Por Juan Manuel Garzón 

Buenos Aires, 13 julio (PR/23) — Se sabe que el fenómeno de la inflación es de naturaleza macroeconómico, que aparece y se sostiene en el tiempo cuando la política económica resulta displicente y el gobierno se excede en el uso del poder de señoreaje (emisión de dinero).

Ahora bien, en la dinámica mensual, la tasa a la que crecen los precios de una economía puede verse afectada (en una u otra dirección) por cuestiones microeconómicas, como pueden ser el desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado de algún producto relevante (en términos del gasto de las familias) o una revisión tarifaria en algún mercado sujeto a regulación del propio gobierno (caso de muchos servicios)

  • En junio los índices de precios coinciden en una desaceleración de la inflación. El IPC de Ciudad de Buenos Aires, que había marcado un 7,8% mensual en abril, pasó a 7,5% en mayo y 7,2% en junio. Por su parte, el IPC de Córdoba, que había mostrado una tasa del 8,0% en mayo bajó a 5,4% en junio. En las canastas de ambas jurisdicciones se observa que los alimentos redujeron su tasa de inflación, ubicándose por debajo del nivel general, y que algunos rubros importantes, caso de aceites, carnes, frutas y hortalizas, mantuvieron sus precios casi estabilizados
  • La carne bovina es uno de los productos que más está contribuyendo a la baja de la inflación, a diferencia de lo que sucedía a comienzos del año, cuando su aporte iba en la dirección contraria. En los últimos dos meses, el precio interno de la carne ha crecido por debajo del 2% mensual. Por detrás de este fenómeno se encuentra un fuerte crecimiento de la producción de carne (que acumula un 10% en el primer semestre), que tiene mucho que ver con la sequía, la falta de pasturas, los problemas financieros y la necesidad de muchos productores de desprenderse de animales (importante aumento de la tasa de extracción de hembras) y acortar los plazos de engorde mediante sistemas intensivos. Se suma también una demanda externa firme en volúmenes, pero con mucho menor capacidad de pago que el año pasado
  • Los niveles de encierre y los índices de reposición en feedlots garantizan una afluencia importante de animales para los próximos meses. Por tanto, una eventual recomposición de los precios (de cierta magnitud) podría llegar recién hacia fines de la primavera o durante el verano, cuando los corrales se empiecen a vaciar y la demanda interna se fortalezca por factores estacionales
  • Finalmente, nótese que la elevada extracción de hembras de este año es un proceso no sostenible y que en algún momento va a revertirse. El 2024 podría mostrar un escenario muy diferente al actual, con retención de animales, menor faena y producción, exportaciones sostenidas, menor abastecimiento al mercado interno, y presión fuerte para la suba de precios de hacienda y carne.

 

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Fuente: IERAL Fundación Mediterránea