Se trata del lago Tefé, ubicado sobre el río Amazonas y considerado un santuario de los delfines rosados y los tucuxis. El 10% de la población murió desde fines de septiembre. El récord lo marcó el 28 de ese mes, cuando el agua alcanzó los 39.1°. Dos científicos argentinos de la Fundación Mundo Marino y la ONG Yaqu Pacha participan del operativo de salvataje
El intenso calor y la sequía que asolan el norte de Brasil provocó una tragedia ambiental. Un inusual aumento en la temperatura del agua, que tuvo su pico el 28 de septiembre a las 16:00 horas, cuando trepó hasta los 39.1 grados centígrados, es hasta ahora la causa más probable de la muerte de gran cantidad de delfines y tucuxis del lago Tefé, ubicado en el estado de Amazonas, que se alimenta con agua del río homónimo y al que sólo se puede acceder en avión (a 1.20 hs. de vuelo desde Manaos) o en barco. Sólo ese día aparecieron muertos 70 individuos, pero desde mediados de ese mes hasta la fecha, se reportaron un total de 154 decesos, los de 131 delfines rosados (incluido en la lista de especies amenazadas en 2018 por la UICN -Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza-) y 23 tucuxis (en la misma situación desde 2020). Esto significa la muerte del 10% de la población de cetáceos del lago Tefé, considerado un santuario de esas especies.
Los científicos del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (IMCBio) y el Instituto de Desarrollo Sostenible Mamirauá (ambos dependientes de los ministerios de Medio Ambiente y de Ciencia, Tecnología e Innovación, respectivamente, de Brasil), se encuentran a cargo de la desesperante situación, e iniciaron la Operación Emergencia Botos (Delfines) Tefé. Alarmados por la gran variación de la temperatura del agua durante el día, que oscila entre los 29 y los 38 grados, ya enviaron 122 ejemplares para estudiar las causas exactas de las muertes y aplicar posibles soluciones. Hasta el momento, 17 individuos han sido evaluados con análisis histológicos y no se hallaron pruebas de que un agente infeccioso esté relacionado con la causa principal de mortalidad. El diagnóstico molecular (PCR) de 18 individuos también dio resultados negativos para los agentes infecciosos Morbillivirus, Toxoplasma, Clostridium, Mycobacterium y Pan-fungal, asociados por lo general a las muertes masivas de cetáceos.
Por la magnitud de la emergencia, alrededor de 50 especialistas de todo el mundo se han unido a la iniciativa, entre ellos Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino y Lorenzo von Fersen, biólogo y presidente primero de la ONG internacional Yaqu Pacha.
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El primero tiene una vasta experiencia en operativos similares de asistencia a fauna marina. Como miembro del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW, por sus siglas en inglés) colaboró en los operativos de rescate por los derrames de hidrocarburos que ocurrieron en Chile en 2005, en Antofagasta, y en la Bahía de Quintero, en 2014. También, como miembro de Aiuká, fue voluntario, en enero de 2022 al distrito de Ventanilla, de paliar las consecuencias de un derrame de hidrocarburos en la el Callao, Perú, Según contó, “por el momento se están realizando monitoreos e implementando distintas estrategias, entre las cuales, se encuentra la de movilizar los delfines hacia zonas de mayor confort para las necesidades de su especie. Esperamos poder aportar desde el conocimiento y la práctica que adquirimos desde hace años en el rescate de cetáceos. Para nosotros será una gran experiencia de aprendizaje con mamíferos acuáticos de ambiente dulce”.
Con respecto a la situación actual, Von Fersen indica que “Todos los datos llevan a la conclusión de que los animales se estarían muriendo por las altas temperaturas del agua que han llegado a los 40 grados. Esto fue un gran progreso del equipo liderado por la doctora Miriam Marmontel, quien se encuentra al frente de esta investigación desde el Instituto de Desarrollo Sostenible Mamirauá. Esto permitiría trasladar animales del lago al río. Si hubiera una enfermedad infecciosa eso no podría llevarse a cabo por el riesgo que supone llevar la infección hacia el Río Tefé u otras masas de agua que sean afluentes del Río Amazonas”.
La Operación de Emergencia Botos Tefé dividió sus tareas en tres frentes principales: Operación Vivo, Operación Muerto y Vigilancia Medioambiental. El sector de la Operación Vivo tiene como objetivo vigilar los grupos de delfines y tucuxis a lo largo del lago Tefé. Si algún individuo muestra signos de anormalidad, puede ser rescatado y enviado al Centro Flotante de Rehabilitación para su seguimiento y posible tratamiento e intervención. Hasta la fecha no se ha rescatado ningún animal. El Sector de Operaciones Muertas tiene como objetivo identificar y buscar los cadáveres de delfines y tucuxis en la región y realizar necropsias en estos animales para recoger muestras para análisis de laboratorio.
El de Vigilancia Medioambiental se compone, a su vez, de otros tres frentes: Agua, Peces y Fitoplancton. De todas las variables medioambientales y biológicas analizadas, la única que ha mostrado un comportamiento anómalo es la temperatura del agua. La mortandad de peces constatada se considera normal para episodios de sequía extrema en la región del lago de Tefé. El equipo de fitoplancton ha realizado un seguimiento del lago y ha identificado las especies de fitoplancton en la ensenada de Papucu, en el lago de Tefé. Desde el 3 de octubre se ha identificado una proliferación del alga Euglena sanguinea. Aunque tiene potencial ictiotóxico, es decir, que puede provocar la muerte de peces, hasta ahora no hay pruebas de que su toxina esté relacionada con la mortalidad de delfines ni de que haya causado la muerte de peces en el lago Tefé.
Pero además se utilizan otros métodos menos invasivos para guiar a los animales, como los “pingers”, que emiten un sonido para “ahuyentar” a los cetáceos, y el Huki Lau, un dispositivo adaptado de los pueblos tradicionales de Hawai que se asemeja a una cortina con estacas que impiden que los delfines se acerquen a las áreas críticas.
La sequía en la región de Amazonía ya afecta a 500 mil habitantes de la región y provocó que la navegación fluvial -para muchas poblaciones la única vía de comunicación- se vea restringida. El biólogo Philip Fearnside, que vive hace 40 años en la región y pertenece al Instituto de Investigación de la Amazonía (INPA) y es miembro de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2007, dos causas se unieron para provocar este desastre: el fenómeno de El Niño (el más fuerte desde la década del ‘80) y el calentamiento del océano Atlántico al norte de la línea ecuatorial, lo que limita la formación de nubes de lluvia.