Que la miel es un producto hecho exclusivamente por las abejas lo sabíamos, pero además es una mezcla perfecta de aminoácidos, vitaminas, minerales, cinc y antioxidantes. Y en la miel claro que hay campo. Hay manos campesinas que cuidan las colmenas y de los montes donde las abejas polinizan. Una vez más te demostramos que el campo está en tu vida y le hace bien.

Santiago del Estero, 28 junio (PR/23) — Coopsol es una cooperativa con sede en La Banda, Santiago del Estero, y justamente se encarga de esto, de cuidar los montes nativos del gran Chaco americano donde millones de abejas polinizan año tras año y crean miel a partir del néctar de las flores. Con más de 32 años de trayectoria esta cooperativa se convirtió en la mayor exportadora de mieles orgánicas del país, sus banderas son la certificación orgánica y el comercio justo (fairtrade).

Exportan el 85% de las 200 toneladas anuales de miel orgánica que producen entre propios y asociados. Los principales destinos son Estados Unidos, Alemania, Japón, Italia, Canadá, Francia y España.

Desde el campo para el campo

El modelo de economía social que aplica la cooperativa es muy interesante. Con la producción de miel buscan agregar valor a la agricultura campesina. “Producir miel es importante para los apicultores locales. Teniendo un trabajo justo y digno, ayuda a que puedan permanecer en sus lugares de origen, mejorando su calidad de vida y erradicando la pobreza en la zona”, explica Ana Sayago – Jefa de Desarrollo y Proyectos de la Cooperativa.

Coopsol trabaja junto a 350 familias campesinas de los bosques del gran Chaco americano. Y junto a ellos diseñan proyectos de acceso al agua potable, de mejoras en la conectividad de las zonas rurales, de inclusión de género y jóvenes, y promueven el acceso a créditos para que puedan producir.

“Esto se traduce directamente en cuidado y defensa del monte nativo. Cuantas más familias puedan permanecer en el monte, con una vida digna de trabajo sostenible, menos probable es que se permita su deforestación”, asegura.

Además, toda la miel que producen es trazable y está asegurada con tecnología blockchain, lo cual permite localizar al productor y colmenas de donde proviene la miel.

La dulzura del monte nativo

Desde la cooperativa están en constante desarrollo de estrategias de agregado valor. Es el caso de la separación por origen floral y geográfico. “Somos la única cooperativa de Argentina que separa mieles monoflorales de manera comprobable. Agregamos todo el valor posible a la miel para demostrar que es un producto importante que proviene de la naturaleza”, sintetiza Ana.

Desde hace algunas temporadas producen miel de Flores de Atamisqui, una variedad única en el mundo. “Haber logrado producirla, es el fruto de muchos años de trabajo, estudio y observación de la naturaleza. El atamisqui es un arbusto autóctono cuya floración en el mes de noviembre perfuma todo el monte donde se encuentra”. Su miel es de consistencia líquida, sabor delicado y muy suave al paladar. Tiene el punto exacto de dulzor y suavidad.

Además, todas sus mieles están hechas de flores silvestres que crecen en el monte Chaco – Santiagueño. Bajo el nombre comercial de Wayra, se venden mieles de Palo Santo, Algarrobo y Quebracho. Cada variedad tiene un sabor, olor, textura y color diferente, lo que las hacen únicas.

Y así es  como campo, los bosques, los montes nativos llegan a nuestras vidas de la mano de la dulzura de la miel. ¿Quién se quedó con las ganas de probar un quesito con miel orgánica?

Primicias Rurales

Fuente: Agro Cultura – El Campo en tu vida