Las especies arbustivas, aunque afectan la producción de forraje para el ganado, aportan al ecosistema diversos beneficios. Por ello un equipo del INTA La Rioja recomienda reconsiderar las prácticas tradicionales de control para mejorar su conservación.
Buenos Aires, 12 de septiembre (PR/24) .- La gran presencia de arbustos afecta la producción de forraje para el ganado, por lo que se aplican prácticas que, para controlar esa abundancia, pueden dañar árboles y comprometer el retorno del bosque. Por ello, un equipo de investigación del INTA La Rioja estudió los rasgos de especies leñosas (árboles y arbustos) con la necesidad de reconsiderar el diseño de las prácticas tradicionales de control en la región de Los Llanos Riojanos.
El objetivo fue comprender cómo las prácticas de remoción de arbustos tendientes a mejorar la oferta de pastos modifican las características de las hojas, espinas y estrategias de regeneración de plantas individuales.
Luis Guzmán –técnico de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA La Rioja– explicó que “los estudios en zonas áridas destacan la importancia de conservar una proporción de arbustos en el ecosistema debido a los diversos beneficios que brindan. Por ejemplo, crean islas de fertilidad, lo que es beneficioso para la calidad del suelo, brindan refugio y alimento para la fauna silvestre, son una fuente de alimento para los caprinos, aumentan la diversidad de pastos debajo de sus copas, entre otros muchos beneficios”.
Lo que se propone no es reemplazar las prácticas tradicionales, sino mejorarlas, ya que se tiene en cuenta la visión funcional y el rol de muchas de estas especies leñosas. Para lograrlo, previo a la aplicación de prácticas de control de leñosas, se indica una evaluación sobre la abundancia de especies importantes –densidad, cobertura, estado sanitario, estructura poblacional, etc–.
“Se pretende que sean prácticas que mantengan un equilibrio entre la abundancia de pastos y leñosas, de manera tal que se conserven propiedades y procesos ecosistémicos clave, como la productividad forrajera, el secuestro de carbono a largo plazo, la regulación del balance hídrico, entre otros. En este punto, es fundamental el monitoreo continuo de los procesos y servicios ecosistémicos que obtenemos de los sitios tratados”, destacó Guzmán.
Desde el año 2019, se estudiaron y compararon los rasgos de plantas leñosas de la misma especie que estaban presentes en áreas roladas y áreas con desarbustado manual. Los rasgos de las plantas estudiadas en esos sitios pueden ser notoriamente diferentes a los que presentan las mismas especies en bosques degradados –arbustales– y bosques conservados –quebrachales–.
“Esto es muy importante porque esas características modifican la dinámica de múltiples procesos del ecosistema y por lo tanto repercute en los beneficios que nos brinda”, aclaró Guzmán.
Las especies que aborda el estudio son principalmente arbustos y árboles. Entre las especies de arbustos se destaca: tintitaco –Strombocarpa torquata–, lata –Mimozyganthus carinatus–, tusca –Vechellia aroma–, jarilla –Larrea divaricata–, brea –Parkinsonia praecox–, tala chico –Celtis chichape–. Mientras que las especies de árboles son: quebracho –Aspidosperma quebracho–blanco– y algarrobo negro –Neltuma flexuosa–.
Como resultado de esta investigación se destaca que, en campos ganaderos de la región de Los Llanos, los arbustos son altamente resistentes a las prácticas de remoción empleadas, pero no así los árboles.
Por último, Guzmán destacó que “en arbustos la capacidad de rebrote es un mecanismo que les permiten recuperar su cobertura rápidamente. Los rasgos de hojas cambian notablemente, ya que son más adquisitivas –tasas altas de fotosíntesis, crecimiento más rápido, etc–. También, se observan cambios en las espinas –mayor cantidad y más largas–, lo que permite mayor defensa contra la herbivoría”.
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Fuente: INTA