Se trata de corredores de vapor de agua que, en años Niño, llegan con más frecuencia a la Cordillera de los Andes, específicamente a Neuquén, Mendoza y San Juan. En lo que va de 2023, ya ocurrieron al menos cinco eventos de precipitación en la Cordillera asociados a este fenómeno, lo que significa un alivio a una seguidilla de años secos en esa región. La mirada del INTA y del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA – Conicet) sobre este concepto meteorológico y su impacto.
Buenos Aires, 19 septiembre (PR/23) — Confirmado con un porcentaje de ocurrencia mayor al 90 % por los modelos internacionales, el fenómeno climático El Niño comenzó a dar señales. Es así, que iniciado septiembre se registraron diversas precipitaciones en algunas regiones del país, al tiempo que se observó un cambio global en las trayectorias de otros fenómenos climáticos tales como los ríos atmosféricos y ciclones.
Ahora bien, ¿qué son los ríos atmosféricos y qué impacto tienen en el ciclo del agua? Para Maximiliano Viale del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) del Centro Científico Tecnológico del CONICET en Mendoza, “los ríos atmosféricos son corredores largos y angostos de fuerte transporte de vapor de agua en la atmósfera, ríos de agua en estado gaseoso en la atmósfera”.
Según detalló, “su formación esta intrínsicamente ligada a la dinámica de los sistemas frontales y ciclones extratropicales, componentes importantes de la circulación general de la atmósfera”. De todos modos, señaló que, “su formación es habitual en las zonas subtropicales y extratropicales del globo terráqueo, y sobre los océanos debido a que son la principal fuente de incorporación de vapor de agua a la atmósfera”.
Como estamos en presencia del fenómeno climático de El Niño, explicó, las trayectorias por donde normalmente se trasladan los ciclones extratropicales, en el cinturón de los vientos del oeste, y, con ellos, los ríos atmosféricos sufren alteraciones en ciertas regiones del planeta.
Es así como “en nuestra región tienden a desplazarse levemente más cerca del Ecuador, sobre latitudes subtropicales e impactan, con más frecuencia, contra la Cordillera de los Andes en la zona de Chile central y Neuquén, Mendoza y San Juan en la Argentina”, indicó el especialista del IANIGLA.
En este punto, Viale detalló que “estos ríos atmosféricos, provenientes del océano Pacifico, ascienden por las laderas de las montañas y, así, se enfrían y condensan para dar lugar a precipitaciones donde, según la altura, cae en forma de lluvia o nieve”. Y subrayó que “son la principal fuente el recurso hídrico en las regiones bajas adyacentes en los Andes”, puntualizó Viale quien recordó que cuentan con un sitio web de permanente seguimiento y pronóstico.
En lo que va de 2023, ocurrieron al menos cinco eventos de precipitaciones en el norte de Neuquén y Mendoza, asociados a ríos atmosféricos. En este sentido, Gastón Moyano, observador agrometeorológico de INTA La Consulta, Mendoza, confirmó el impacto de los ríos atmosféricos en Mendoza: “En agosto se registraron nevadas en la Cordillera de los Andes -del lado argentino- durante tres días, como hace más de 15 años no se veía”. Viale dio un paso más y no dudó en asegurar que “los ríos atmosféricos están poniendo fin a una seguidilla de años secos en el norte de Neuquén y de Mendoza”. No obstante, Viale resaltó que “cuando estos ríos atmosféricos son muy intensos, producen lluvias y nevadas muy abundantes que generan excesos con desbordes de ríos y zonas damnificadas”.
Por su parte, Moyano destacó el fenómeno: “Toda la nieve acumulada en la Cordillera de los Andes nos permite tener reserva de agua para las épocas críticas de primavera-verano, cuando los cultivos demandan una gran cantidad de este recurso vital”. A su vez, reconoció la importancia de los ríos atmosféricos en la región: “Tienen un papel esencial en el mantenimiento de las reservas de agua dulce, como las aguas subterráneas, el flujo de ríos y arroyos y la capa de nieve”.
De acuerdo con el observador meteorológico de La Consulta, “la falta de precipitaciones en la provincia impactó en la producción ganadera local, principalmente en lo vinculado con el ganado bovino, caprino, equino, ovino y apícola”. Por otra parte, “el déficit hídrico en la región también complicó varios cultivares en Mendoza, donde se regaba con riego superficial, las horas de esos turnos se redujeron considerablemente”, explicó Moyano. Y agregó: “Recién ahora, las reservas de agua están llegando a niveles medios”.
Impacto en la cuenca del río Colorado
La nieve que se acumula durante el otoño y el invierno en la cuenca alta del río Colorado es la fuente de abastecimiento de agua para Mendoza, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires.
“La primera estación de aforo del río Colorado, Buta Ranquil (Neuquén), registró 13 años consecutivos de déficit hídrico con una caída de hasta un 60 % en la oferta hídrica”, aseguró Carolina Aumassanne, investigadora del INTA 25 de Mayo, La Pampa, al tiempo que agregó: “Puntualmente, en los últimos tres años, el derrame fue de entre un 35 y un 55 % por debajo del derrame promedio”.
En ese sentido, celebró la llegada de los ríos atmosféricos a la cordillera por su impacto positivo en la cuenca del río Colorado, destacó Aumassanne. En ese punto, detalló: “En lo que va del año, se registraron nevadas intensas en julio y agosto que alcanzaron valores de cobertura nieve total entre el 65 y 80 % de la cuenca alta del río Colorado”.
A partir de estos datos, y de mediciones de equivalente de agua nieve y cateos realizados por otras instituciones se estima “un mayor escurrimiento con un mayor caudal de agua en el río” y reconoció que “la situación hidrológica del río Colorado ha cambiado durante los últimos meses, junio, julio y agosto” respecto a los últimos años.
El INTA genera un informe periódico a nivel cuenca con información hidrometeorológica, realizado en forma conjunta entre la AER 25 de Mayo(EEA Anguil), con el Instituto de Clima y Agua de Castelar y la Estación Experimental de Hilario Ascasubi. Además, trabaja en la estimación de cobertura de nieve total y húmeda en colaboración con el INA, específicamente con el Subgerencia del Centro Regional Andino.
También articula con la CONAE, concretamente con la Gerencia de Observación de la Tierra, y de esta manera sumar datos que provee el radar de los satélites argentinos SAOCOM para analizar variables que asistan al monitoreo de la cuenca, como el equivalente en agua de nieve y el momento en el cual la nieve empieza a fusionarse.
“Es clave generar información calificada y el trabajo interinstitucional (INTA-INA-CONAE) para conocer cuánto nieva, cuándo empieza el deshielo y qué volumen de agua vamos a tener durante el año. Datos clave para el desarrollo socioeconómico de la región”, concluyó Aumassanne.
Primicias Rurales
Fuente: INTA INFORMA