Buenos Aires, 22 de octubre (PR/22) .- Según los datos publicados por el INDEC este mes, en una ampliación de la información del último Censo Nacional Agropecuario-CNA de 2018, se registran 210.664 productores o socios, de los cuales el 20% son mujeres. Los datos difundidos por el mismo organismo en el CNA del 2002, indicaban que en ese entonces se registraron 297.435 productores o socios, donde sólo el 10% eran mujeres, de forma tal que desde entonces el porcentaje explotaciones agropecuarias lideradas por mujeres se duplicó.

Bajo este marco, en el mes en el que se celebra el Día de la Mujer Rural, desde BASF comparten tres historias inspiradoras:

La ingeniera agrónoma Leticia Avedano, integrante de la Red de Mujeres Rurales, es socia de la firma Shehuen en Laboulaye al sur de Córdoba, que se dedica a la producción de granos y a la comercialización de fitosanitarios y semillas, así como al asesoramiento agronómico. Siempre le interesaron las ciencias naturales y con el disparador de la compra de un pequeño terreno por parte de su padre optó por seguir la carrera de ciencias agropecuarias.
En tanto, Giselle Pedersen se desempeña en el campo familiar que tiene con su padre Gustavo y su hermano en Tres Arroyos, y está a cargo de las prescripciones para agricultura de precisión y todo lo vinculado a optimizar el rendimiento de los cultivos. Nos comentó que vivió en el campo desde los 15 años, comenzó estudiando ingeniería agronómica y a mitad de la carrera optó por cambiar a la tecnicatura en suelo y aguas. De manera que cuando se recibió comenzó a trabajar en agricultura de precisión con su padre a los 29, y pudo especializarse en digitalización durante la pandemia, al contar con nuevas herramientas como cursos online sobre manejo de software para prescripciones agrícolas.
Por su parte, la Ing. Agr. Carina Cabrera es asesora técnica del grupo CREA de El Palomar. Recibida en la Universidad Nacional de Tucumán, es una referente en el NOA en investigación en la problemática de malezas. Su primer contacto con el Agro fue en el campo familiar. Al estar cerca el inicio de la universidad, fue parte de su entorno lo que la apoyó en seguir su vocación ingresando a la facultad de Agronomía y Zootecnia: “Vengo de familia de productores de caña de azúcar, y el apoyo a ingresar en la carrera de Ingeniero agrónomo me la dio una tía agrónoma que se desempeñaba en el INTA en el área de suelos, que junto a mi madre me dieron el empujón para vencer los prejuicios de esa época de familia muy tradicional, donde se veía a la carrera como muy masculina”, explica. Luego de recibida pasó a desempeñarse en actividades académicas y de extensión.
La visión de las mujeres en el agro
Al ser consultada por los próximos desafíos respecto a la paridad de género en el agro, Leticia Avedano sostiene que “uno de los principales es la visualización de los espacios de participación para las mujeres y todas las diversidades, no solo para los ingenieros agrónomos o veterinarios. Falta visibilizar que se puede trabajar en el agro en distintos lugares, también en lo que es trabajo de escritorio y no sólo en el campo, contadoras, administrativas, ingenieras industriales, también en la actividad comercial. Justamente la Red de Mujeres Rurales de la cual soy parte surgió durante el W20 en el marco de encuentro del G20 en el país, cuando al trabajar sobre la mujer como uno de los ejes de desarrollo se debatió acerca de dejar de identificarla sólo como la mujer campesina”.

En cuanto a si en el agro y sus participantes hubo una evolución en lograr conductas más incluyentes para las mujeres, Giselle Pedersen considera que “antes muchas veces costaba que se escuche a las mujeres, quizás no tanto en los campos familiares, pero veo que en el sector ha sido necesaria la colaboración de la evolución tecnológica en los últimos años para mejorar la inclusión de la mujer. Antes el trabajo requería más esfuerzo físico, mientras que los avances en agricultura de precisión y digitalización son incluyentes, y reducen las distinciones entre hombres y mujeres“.

Las tres sostienen que año a año hay cada vez más mujeres en el mundo agropecuario, con distintos grados de avance según si es en el trabajo a campo, la investigación o el asesoramiento y otros servicios. También reconocen la persistencia de prejuicios tradicionales, así como que se está avanzando en superar las barreras culturales.

Leticia Avedano agrega que “siempre ha habido prejuicios, pero esta evolución fue un aprendizaje tanto por hombres como por mujeres sobre las capacidades para ocupar espacios antes ocupado solo por hombres y los hombres de dejar de pensar eso, hoy el foco está más en si la persona está capacitada para el puesto que si es hombre o mujer, pero todavía haya espacios por ocupar y temas por trabajar para el desarrollo de las mujeres para que puedan ingresar al sector”.

Sobre los aportes de las nuevas dinámicas laborales híbridas post pandemia junto a los avances en digitalización y como las mujeres los aprovechan, Carina Cabrera considera: “Estos nuevos modelos laborales vinieron como anillo al dedo para posicionar a las mujeres en el ámbito rural, los avances tecnológicos en los monitoreos y seguimiento de cultivos hacen más fáciles llegar a los resultados. Y los cambios por la pandemia nos permitieron descubrir que no es necesario pasar tantas horas en el campo , ahora es menos tiempo en la camioneta y más tiempo procesando datos. Creo que estos avances que hay cada día, si no los frenan el acceso a conectividad en el campo, reducen la brecha para avanzar a una redefinición del rol del ingeniero agrónomo, donde antes por los prejuicios había más barreras para las mujeres”.

En cuanto a la inspiración que les gustaría transmitir para que cada vez más mujeres elijan el campo para desarrollarse, Giselle Pedersen sostuvo que “si hubiera más información disponible fuera del sector sobre qué tareas pueden hacer, habría más mujeres especialmente para el trabajo de escritorio. Porque las mujeres que no nacieron en el campo no se suelen acercar, mientras que los hombres muchos llegan desde otros ámbitos y pasan a ser tractoristas por ejemplo“. Y concluye Carina Cabrera: “Podemos brindar nuestra experiencia de desarrollo en lo profesional. Uno lo hace inconscientemente todos los días, dando la oportunidad de liderar y que otras mujeres lo vean como modelo. Como docente estoy en contacto con las próximas ingenieras agrónomas, la exigencia que les tengo es la misma que para los varones y siempre les remarco en el aula que las van a valorar por la capacidad y el compromiso“.

Al compartir estas experiencias, BASF busca contribuir a dar visibilidad de las múltiples dimensiones del rol de la mujer en el agro para continuar evolucionando en generar entornos inclusivos y diversos en el sector, en el marco de la conmemoración que la Asamblea General de la ONU estableció con el objeto de reconocer el trabajo de la mujer en ese ámbito, por sus contribuciones para el desarrollo rural y agrícola, la erradicación de la pobreza y la mejora en la seguridad alimentaria.

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Fuente: Agrofy News