Por Federico Aguer faguer@ellitoral.com
Santa Fe, 8 febrero (PR/22) — Matilde, San Carlos Centro y Bustinza. Zonas a priori desconexas de la provincia, que sin embargo en los últimos días fueron escenario de un inédito hecho en común: la visita de ejemplares de Aguará Guazú. Lo que a simple vista es un dato curioso, pero que podría esconder varios fenómenos, naturales y sociales.
Gustavo Marino lleva años trabajando en la “Alianza del Pastizal”, y actualmente se desempeña en una ONG global llamada “The Nature Conservancy” (TNC), desde la que trabajan por una agronomía más resiliente y sustentable. “Estoy en permanente con muchos ingenieros agrónomos, y me dicen que últimamente hay muchos avistajes, inclusive en lugares urbanos o muy modificados por la agricultura”.
Marino afirma que con el puma pasa lo mismo: “hay cada vez más registros en Buenos Aires, por ejemplo. Yo lo conecto con la ausencia de gente en el campo: cada vez hay menos gente y la presión del conflicto con el humano se diluye. El puma cuando aparece te mata 15 ovejas porque está entrenando a los cachorros, y el productor lo tiene que matar”.
Sin embargo, rescató la anécdota de dos productores de San Carlos que hace poco tiempo atrás le pidieron una “jaula trampa” para atrapar al animal en vez de buscar matarlo, que es algo que demuestra una mayor concientización respecto a épocas anteriores.
Finalmente, destaca que también podría reflejar un cambio respecto al manejo de los depredadores tope. “Se llama efecto cascada trófica, que hace desaparecer a los depredadores mas chicos, como los zorros”.
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Fuente: Campo Litoral