Buenos Aires, martes 24 septiembre (PR/24) — La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo.

San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort.

San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son más conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice: “María es fundamento y cabeza de nuestra orden”.

Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos.

El Padre Gaver, en 1400, relata como La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.

Nolasco la pide ayuda a Dios y, en signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.

Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.

Mons. Olivera: ‘La Virgen de la Merced nos invita a acogernos a su misericordia’

El obispo castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad argentino presidió la Eucaristía por la fiesta de esa advocación mariana, patrona y generala del Ejército Argentino.

El obispo castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad de Argentina, monseñor Santiago Olivera, presidió este martes 24 de septiembre la Eucaristía por la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona y generala del Ejército Argentino, en la basílica homónima ubicada en Tucumán.

En 1812, el general Manuel Belgrano solicitó la intercesión de Nuestra Señora de la Merced ante la batalla que debían librar sus tropas frente a los realistas.

Poco tiempo después de finalizada la batalla y en agradecimiento, el general Belgrano entregó a esa advocación mariana su bastón de mando y la nombró patrona y generala del Ejército.

En la homilía, el prelado manifestó: “Queremos decirle a la Virgen que queremos seguir sus mandatos, queremos seguir sus enseñanzas, queremos seguir e imitar su vida, que fue toda de Dios la que supo decir que sí, y por ese sí generoso es la madre de la misericordia, el sagrario de la misericordia. En ella habitó justamente este amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

“Sabemos que la Virgen de la Merced es una advocación antigua, siglo XIII, que los padres mercedarios y bajo la inspiración de san Pedro Nolasco instituyen esta devoción y este amor a la Virgen redentora de cautivos para otorgarnos la libertad”, dijo.

Y agregó: “Sabemos que María colaboró sin duda con el Señor para ser la madre de los que nos libera de verdad. María que colaboró, como hemos escuchado en el Evangelio de Juan, y es justamente lo que decíamos en la primera lectura, es el honor de nuestra raza. Esa evocación a Judit que valientemente ayudó al asedio de los formes en su pueblo, y María es la que con valentía y generosidad dijo que sí para que el Señor Dios se encarnara y nos traiga la salvación”.

“Celebrar en esta basílica -dijo- en este lugar a nuestra madre de la Merced, nos invita a todos a acogernos a su misericordia. Ella es la madre tierna que está con nosotros, es la madre tierna que nos sostiene, que nos anima en todos los momentos de nuestra vida. Y como Generala le podríamos decir, queremos dejarnos conducir por tus enseñanzas”.

Mons. Olivera destacó que “esas enseñanzas que fueron muy concretas en las bodas de Caná, diciéndole a los sirvientes, confiados en la obra y en la acción de su Hijo Jesucristo, adelantándola en la hora, ‘hagan lo que Él les diga’. Así como les dijo a los sirvientes en las bodas de Caná, también a nosotros hoy nos vuelve a decir y a susurrar en el corazón, ‘hagan lo que Él les diga'”.

“A veces descubrimos que en nuestras familias, en nuestras realidades, en nuestras patrias, en nuestros trabajos, en nuestras instituciones, faltan a veces algunas cosas para que ser más y mejores del Evangelio, para vivir más y mejor el Evangelio. Podemos escuchar con María, hagan lo que Él les diga”, subrayó.

El obispo castrense pidió que “cuando falten cosas, pongamos nuestra mirada en la Virgen, y proclamar el Evangelio de Juan al pie de la cruz, el testamento del amor sin límite de Jesús, también nos vuelve a renovar en la certeza y el consuelo de que María está al pie de cada hijo que sufre. Porque sufrimos los argentinos, porque sufrimos nuestra patria, porque estamos pasando momentos difíciles, pero sabemos que María está allí, que Jesús nos la dejó como madre”.

“Y María al pie de la cruz de Jesús también actualiza al pie de cada uno de sus hijos. María está de pie en el sufrimiento de nuestra patria. María está de pie en el sufrimiento de nuestra realidad y de nuestra vida”, aseguró.

Y continuó: “Queremos hoy poner nuestra mirada, nuestros ojos, nuestro corazón en María, la Virgen de la Merced, nuestra Generala, patrona del Ejército Argentino. Ponemos también bajo el manto de la Virgen, este deseo de que se consoliden desde nuestras raíces cristianas, marianas, que se consolide nuestro amor a Dios, nuestro amor a la Virgen, nuestro amor a la patria. En este siglo de peregrinar esta basílica, en este año tras año que honran nuestras fuerzas a la Madre de Dios para renovarlos en el servicio”.

“Ella que fue pura, puro servicio, la que se puso al servicio de los hombres, que se puso al servicio del plan de salvación. María que no se agrandó, sino que fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá para servir a su prima Isabel como signo de servirnos a todos”, exclamó.

Finalmente, explicó que el lema arquidiocesano ‘Con María de la Merced, seamos misioneros del reino’,  hace referencia al “reino de la verdad, el reino de la justicia, el reino de la paz, el reino del amor, que de corazón y con sinceridad todos, todos, nos convirtamos en misioneros del reino, porque nos sabemos amados por Dios sin límite, porque nos sabemos cercanos a la Virgen, podamos ser en nuestras familias y en nuestros ambientes misioneros del amor de Dios, misioneros de la verdad de Dios, misioneros de la justicia, misioneros de la paz, misioneros de la vida”.+

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Fuente: ACI Prensa / Agencia AICA