Buenos Aires, 2 de Octubre (PR/21).– Septiembre cerraría en torno a los u$s 2.000 millones en liquidación de divisas. Esto significaría una caída aproximada del 30% respecto al octavo mes del año. Situación compleja, ya que para octubre y noviembre se esperan montos aún menores, pero esperable, ya que en el segundo semestre, por una condición de estacionalidad escaseará el dólar. Los productores agropecuarios ya cosecharon la soja y lo que no vendieron lo almacenaron como refugio de valor. Al mismo tiempo, ya se sembró el trigo que se cosechará a partir de diciembre próximo y en paralelo comenzó la siembra del maíz de la nueva campaña. ¿Qué papel jugará el Gobierno?

Lo que se liquidó fue lo necesario para financiar la nueva campaña, siendo que la brecha cambiara se sostiene en niveles muy altos, y lo que se espera de ahora en más es un mayor retroceso en la liquidación que se sostendrá, al menos, hasta fin de año.

Los datos del BCRA arrojan que hasta la semana pasada, el sector había liquidado en el mercado de cambios local cerca de u$s1.700 millones. En otras palabras, una caída del 32% respecto de la misma altura del mes anterior. De cara a los próximos meses esto le sigue quitando poder de fuego al Banco Central de la República Argentina (BCRA) en la previa a una elección de medio término. Más allá de cuestiones estacionales por un lado y estructurales por el otro, aún continuamos con el viento de cola de los precios internacionales.

A pesar de la caída en las cotizaciones que mostraron los granos en los últimos meses todavía operan a valores relativamente altos. No obstante septiembre terminará con un ingreso mayor en el comparativo interanual. La mayor parte de las exportaciones totales de granos y principales derivados industriales ya se ejecutaron en lo que va del año.

¿Qué debemos observar de acá en más?
Justamente, lo que se observa es la estacionalidad. Es este efecto el que nos implica, de acá a lo que resta del 2021, perder entre el 15% y 20% de las exportaciones totales. En términos absolutos, estaríamos más cerca de los u$s 6.000 millones que de los u$s 7.000 millones. Algo que nos deja muy justos de cara al pago de importaciones (u$s 5.800 millones). Eventualmente significaría perder el superávit comercial, que supimos obtener gracias a los precios de los commodities. Al margen, siempre surge un respiro de último momento que, en este caso, puede tener lugar en diciembre con el ingreso de los dólares de la cosecha de trigo (entre u$s 3.500 y u$s 4.500 millones).


La soja, cultivo de gran peso en el escenario del dólar para el Gobierno.

Asimismo, con la ley agroindustrial, se buscará un relajamiento en la cuotificación a las exportaciones del 50%, luego ampliado por exenciones a Europa, EE.UU. e Israel. Naturalmente, la contracara de esto es la búsqueda de una mejora en el ingreso de divisas. Otra medida, en pos de acercar posiciones con los referentes del sector agropecuario, sería reabrir la venta de carne al mercado chino pero sin habilitar la salida de los cortes considerados “populares”.

De esta forma, la actual habilitación del 50% que con los cupos libres a Europa, Estados Unidos e Israel llega al 65%, se ampliará hasta el 86%.

Esto plantea un especial y difícil equilibrio entre proteger el consumo interno y permitir exportar a un mercado, como China, que se llevaba el 75% de la carne antes de las restricciones con el objeto de que ingresen divisas en meses muy álgidos. Se estima que se pierden mensualmente cerca de u$s100 o u$s150 millones con el cupo actual en un contexto de escasez de divisas y presión sobre el tipo de cambio.

En síntesis, las expectativas devaluatorias, en línea con la realidad política y económica post PASO, desalientan una posible mayor liquidación de divisas. Lo que está íntimamente atado a las ventas de granos y de carne por parte de los productores agro. A pesar de que falta vender maíz y soja por un total de poco más de u$s12.000 millones. La brecha cambiaria, sumando a las inconsistencias crónicas de la macroeconomía, atentan contra la estabilidad del sector. De cara al futuro, y saliendo de la pandemia el sector necesita más previsibilidad, el BCRA mayor robustez (dólares frescos) y la economía, que se reordenen las cuentas nacionales.

Por Federico Vacalebre: El autor es profesor de la Universidad del CEMA.

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