Luis Bameule.

Luis Bameule.

Luis Bameule, ex Presidente de Quickfood y Presidente de la firma ganadera Agritur San Luis desarrolló un documento con “apuntes” para impulsar el despegue de la cadena cárnica, tras décadas de estancamiento, partiendo de un ambiente macroeconómico ordenado. La visión es propiciar el diálogo entre ganaderos, industriales, comerciantes, dirigentes y líderes de opinión para consensuar un paquete de medidas que sean la base de la política sectorial más allá de cualquier cambio de gobierno. Algo estratégico en este año electoral, que hoy Valor Carne acera a su red de lectores.

“Empecé en la industria cárnica hace muchísimos años y siempre me tocó vivir un desgaste enorme porque nuestro producto es considerado un bien salario. Se toman medidas inaceptables, pero muchas veces el sector negocia para salir del paso, sin pensar en el largo plazo. Así nos fue, la Argentina ha tenido el peor desempeño entre los países excedentarios en carnes”, planteó Bameule. Y agregó: “esta experiencia es la que dio originen al documento, la idea es poner en papel un paquete de medidas para acercar a los próximos funcionarios que sean la base de la política en materia de carnes”.

¿Por dónde empezar? “Por supuesto que por la macro. El mundo ya entendió que los países que más crecen son los más abiertos, que exportan e importan bienes y servicios, y tienen libertad de precios adentro y afuera. Las estadísticas están disponibles y lo demuestran claramente”, aseveró, indicando que, sin embargo, la Argentina sigue jugando con disposiciones que fracasaron en el pasado.

El concepto de gravar las exportaciones “es algo que no existe en las economías que funcionan, es más, la política impositiva busca estimularlas. También saben qué es lo que provoca la inflación y la mantienen a raya. Ni que hablar que en ningún lado hay múltiples tipos de cambio que trastocan los negocios ni pasividad frente a la informalidad y el comercio en negro. Son cuestiones muy básicas pero imprescindibles”, apuntó.

Una vez ordenada la macro hay que poner en marcha medidas específicas para el sector, a sabiendas de que sólo necesita que lo dejen trabajar. “Que estos cortes no se pueden exportar, que sólo estos otros, eso tampoco se ve en el mundo, es una ventaja que le damos a los competidores. Esto hay que decirlo, no se puede ni se debe aceptar”, enfatizó.

¿Qué medidas priorizar? “Se podrían tomar de a una, pero de ese modo no saldríamos adelante, tendrían que aplicarlas en paquete”, aconsejó.

Uruguay para hacer una modificación en el negocio de la carne requiere mayorías especiales en el Congreso. Entonces, cuando algún político se ve tentado de intervenir frente a una suba de precios internacionales, la decisión es dejar que funcione el mercado y los beneficios se ven con el tiempo. “Diferente es lo que sucedió aquí: cuando fue el boom de Rusia la Argentina no aprovechó prácticamente nada, incluso se prohibieron las exportaciones, y con el de China sólo lo hizo inicialmente y luego se pusieron trabas”, explicó Bameule, resumiendo los datos detallados en el documento.

Un ejemplo de cómo el libre mercado incide incluso tranqueras adentro es el peso de faena. “En nuestra ganadería es mucho más bajo que en cualquiera otra comparable y, con eso, producimos menos carne por cabeza, somos menos eficientes. En Uruguay se logran 30 kg más por res porque se exporta libremente y, a la vez, se combate la evasión”, describió. Y agregó: “aquí, ni siquiera necesitaríamos prohibir la faena por debajo de un mínimo, como no lo hace ningún otro país, con los estímulos del mercado la cantidad de animales tan livianos resultaría insignificante”.

Donde sí hace falta ampliar la presencia del Estado es entre pequeños productores, aplicando mecanismos de extensión tipo Cambio Rural que propicien la adopción de tecnología mediante el pago parcial y durante un plazo limitado de un asesor de campo con el propósito de mejorar las tasas de preñez y de destete, entre otros indicadores.

¿Cómo lograr consensos? “Una alternativa sería retomar el diálogo que había en la mesa de las carnes”, respondió, detallando que las cámaras representan a los distintos eslabones, mientras esta mesa involucra a todos, desde ganaderos hasta supermercadistas y carniceros. “Funcionó bastante bien hasta comienzos de 2020, incluso había un contacto fluido con las autoridades y se lograron cambios, prueba de ello es que las exportaciones se multiplicaron por cuatro entre 2015 y 2019, y se eliminaron los derechos de exportación”, recordó.

Para el empresario, hubiera hecho falta continuar en esa línea, pero el nuevo gobierno volvió al vicio histórico de cuidar “la mesa de los argentinos”. “Ahí las cámaras se movieron más por el ‘qué puedo conseguir para mis asociados’ y la acción conjunta se fue diluyendo. Algunos continuaron, otros nos fuimos”, lamentó.

La propuesta 

El documento titulado Apuntes para relanzar la cadena de ganados y carnes analiza la evolución de la ganadería argentina, comparada con los socios del Mercosur, concluyendo que el estancamiento a lo largo de medio siglo, es el resultado de un daño autoinfligido a partir del intervencionismo. Sin embargo, en un mundo que ofrece un panorama alentador para la carne vacuna, la actividad tiene fortalezas para retomar el crecimiento.

Para ello, además de ordenar la macro y tomar ciertas medidas que no castiguen la producción, la industrialización ni el comercio de carnes, interno y externo, hay otras condiciones necesarias, algunas de las cuales se sintetizan a continuación.

Un punto clave para el consumo interno es sanear la evasión que impide el normal funcionamiento de los mecanismos de mercado incluyendo la formación de los precios.

En materia tributaria, en tanto no se estabilice la inflación en tasas “normales”, es importante permitir el ajuste por precios generales de los importes retenidos por el impuesto a las ganancias y por los saldos a favor del IVA.

Por otro lado, hay que crear un tratamiento especial para los carniceros, algo que contribuirá a la transparencia. Muchos revisten como monotributistas, lo que significa facturar menos de cinco medias reses por mes o 20 kilos por día, cuando hasta los más pequeños están muy por encima de estas cifras. Por eso, no aceptan que le facturen la mercadería a su nombre, contaminando con evasión a toda la cadena.

En materia previsional, revisar el funcionamiento de numerosas cooperativas que evaden normas, haciendo figurar a sus empleados como monotributistas que les venden servicios.

En cuanto a lo sanitario, entre los requisitos para contar con un estándar mínimo para consumo -algo que también impacta en algunos destinos del exterior- se resalta la temperatura de la carne a la salida del frigorífico. Los organismos de control omiten la fiscalización de algo tan básico como no superar los 7ºC. En ese sentido, la verdadera oposición de muchas industrias al troceo no reside en la instalación de una sala de cuarteo, inversión no demasiado importante, sino en su incapacidad de enfriar las medias reses. Sin esto, el troceo hará perder calidad y precio a la carne.

Tradicionalmente, los gobiernos locales fueron los mejores defensores de las plantas incumplidoras ante el trabajo del SENASA. Es tiempo de cambiar definitivamente esta situación.

Un paso más adelante es necesario revisar el sistema de tipificación de las carnes de manera de estimular el esfuerzo de los ganaderos que producen reses de calidad, especialmente para el mercado internacional.

Asimismo, se destaca el rol indelegable del Estado para medir el impacto ambiental a lo largo de toda la cadena con criterios científicos.

Otro punto fundamental es actualizar el factor de conversión de carne sin hueso para calcular el equivalente peso carcasa. La Argentina usa la relación 1:1,50, medida hace medio siglo, mientras Uruguay aplica 1,40, EE.UU. 1,36 y Europa 1,30, siguiendo los avances tecnológicos en el aprovechamiento de la res. Utilizar un indicador tan obsoleto redunda en la sobreestimación de nuestras exportaciones, llevando a decisiones erróneas desde los gobiernos.

El comercio libre debe ser un objetivo y éste tiene que contar con un camino de doble mano. Si por diversas razones el precio interno se alejara del internacional, los criadores, invernadores y frigoríficos tienen derecho a buscar otros mercados, tal como sucede en Uruguay y en otros países.

En el plano internacional, más allá de lograr la habilitación sanitaria de todos los productos y subproductos en todos los mercados, es imprescindible buscar un mayor relacionamiento con los mismos a través del Mercosur apuntando a mejorar el posicionamiento de las carnes argentinas en la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), la Alianza del Pacífico y otros destinos relevantes como el de América del Norte (T-MEC o USMCA) y China.

“Si se instrumentaran los cambios aquí propuestos, mediante un acuerdo amplio, dándole carácter de política de Estado, en diez años se podría mejorar la eficiencia del stock, duplicar las exportaciones y mantener el consumo, con la consiguiente reactivación económica del sector y el país”, finalizó Bameule.

Fuente: Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein. Editora de Valor Carne

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