada de fútbol y no es lo que debiera ser: una discusión de ideas, un intento de zurcir, de remendar heridas.
—¿Cree que la política en Argentina se parece a una hinchada de fútbol?
—Por momentos sí, por la agresividad que denota. Esas son cosas del corazón y no de la mente.
—¿En relación al resultado electoral del último domingo y la crisis que atraviesa el oficialismo, usted cree que el Presidente podrá completar su mandato?
—Todo va a depender de ustedes, los argentinos. No les va a hacer ninguna imagen buena, todo lo contrario. Los gobiernos se pueden ir en helicóptero, pero no son los gobiernos los que pagan el costo, el costo lo paga la gente en la calle. Si hubiera una oposición que mirara lejos, se trataría de sostener la realidad institucional. Se intentará cambiarla cuando corresponde pero no precipitarla porque eso creo que afecta a la Argentina. Mi respuesta es pacata porque soy uruguayo, pero nosotros hemos tenido crisis y hemos tratado de darle una salida institucional, más que una aventura.
—Recientemente algunos referentes de la oposición, anunciaron el fin de los gobiernos populistas en la Argentina. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—Se puede tener alegría coyuntural por un evento electoral que surgió favorable, pero me parece que en Argentina no hay nada para festejar. Más bien, hay para comprometerse para tratar de apuntalar los grandes desafíos que tiene la sociedad argentina. Hay una contradicción brutal entre la riqueza natural de la Argentina, los recursos que tiene y el desencuentro de carácter político que tiene su sistema. Hay que lograr un margen de unidad en decisiones de carácter nacional para lograr cuatro o cinco cosas que la Argentina precisa, eso no quiere decir estar de acuerdo con todo, es imposible. Pero, con una inflación galopante, con el peso de la deuda, con la desconfianza que existe y, sobre todo, con la agresión, sistemática y lastimosa, que da el espectáculo de la lucha política argentina, me parece que lo que menos se cultiva es ese “nosotros”.
—En las PASO, el gran ganador fue Juntos por el Cambio, liderado en su momento por el expresidente Mauricio Macri. ¿La oposición tiene posibilidades de volver al gobierno en Argentina?
—Yo no sé lo que va a ser la realidad política argentina. Y no es mi deber, pero si tengo que opinar, opino a riesgo de equivocarme. Prácticamente, me parece una figura muy gastada como para que el pueblo de Argentina pueda soñar. Es muy grave lo que le pasó a la Argentina. La multiplicación de la deuda es una herida que va a costar mucho, mucho, mucho poder repararla. Va a tener que ver mucho el pueblo argentino. Yo creo que ese sector probablemente tenga que cultivar otras imágenes al frente. No soy yo quien tiene que decirlo, pero me parece que el señor Macri ya fue.
—¿Cómo imagina los próximos años en la Argentina?
—A la salida de la guerra Winston Churchill dijo: “No dejen que la Argentina se haga potencia”. Lo dijo teniendo en cuenta, desde lejos, los recursos que tenía la Argentina. Este ha sido su karma, su desgracia. Lo que pienso, es que la abundancia de recursos le ha servido para despilfarrar una montaña de riqueza. Y te diría, mientras estoy pensando, que el exceso de recursos naturales se vuelve en contra de un país en lugar de volverse a favor. Porque me hago esta pregunta: ¿qué tienen los japoneses en el medio del océano un montón de piedras? Entonces, el primer recurso está dentro de la propia población, o por lo menos, el recurso más importante y a eso hay que dedicarse. Es contradictorio porque la Argentina tiene una intelectualidad vigorosa. Creo que es el país de América Latina que tiene más Premios Nobel, porque el resto estamos ahí. Tienen por un lado gente brillante y tiene un sistema político que vive dándose cascotazos. ¿Por qué? No lo sé. Es contradictorio todo eso. El mundo no va arreglar los problemas de Argentina, los va arreglar su pueblo. La responsabilidad es de su pueblo. Eso hay que entenderlo. Es fácil criticar, el problema como se ensambla una fuerte voluntad política de resolver algunos problemas centrales para que los argentinos puedan marchar.
—Se refirió a lo religioso pero es ateo. ¿Cómo define el liderazgo del Papa Francisco?
—Soy casi amigo del Papa Francisco. Apenas hablé tres veces pero soy amigo. Ha hecho lo que puede. Me acuerdo que en una entrevista me dijo: “Usted comprenderá, ésta es la monarquía más vieja que hay en el mundo. Cambiar esto no es fácil”- Me encanta su sencillez. Su mensaje de preocupación cristiana siempre por los sectores humildes. No es poca cosa que en un mundo tan egoísta, permanentemente el Papa nos está invitando a tener empatía con los más postergados. Es por eso que le tengo enorme respeto. América Latina tiene dos cosas en común: la lengua, porque hasta el portugués si lo hablamos despacio lo entendemos, y la tradición cristiana de la Iglesia Católica. Yo sueño con algo que no voy a ver: una América Latina federal, integrada. No puedo dejar de soñarla. No soy creyente pero le tengo respeto a la Iglesia Católica, con todos sus avatares y vaya que los tiene. No es culpa de la Iglesia, es de la humanidad.
—Agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas de Perfil Educación y le damos la posibilidad de cerrar el reportaje con un comentario final que quiera realizar.
—Como es algo cotidiano, la vida, poco valor le damos. El único milagro que existe para cada uno de nosotros es haber nacido. Y de vez en cuando hay que hacerse esta pregunta: ¿cuál es el sentido de nuestra vida? Si nuestra vida va transcurrir, pagando cuentas, multiplicando las necesidades hasta el infinito y, por lo tanto, hipotecando la libertad, ¿cuándo eres libre? Eres libre cuando gastas tiempo de tu vida, que es un bien no reparable. Es un bien, el bien mayor, que se está yendo. Cuando gastás tiempo de tu vida en cosas que te gratifican emocionalmente, sentimentalmente, te sentís vivo. Despué,s cada uno puede ser distinto. Si se multiplican tus necesidades, se van a multiplicar tus necesidades de pago y las necesidades de trabajar. Al final, la vida se te va en pura obligación, no en algo que se llama gozar el milagro de haber nacido y haber vivido. Uno necesita tiempo, tiempo para tu cariño, tiempo para tus hijos, tiempo para tus amigos y cuando seas anciano, tiempo para tus recuerdos y para prolongar, en lo que puedas, el aliento de tu vida. Chau muchachos y hasta siempre.
Fuente: Perfil – Por María Gabriela Maidana, Gustavo Zandonadi y Gustavo Winkler
Estudiantes de Periodismo de Perfil Educación en la Escuela de Comunicación
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