Buenos Aires, 15 de febrero (PR/22) .- Arrancó el 2022, arrancó un nuevo año. Las vacaciones dan la posibilidad de descansar y desconectar de la rutina y obligaciones personales. Sumando a esto, se empieza un nuevo ciclo, se recargan energías, y se vuelve a empezar. Nuestra rutina se reinicia.

Para quienes se encuentran en proceso de estudio, comenzar un nuevo año implica también comenzar un nuevo ciclo lectivo. Antes de arrancar las clases hay toda una organización previa: se deben comprar los útiles, acomodar los horarios, ver qué cuaderno se usará para cada materia, elegir qué mochila comprar, si es que hace falta renovarla, y pensar cómo transportarse hacia el centro de estudio, entre otras cuestiones.

Por sustentabilidad se entiende a la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y oportunidades para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras. Es fundamental lograr un equilibrio entre dimensiones: ambiental, social y económica. La vuelta a clases debe realizarse con una perspectiva sustentable. De forma contraria, este equilibrio no sería alcanzado.

En primer lugar, la sustentabilidad económica es aquella que se da cuando la actividad se mueve hacia la sostenibilidad ambiental y social y es financieramente posible y rentable.

La dimensión social se orienta en lograr una equidad social en la que se incluye, entre otras condiciones básicas, mantener niveles satisfactorios de educación, capacitación y concientización.

Finalmente, desde lo ambiental se hace referencia a la administración eficiente y racional en el uso de los recursos naturales, buscando un equilibrio ecológico.

A continuación se presentarán varias recomendaciones para garantizar un regreso a clases sostenible.

1. Reutilizar materiales escolares: es esencial revisar lo que quedó de años anteriores, y aquello que esté en condiciones, usarlo. De este modo, se evita comprar cosas nuevas todos los años, y que muchos útiles terminen en la basura innecesariamente. Consecuentemente, se puede disminuir la cantidad de residuos que se generan en el día a día. También, ayuda a reducir la producción masiva de útiles escolares, que requiere enormes gastos de dinero y recursos.

La reutilización de mochilas también se ve incluida. Existe una costumbre de comprar una nueva cada año respecto de los gustos y tendencias del momento. Se debe tener en cuenta que su desperdicio también es perjudicial. Cada compra innecesaria suma en términos negativos.

Aplicar la regla de las 3R (reciclar – reducir – reutilizar) viene de la mano de adoptar una posición socialmente responsable. Fomentarlo ayuda a lograr un balance entre los humanos.

2. Comprar libros o fotocopias usadas: cada año son muchos los libros que se pide comprar a los alumnos. Si se tiene una mirada sustentable, en vez de comprarlos nuevos, lo que implica mayor uso y residuos, se pueden comprar usados preguntando a conocidos o alumnos de años más avanzados. Con este accionar, no solo se ayuda al ambiente, sino también a nuestro bolsillo, ya que este tipo de libros suelen ser más baratos.

3. Adquirir útiles hechos con materiales reciclados: hoy en día existen varios productos eco-friendly hechos a base de componentes reciclados. Se pueden adquirir en ciertos locales o, mejor aún, por internet a emprendedores locales. De esta manera, se puede incentivar la sustentabilidad en los más chicos para que puedan entender la importancia de comprometerse y aportar su granito de arena.

4. Llevar termo o vaso reutilizable: el uso de plástico de un solo uso es un hábito que de a poco hay que intentar eliminar. En Argentina se consumen 1,8 millones de toneladas de plástico por año. Teniendo en cuenta que hay distintos tipos de plástico, tardan entre 100 y 1.000 años en descomponerse, de acuerdo con características propias. Muchos de ellos terminan en el mar, acabando con la vida de muchos animales y extendiendo su tiempo de descomposición.

Por tal razón, es importante comenzar a reemplazar el plástico por productos que tengan una vida mayor y que no sean dañinos. Por ejemplo, se podría optar por termos de metal o vasos reutilizables. Estos se compran por única vez y se pueden llenar en donde sea que uno estudie.

5. Buscar nuevas opciones de transporte: aquellos que no se encuentren muy alejados de la institución a la que asisten, en vez de utilizar autos o cualquier transporte que genere emisiones contaminantes, pueden caminar o ir en bicicleta, por ejemplo. Así, también se encuentra una manera de ejercitar y de mantenerse saludable.

Para aquellos que vivan en zonas más alejadas, se puede usar el transporte público o “hacer pool”, una idea innovadora y divertida, donde dos personas o más comparten vehículo para ahorrar en conjunto.

Esta idea, colabora a combatir la contaminación ambiental y a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, lleva a sentirse más satisfecho y pleno con uno mismo al vivir en un ambiente más puro.

Se tienen ciertas ideas tan instaladas en la mente de cada uno que a veces es difícil poder imaginarse cómo se puede hacer un cambio, pero sin dudas son muchas las cosas que cada persona puede implementar.

Es posible tener una perspectiva sustentable desde todos los ámbitos de nuestra vida, incluso el regreso a clases. No se necesitan grandes acciones que requieran mucho dinero para marcar una gran diferencia. Todos podemos colaborar.

Por Luciana Belén Gerardi, miembro del Área de Prensa del Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA)

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