Las condiciones extremas están impactando en el cultivo de trigo y generando preocupación entre los agricultores y técnicos de la zona.
Rosario, 4 agosto (PR/23) — Agosto ha iniciado con un fenómeno climático excepcional en la región núcleo, con máximas récords que no se habían registrado en los últimos 100 años. Estas altas temperaturas se suman a un julio inusualmente cálido, en el que se ha duplicando la media mensual para la región.
Estas condiciones extremas están impactando en el cultivo de trigo y generando preocupación entre los agricultores y técnicos de la zona, según indicó un informe de la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
En la etapa actual del cultivo, donde el 30% de los cuadros trigueros están iniciando el macollaje y el 70% se encuentra en pleno macollaje, las altas temperaturas pueden afectar su desarrollo.
Según expertos consultados, el trigo requiere horas de frío para producir macollos, pero las elevadas temperaturas de julio están acelerando las tasas de desarrollo y crecimiento del cultivo, lo que puede acortar el periodo de macollaje.
Esta aceleración del macollaje puede resultar en un menor número de espigas por metro cuadrado y afectar el rendimiento del trigo.
En algunas localidades, se ha observado una disminución del 50% en la producción de macollos respecto a un año normal. Además, la situación es más grave en áreas donde julio dejó más de 30 mm de lluvia, ya que han surgido preocupaciones por la aparición de enfermedades fúngicas, como la roya anaranjada, que podría requerir múltiples aplicaciones de control.
La escasa oferta de agua también es un factor preocupante para gran parte de las zonas productivas de la región núcleo. Los pronósticos a mediano plazo indican que la primera década de agosto seguirá con bajos niveles de agua, lo que afectará aún más la condición del cultivo.
Así, las temperaturas récord y la escasez de agua están generando un escenario incierto para el cultivo de trigo en la región núcleo. Los agricultores y técnicos están atentos a los desarrollos climáticos y tomando medidas para mitigar los posibles efectos negativos sobre el rendimiento y la calidad del trigo. La situación exige una gestión cuidadosa y adaptativa por parte de los productores para enfrentar los desafíos impuestos por el clima cambiante y garantizar la seguridad alimentaria en la región.
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Fuente: BCR