“El pronóstico trimestral es importante para distintos sectores económicos como el agro que tiene que planificar los cultivos para los próximos meses, entonces es clave tener una proyección de si va a llover y de las temperaturas”, afirma la doctora en Ciencias de la Atmósfera del DCAO, Soledad Collazo, cuyo aporte es la previsión de los extremos de temperaturas máximas y mínimas.
“Si pronostico una gran cantidad de días con temperaturas máximas muy elevadas, la demanda energética va a ser alta y habrá que buscar alguna forma de cubrirla, y si hay heladas afectará a los cultivos”, ejemplifica. Otros sectores como el hídrico, el de la construcción, la navegación, e incluso el turístico consultan los resultados de la tendencia climática trimestral.
Para realizar sus predicciones, Collazo se basa en modelos estadísticos y considera distintos forzantes climáticos. Luego, analiza cuántos modelos pronostican las categorías de temperatura superior a lo normal y cuántos inferior al normal y en base a eso arma el pronóstico. “El modelo lo aplico y entreno para cada estación meteorológica. Es bastante exhaustivo el trabajo”, describe.
Collazo desarrolló el modelo de pronóstico extremo de temperatura para su tesis doctoral y tras un período de prueba y entrenamiento, desde hace unos años presenta los resultados en las reuniones mensuales. “Ahora estoy con un proyecto para incorporar técnicas más avanzadas de deep learning y de inteligencia artificial”, adelanta.
Con una timidez que no logra ocultar su orgullo, Collazo asegura que en lo que va del año los pronósticos de temperaturas extremas le estuvieron dando “bastante bien”. El trabajo se vuelve más complejo al momento de hacer una previsión de temperaturas medias, que es un promedio, y allí el SMN recurre a otros modelos dinámicos basados en ecuaciones y que provienen de centros de Estados Unidos y de Europa.
“Tomamos la información de los modelos dinámicos de circulación global del comportamiento de la atmósfera y de los océanos”, explica la meteoróloga Mercedes Poggi de la Dirección Central del Monitoreo del Clima del SMN. Como en ocasiones estos modelos globales no logran reproducir elementos locales también se utilizan calibraciones estadísticas y los que se desarrollan en el DCAO.
“Elaboramos los pronósticos con toda esa información y también tenemos en cuenta los forzantes de gran escala como El Niño o La Niña, y las condiciones previas porque no es lo mismo, por ejemplo, pronosticar condiciones húmedas en una situación de sequía que en una normal”, aclara Poggi.
Las reuniones de la tendencia climática trimestral comienzan con el análisis de la habilidad del pronóstico anterior, es decir su capacidad de acierto y allí es cuando el trabajo de verificación de Poggi adquiere protagonismo. “El pronóstico por consenso es subjetivo, si lo querés reproducir en otro trimestre no es posible y es por eso que hacemos la verificación, para testearlo y compararlo con el objetivo”, señala la climatóloga. En base a los resultados afirma que el subjetivo resulta más hábil: “Si bien tiene algunas falencias, cuenta con el valor agregado de los expertos en clima y además pronosticamos para todo el país”.
Al ser un pronóstico trimestral, no puede escapar a tener cierto grado de incertidumbre, por eso Poggi también recomienda seguir las previsiones de corto plazo “porque tal vez prevemos condiciones más secas pero luego ocurre un evento extremo de precipitación y en un día llueve lo que en un mes. Hay fenómenos de menor escala que el trimestral no capta”, advierte Poggi.
El subgerente de Sistemas de información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Borús, es uno de los integrantes de mayor antigüedad de las reuniones de pronóstico de consenso que tuvieron sus antecedentes en 1997, a partir de la iniciativa del meteorólogo Julio Hugo Hordij. “El aporte del INA es analizar en qué medida una tendencia del clima se transforma en una tendencia favorable o no en términos de caudales de los ríos”, especifica el ingeniero.
Las intervenciones del INA en estos encuentros consisten en “la interpretación de los impactos que producen las lluvias o su falta, o cualquier otro evento meteorológico en las crecidas del Estuario del Río de la Plata, por ejemplo, o si los vientos pueden causar una bajante”, indica Borús.
Respecto de la bajante del río Paraná el experto del INA expresó que “cumplimos tres años de una situación extraordinaria. No tenemos comparación para atrás y estamos permanentemente tratando de contestar cuando termina”. Se espera que entre mediados y fines del verano se empiece a observar una evolución gradual hacia la normalidad.
Borús advierte que “la variabilidad climática regional está fuertemente potenciada. Tiene una dinámica mucho mayor que hace 20 años y esto quiere decir que podemos estar viendo cambios importantes en poco tiempo”. El especialista del INA añade que “los años 2009 y el 2019 han sido emblemáticos en áreas de la Cuenca del Plata en la que se observó un pasaje brusco de una situación húmeda a seca o de seca a húmeda muy marcada. Eso hace que el horizonte posible de perspectivas climáticas ciertas sea muy corto” y señala al cambio climático como responsable.
El clima que se viene
En base a que las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico ecuatorial se mantuvieron por debajo del promedio a mediados de septiembre y los resultados de distintos modelos climáticos, el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI, International Research Institute for Climate and Society) de la Universidad de Columbia estima que hay una probabilidad del 75 por ciento de que La Niña siga presente durante los meses de diciembre, enero y febrero.
Cuando este fenómeno se presenta con una intensidad con capacidad de influencia, en Argentina se lo asocia a condiciones más secas. “Lo que tuvimos este año es una Niña de débil a moderada, esto quiere decir que tiene una señal que llega, que tiene influencia”, indica Cindy Fernández desde el Servicio Meteorológico Nacional.
“Al llegar el verano -adelanta la meteoróloga-lo que se observa en los pronósticos es que va a tender a debilitarse por lo que empezarán a jugar otros factores que contribuirán o inhibirán los efectos que tiene La Niña”, por lo que recomienda seguir pronósticos de corto plazo.
Para el último trimestre del año, La Niña continuará con una señal significativa. Según Fernández, este fenómeno contribuye a que el aire esté más seco y que las temperaturas puedan subir o bajar con mayor facilidad y que, por ende, haya mayor amplitud térmica.
Por otro lado, el SMN junto a especialistas de otros organismos elaboraron el pronóstico climático de consenso que indica que para lo que queda del año la probabilidad de precipitaciones será inferior a lo normal en la región del Litoral, norte y este de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, este de San Luis y oeste de Patagonia, mientras que estarán en el rango de normal a inferior al promedio en el norte, La Pampa, sudoeste de Buenos Aires, este y sur de Patagonia. Se esperan condiciones normales en el noroeste y en Cuyo.
“Hay que tener en cuenta que si bien el pronóstico prevé menos precipitaciones por toda esta influencia que hay en la región, estamos entrando en la temporada de lluvias. Octubre y noviembre son de los meses más lluviosos en la región Pampeana, por lo cual es esperable que las precipitaciones empiecen a ser al menos un poquito más recurrentes, aunque sin alcanzar las condiciones normales para esta época”, aclara la meteoróloga.
La atmósfera funciona como un sistema complejo y por esa razón la tendencia climática considera los distintos factores que influyen en la región además del fenómeno de La Niña.
En cuanto a las temperaturas, el pronóstico para los meses de octubre, noviembre y diciembre estima que serán superiores a la media en Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, San Luis, sudoeste de Santa Fe y en el centro y norte de Patagonia, mientras de normales a superiores a lo frecuente en el sur del Litoral y en la región de Cuyo. En el resto del país las temperaturas estarán dentro del promedio para la época.