Buenos Aires, 11 de abril (PR/24) .- En las últimas semanas se reavivó un debate sobre la vacunación contra la fiebre aftosa, en el que participaron entidades del agro, laboratorios, legisladores, especialistas y diversos actores.
En esta ocasión, los disparadores fueron el precio de la vacuna y la regulación que pesa sobre su importación.
Hubo afirmaciones en el sentido de que en los países vecinos la vacuna cuesta una fracción de su precio en la Argentina. Argumento que se potencia por las regulaciones que rigen en el país, que exigen que la vacunación se haga con productos tetravalentes, es decir, que contengan cuatro cepas de virus, los que no se fabrican en ninguna otra parte del mundo. Este requisito rige desde 2005.
El debate sobre el precio es realmente vidrioso fundamentalmente porque no está sobre la mesa, para muchos participantes, toda la información que el mismo requiere. Además, el ejercicio supone alguna decisión arbitraria, ya que, para la comparación, hay que optar entre los tipos de cambio oficial, de importación (oficial más arancel más impuesto PAIS de 17%) o blue.
Otra dificultad que se agrega es que poca gente conoce, en la Argentina, el precio real de la vacuna, ya que la enorme mayoría de los productores paga un valor que incluye , además, los gastos del vacunador oficial o veterinario del establecimiento y toda la logística involucrada, que puede también tener un margen para la fundación de lucha local. En cambio, en otros países que no usan la figura de fundaciones, el productor compra la vacuna directamente en la veterinaria.
De todas formas, pensamos que esa discusión debería ser resuelta por el mercado en condiciones de competencia sobre las mismas bases.
El otro tema que requiere un análisis profundo es si debe seguir exigiéndose una vacuna tetravalente. Hay especialistas que sostienen que alguna de esas cepas perdió sentido hace tiempo por ausencia. Pero no es algo de lo que se pueda opinar sin el debido conocimiento.
En ese sentido, el Senasa tiene mecanismos para decidir, basado en ciencia -respaldo que nunca debe faltar- cuál es el mejor camino a seguir. Hay foros, locales e internacionales, donde se discuten, al tiempo que se comunican, las políticas oficiales, lo que permite la articulación de estrategias entre países con similares situaciones.
Esta semana el vocero presidencial Manuel Adorni anunció que aquel organismo iba a habilitar la importación de vacunas bivalentes, pero aún no se conoce la norma concreta.
El mercado considera que Brasil es la principal fuente potencial de aprovisionamiento de vacuna bivalente importada. Pero el hecho de que se está desarrollando en este mes la última campaña de vacunación para el 96% de los casi 200 millones de animales que hay en ese país, genera dudas en cuanto a que haya producto, con fábricas cerradas precisamente por eso. Pero será un tema a resolver por los operadores.
La economía argentina está plagada de regulaciones que distorsionan numerosos mercados, las que hay que eliminar en el camino hacia una mayor apertura, con los consiguientes beneficios generales.
En la medida en que se respeten iguales condiciones para todos, hay que bregar para que haya la mayor competencia posible.
El gobierno puede dar prioridad al análisis y evaluación de plantas extranjeras y de sus productos, de manera de acortar los tiempos usuales de habilitación, pero debe exigir lo mismo tanto a locales como foráneos.
La seriedad en el manejo de este tema no sólo incidirá en la sanidad del rodeo sino en las posibilidades del negocio ganadero, cuando se está exportando el 35% de la carne producida y se puede proyectar una penetración mayor, con razonables perspectivas de crecimiento.
La crisis de aftosa de 2000-2001 tiene, todavía, a todos los protagonistas suficientemente escaldados como para tomar decisiones de largo alcance en base a situaciones coyunturales.
Confiemos en que se tomarán las medidas necesarias para que no haya que optar entre mercado o ciencia, sino que ambos avancen de la mano.
Por Lic. Miguel Gorelik, Director de Valor Carne
Primicias Rurales