Por Nicolas Razzetti | Analista Mercado Ganadero
Buenos Aires, lunes 8 enero (PR/23) — La oferta de ganado para la faena en los primeros meses del año, y muy probablemente hasta la entrada del invierno, será reducida. El cambio climático está generando el inicio de un ciclo ganadero opuesto al del año pasado, el de la retención.
En consecuencia, ya no se contará con la alta oferta de vacas y el destete será menor al esperado por lo que se espera una caída de por lo menos un millón de animales en la faena lo que equivale a la faena de todo diciembre.
La baja podría ser mayor si los ganaderos apuestan por la retención que podría ser impulsada tanto por factores positivos como la libertad comercial y el control de la inflación como por los negativos que llevarían a refugiarse en el capital hacienda.
Lo que queda por verse es de cuánto sería la retención, decisión que estará condicionada también por necesidades financieras, de reposición del stock perdido o disponibilidad de forraje.
Está claro que pese a la venta forzada por la seca el 2024 fue un año bueno para la cría y sobre todo en la segunda parte del año, se vendió bien el ternero y la vaca para faena, urgencias financieras no hay en forma masiva, si intenciones de reponer stock y producir más y el pasto está apareciendo por todos lados.
Si se da ese escenario de fuerte retención habrá menos faena de vacas y menos ganado para el engorde a corral sobre todo en el primer semestre.
La faena del 2024 será más baja a la de 2024 en un escenario económico y social complicado, en el cual la demanda interna ya dio muestras de tener sus límites para la suba de los precios de la carne y más allá de su marcada preferencia por este alimento.
La oferta será baja por como todos saben la sequía impidió en 2023 retener y hacer recría, los productores debieron vender más vientres de lo deseado y la mayor parte de los terneros fueron a los feedlots sin proceso pastoril previo.
En 2023 los engordes a corral recibieron 5 millones de animales, 10% que en 2022 cuando la sequía ya apretaba y cuando la faena fue también alta, aunque no tanto.
Los corrales se van vaciando, proceso propio de la época porque ya no quedan terneros y porque el número da mal para el que lleva al feedlot sin haber metido kilos a pasto.
Sin oferta importante de este eslabón de la cadena en los meses que viene, con caída marcada en la oferta de vacas y poca disponibilidad de novillos el mercado va a un escenario de escasez al menos en el primer cuatrimestre y hasta que aparezcan los primeros lotes terminados en forma intensiva.
En el segundo semestre la situación será diferente, pero hay que llegar hasta ese momento.
Al 2023 cerró con un mercado inestable, en inicios de diciembre el recambio electoral y la incertidumbre ante los anuncios y medidas llevaron a una suba del precio que chocó contra la realidad de la calle. Las fuerzas del cielo se la dieron contra el suelo y todo volví para atrás.
En enero lo que se ve es un sostenimiento de valores que están en niveles alto sen términos históricos y en función de la competitividad cambiaria para la exportación pero que podrían quedar atrasado en poco tiempo más de persistir una inflación tan alta como la de diciembre en el verano.
El precio del kilo de novillo, novillito y vaquillona de feedlot y de buen rinde en 1500 pesos significan casi 2 dólares por kilo vivo.
Los valores del novillo de exportación puesto en planta rondan los 2900 pesos con un dólar carne de 787 pesos también dan una cuenta similar y un precio por kilo en gancho de más de 3,60, valor superior al que pagan los frigoríficos en Uruguay y en Brasil que además tiene niveles de productividad y de ventas en los mercados internacionales mucho mayores.
Las medidas que tomó el gobierno y las que pretende impulsar generan confusión y desilusión en el sector.
Algunos festejan la mayor libertad exportadora y la mejora en la competitividad cambiaria, pero la inflación de este mes, la liberación del mercado de los combustibles, los aumentos salariales que se vienen y sobre todo la intención oficial de castigar al sector con más impuestos generan al menos mucha preocupación.
El interés de salvar el déficit incrementando primero la presión fiscal y sobre todo hacia el campo que apoyó masivamente al nuevo presidente causó desilusión y preocupación por las perspectivas para el negocio.
Los exportadores así lo han manifestado a los medios en diferentes oportunidades, dicen que todavía hay que esperar para ver cómo se acomodan los melones en el carro, pero al mismo tiempo no ocultan esa realidad: todo lo ganado puede escurrirse como arena entre los dedos con un par de meses de inflación alta, devaluación lenta y más derechos de exportaciones.
En definitiva, nada que no se haya vivido en los gobiernos anteriores.
Además, los exportadores cuentan con un gran cliente, China, que tomó la sartén por el mango del negocio y que marca el ritmo de los precios porque sabe que no tiene competidor alguno en el escenario mundial.
La otra demanda, la interna, está intacta en cuanto a sus intenciones de ingesta de carne vacuna y por eso el año pasado se bancó subas cercanas al 200% en el precio, es decir, superiores a la inflación relegando el gasto en otros productos.
Pero todo tiene un límite y por eso las fiestas pasaron sin pena ni gloria, no hubo en 2023 el efecto llenado de la heladera en la segunda parte de diciembre.
El vaciamiento de los feedlots y la oferta ganadera en 2024
Los 5 millones de animales que entraron a los feedlots en 2023 representaron el 35% de una oferta de 14,5 millones de vacunos y que fue la más alta desde 2007/2009.
Estamos desde la primavera en un proceso de vaciado de los corrales, aunque todavía cuentan con un stock significativo.
Según los datos del Senasa a fines de diciembre había 1,6 millones de animales en los corrales, nada más para un cierre de año y pensando que en el pico de ingresos se contabilizaron 2 millones de cabezas en los encierres intensivos.
Pero los datos sobre ingresos y salidas dan cuenta del vaciamiento que será más evidente en el verano y que se sentirá en marzo cuando regresen de las vacaciones lo que se puedan ir.
Según datos del Senasa en octubre entraron a los feedlots 282 mil vacunos y salieron 429 mil. En noviembre entraron 362 mil y salieron 418 mil y en diciembre ingresaron 309 mil y salieron 390 mil.
La información dura da cuenta de una reducción de los ingresos y un crecimiento en la salida de hacienda a los frigoríficos en el último trimestre del 2023 tendencia que continuaría en el verano.
Recién habrá una oferta importante para llevar a los engordes a partir de la zafra próxima, es decir, entre marzo y julio. Se espera que para esa época haya una fuerte participación en la compra de parte de los recriadores que gracias a las lluvias de la primavera/verano contarán con el forraje necesario.
El feedlot perdería poder de compra por sus altos costos y la imposibilidad de competir con el sistema pastoril por lo que se supone se concentrará en el engorde de vaquillonas y medirá sus compras para no enfrentar otras fuertes pérdidas.
Eso supone que durante al menos 3 o 4 meses las haciendas compradas por recriadores estarán pastoreando para luego entrar al sistema de engorde a corral por lo que la oferta de ganado para la faena será baja en el primer semestre del año. Y solo estará disponible hasta entonces lo que ofrezcan los feedlots que cada vez tienen menos ganado.
A eso se agregar que se espera una baja en los niveles de venta a los frigoríficos de vacas ya que se intentará retener para reponer rodeos diezmados por la seca y que las industrias siguen sin encontrar novillos en cantidad.
El escenario planteado de parte de la oferta es de escasez, el problema está en la demanda interna que consumo el 75% de la carne y que se ve seriamente castigada por las políticas macroeconómicas del anterior y de este gobierno que arrancó con una fuerte devaluación.
Algunos le ponen fichas a la exportación, esperan que compense el efecto de una demanda interna con cada vez menos poder de compra, pero para eso se requieren de medidas oficiales que frenen la inflación, sostengan la competitividad cambiaria y no aumenten costos como combustibles, energía eléctrica necesaria para el frío y los derechos de exportación. Por ahora las señales van en sentido contrario.
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Fuente: Agroeducación