Buenos Aires, lunes 22 de enero (PR/24) .- Hace 140 años en la actual localidad de Llavallol, Provincia de Buenos Aires, el Ingeniero Agrícola Eduardo Olivera solicitaba al gobernador Dardo Rocha la importancia de iniciar la formación agraria en nuestro país, visto la enorme capacidad agraria y productiva que nuestro territorio asomaba disponer.De ese Ingeniero precursor de nuestra profesión surgieron los primeros Ingenieros Agrónomos de nuestro país, titulación que luego a lo largo de años supo difundirse por todas las universidades a lo largo y a lo ancho de la patria.Hoy a casi un siglo y medio después, nuestro país es líder en materia de producción agroindustrial siendo competitivos y primeros en el ranking de exportación de muchos cultivos y derivados. 7 de cada 10 dólares son aportados por nuestro sector, lo que implica el 72 % de las exportaciones nacionales. 1 de cada 4 pesos de nuestro PBI se originan en el campo argentino.Esto sin dudas que no es producto del azar, o por todo lo que se siembre en nuestro suelo crece y se exporta. Esto no sería posible sin la presencia de los miles de profesionales Ingenieros Agrónomos y afines, que se encuentran en permanente formación y capacitación, evaluando y tomando decisiones tan transcendentales para los destinos macroeconómicos de nuestra patria como lo es la fecha de siembra, la elección de la variedad genética a sembrar, la correcta fertilización, o el momento justo de cosecha.Ninguna deuda se podría pagar sin ese capital humano producto de nuestro elevado nivel de competitividad internacional en producción agropecuaria. Sin embargo, los profesionales nos encontramos limitados por el marco institucional que, a pesar de los grandes consensos nacionales e incluso internacionales, las normativas no acompañan o limitan al momento de hablar un mismo idioma.La semilla y su mejoramiento genético resulta uno de los elementos fundamentales para el progreso de la producción y, por tanto, el aumento de la exportación y la generación de trabajo profesional y calificado. A pesar de que somos lideres en maquinaria agrícola, no somos lideres el fomento a la innovación tecnológica en materia vegetal y esto es debido fundamentalmente a las restricciones impuestas o mas bien, a la ausencia de actualizaciones necesarias para el libre desenvolvimiento de nuestra actividad profesional.La Adhesión de la Argentina a la Convención Internacional Sobre la Protección de Nuevas Variedades Vegetales (UPOV) Acta 1991 es una de las grandes deudas que nuestro país tiene, esta adhesión daría impulso al desarrollo genético de variedades tales como arvejas, lentejas, garbanzos, lechuga, tomate, maní, porotos, entre otros. Claves para mejorar la seguridad alimentaria donde nuestro país dispone del potencial para ser líder global.Como profesionales del mejoramiento genético vegetal no podemos dejar de mencionar que la adhesión de nuestro país al UPOV 91 significaría un salto cualitativo y cuantitativo, permitiendo incrementar el rendimiento por unidad de superficie de muchos cultivos, eficientizar el uso de los recursos como agua y suelo, incrementar el valor nutricional de los cultivos, ampliar la diversificación en variedades y por tanto, la biodiversidad de los cultivos no recayendo en el monocultivo, mejorar la rentabilidad al productor y sin dudas, aportar a nuestro balance de carbono con sus consecuentes efectos positivos sobre el calentamiento global.Adherir al UPOV 91 implicaría que los profesionales del sector podamos sugerir mejorar o simplemente actualizar las variedades genéticas que utiliza el productor, incrementando solo en Soja el ingreso de divisas a nuestro país por mas de 1.000 millones de dólares anuales, lo que implica un retorno promedio superior de entre 2.5 y 3 dólares por dólar invertido bajo las condiciones actuales, mejorando el ingreso del productor y potenciando la capacidad de trabajo de los profesionales de toda la cadena de valor.Resaltamos a su vez, que UPOV 91 no restringe el uso de los agricultores según se manifiesta en su Art 15 la cual incorpora (a diferencia de UPOV 78) la excepción facultativa permitiendo a los agricultores utilizar a fines de reproducción o multiplicación en su propia explotación el producto de la cosecha que hayan obtenido por el cultivo en su propia explotación, creando por tanto el derecho de uso propio. Así como tampoco regula temas comerciales, esto es que ninguna empresa podrá cobrar regalías por el uso industrial derivado del cultivo.Asimismo, destacamos que UPOV 91 solo se aplica en aquellas especies que haya algún tipo de mejoramiento y no es aplicable en especies nativas o criollas que de manera permanente los agricultores de pequeña, mediana escala o campesinos mejoran y utilizan.Naciones productoras y exportadoras, competidoras directas de nuestro suelo como Estados Unidos y Australia se encuentran adheridas, así como 29 de los 38 países que integran la Unión Europea. Sumado a que nuestro país es referente desde la investigación básica en el desarrollo de nuevas variedades de semillas, diferenciarnos de nuestros competidores locales de América Latina adhiriendo al Acta 91 seria una oportunidad de comenzar a liderar el desarrollo productivo a nivel regional.Adherir a UPOV 91 potenciaría el rol de organismos del estado abocados a mejoramiento genético como el INTA que es el principal obtentor de variedades de nuestro país con inversión pública, el CONICET y demás pymes y fitomejoradores resultando un desarrollo federal y abarcativo de las necesidades ecológicas y productivas de nuestro país.Asimismo, y en virtud de lo dispuesto por el Articulo 17 de nuestra Constitución Nacional, es importante mencionar que UPOV 91 no es un sistema de patentes ni se relaciona con la misma, que se encuentra regulada por la Ley 24.481 y en función de las directrices del INPI (Instituto Nacional de la Propiedad Industrial) no se patentan plantas, sino que se protegen por derechos del obtentor. UPOV 91 no cambia el sistema de patentes y sus principios, sino que regula el del obtentor.Adherir al Acta 1991 de UPOV significa un enorme salto institucional para nuestro país, que nos permitiría a los profesionales y fitomejoradores desarrollar con mayor amplitud y libertad el mejoramiento genético vegetal de modo de poder dar ese salto de calidad que le permita a nuestra nación volver a estar en la vanguardia, hablar el mismo idioma y poder incluso liderar la industria alimentaria internacional y para esto la sociedad Argentina demostró que no hay mas tiempo, la adhesión a UPOV 91 es necesario que no se postergue y que sea incluida en el dictamen de la Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos.
MESA DIRECTIVA CPIA
Fuente: CPIA
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