Por Adrián Bifaretti y Eugenia Brusca*
Buenos Aires, 24 enero (PR/23) — La ganadería es muy criticada en las últimas décadas. Se la culpa de ser una de las causantes del cambio climático y calentamiento global. Y esto se repitió en el último Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), realizado entre el 17 y 20 de enero 2023. Allí se recomendó no comer más de dos hamburguesas (finitas) por semana para “salvar” al planeta del cambio climático. Pero lo que no dijeron es que esta crítica hacia la ganadería y el consumo de carne se da en un contexto de crecimiento y desarrollo de la producción industrial mundial derivada de la quema de combustibles fósiles de las últimas décadas.
Vayamos por partes: La mayoría de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) provienen de la actividad industrial, como la electricidad, la manufactura, la construcción y el transporte. Este tipo de producción, al basarse en la quema de combustibles fósiles, genera cambios en el medio ambiente. Esto se da, a grandes rasgos, porque el dióxido de carbono producido por la industria permanece en la atmósfera por varios años y se acumula a lo largo de los siglos. Es el principal impulsor del calentamiento global y cambio climático.
¿Pero una producción ganadera como la de nuestro país qué tiene que ver con el crecimiento de la producción industrial derivada de la quema de combustibles fósiles? ¡Nada! La ganadería argentina se basa en una producción extensiva. ¿Qué quiere decir eso? Que nuestra producción de carne consiste principalmente en alimentar a las “vacas” con pasturas y pastos naturales, diferenciándose de muchos de los productores de carne vacuna del mundo.
Las vacas en la Argentina son parte del ecosistema natural. Participan del ciclo natural del carbono a través de la fotosíntesis.
Y la historia comienza así: Las vacas se alimentan a través del consumo de pasturas y pastos naturales. Estos pastos y pasturas naturales han tomado del aire el carbono como parte del ecosistema natural a través de la fotosíntesis. Las vacas digieren el carbono y el pasto eliminando metano a la atmósfera. El metano que emiten los animales esta “hecho” en base al carbono del pasto que las vacas consumieron y tiene una duración de entre 10 a 12 años en la atmósfera. Luego de ese tiempo, el metano se transforma en agua y dióxido de carbono, que es absorbido naturalmente a través de la fotosíntesis por las pasturas. Y es así como el ciclo se repite una y otra vez. Es el ciclo natural de la naturaleza. La ganadería argentina es parte de un proceso de secuestro de dióxido de carbono hacia la tierra.
Lo más importante es que las vacas no están generando más carbono a la atmósfera, sino que a través de la fotosíntesis y su alimentación contribuyen al ciclo natural del carbono, transformando proteína vegetal no apta para el consumo humano en proteína animal de alto valor biológico, apta para el consumo humano. Por lo tanto, no hay nada nuevo generado por la ganadería más que proteína animal de primera calidad para la población del mundo.
Por eso, la recomendación del Foro de Davos, no comer más de dos hamburguesas (finitas) por semana para “salvar” al planeta del cambio climático es una “fake news” en nuestro país.
¿Se puede seguir culpando a la ganadería argentina como una de las causantes del calentamiento global? No.
Es muy importante apoyar y apostar como país a la producción ganadera porque tiene un papel preponderante y fundamental en el ciclo natural de la naturaleza y su regeneración. Por todos: el planeta, los animales y los humanos.
¡Sigamos consumiendo hamburguesas que la carne producida con sustentabilidad no es la culpable sino una gran herramienta para la regeneración de este planeta en que habitamos!
Primicias Rurales
*Departamento de Promoción Interna del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA)