“La trazabilidad nos permite seguir el historial de cada animal a lo largo de toda la cadena, o sea, desde el origen al destino. Nos brinda seguridad sobre la calidad de lo que estamos comprando y ofreciendo, además de información para mejorar la eficiencia y productividad”, dijo Calderón a Valor Carne. Y detalló: “La famosa frase ‘lo que no se mide no se puede mejorar’, realmente es así. Pero no se trata sólo de poner caravanas electrónicas, ni siquiera son indispensables en ciertos casos, es gestionando los datos individuales como podemos corregir y mejorar un plan de trabajo”.

Las instalaciones de El 29.

Las instalaciones de El 29.

“El 29” cuenta con un feedlot para 22 mil cabezas instantáneas, donde engordan un 20-30% de animales propios y brindan servicios de hotelería. También tienen campos de cría con 2.000 madres Angus y otros de recría pastoril con suplementación.  Toda la hacienda se maneja con un sistema de trazabilidad individual desde el origen o a partir del ingreso al corral.

¿Por qué optaron por caravanas electrónicas? “Empezamos hace seis años porque ya el número de cabezas que manejábamos era muy alto. Todos los días pasábamos por la manga tropas distintas, alrededor de mil animales diarios. Entonces, sí o sí teníamos que buscar herramientas que agilizaran el trabajo”, recordó.

¿Y la información? “Ahí nos enfrentamos a otro problema, recolectábamos muchos datos con un bastón, pero no podíamos digitalizarlos ni gestionarlos rápidamente para tomar decisiones”, planteó.

La innovación

Ante esta problemática, pensaron en llevar el software con la base de datos de todos los animales del establecimiento a la manga. “Queríamos tenerla disponible ahí y poder registrar y actualizar la información de cada uno en el mismo momento en que hacíamos una práctica”, indicó.

Con esta idea, desarrollaron una aplicación que les permite ingresar a esa base de datos desde un celular o una tablet. “Una vez que identificamos con cuál estamos trabajando, podemos ver su historial, editarlo y cargar los nuevos registros, ponerlos al día”, subrayó.

Esta App se puede conectar inalámbricamente con cualquier tipo de bastón o incluso con la balanza. “Los lectores son tecnologías bastante simples. La tarea resulta más compleja cuando uno tiene que hacer algo más que leer como, por ejemplo, registrar datos. Pero estas funciones, en nuestro caso, las hacemos con la aplicación”, explicó.

¿Cómo desarrollaron la App? “La diseñamos con tres programadores de Río Cuarto: Martín Chiabrando, Joaquín Ottero y Agustín Del Giudiceo. Tengo entendido que hay otras iniciativas, o sea, otros establecimientos que están promoviendo cosas similares. Porque el que ya está usando caravanas electrónicas y lectores advierte que lo más importante es el sistema para gestionar la información y la aplicación para poder utilizarla rápidamente”, aseveró.

Al respecto, hay varios software que funcionan bien y guardan la base de datos en una nube. “Nosotros usamos Gepos. Pero no es lo único necesario, también hay que contar con una aplicación como la nuestra, que trabaje con ese sistema para que uno pueda, sin necesidad de internet, acceder a la ficha del animal desde la manga”, reiteró Calderón, refiriéndose a que de ese modo pueden grabar y guardar en el momento los nuevos registros, pesadas, sanidad y demás.

“Hoy nuestra App está integrada a Gepos, como opcional. Con esta batería de herramientas, alimentamos nuestra base de datos y la analizamos en la oficina para tomar decisiones”, resaltó.

En concreto, “a la hora de pensar en la trazabilidad individual, primero hay que tener un software de gestión y ver qué herramientas permiten digitalizar y subir la información a ese sistema lo más rápido posible, en tiempo real”, aconsejó.

En escalas chicas

Para Calderón, la experiencia de “El 29”, un establecimiento de gran tamaño y tecnología de punta, le permitió entender que, para llevar la trazabilidad individual, clave para mejorar la eficiencia, se puede identificar al animal de distintas formas, no solamente con el chip y el bastón.

“Uno puede leer la caravana visualmente, la tarjeta tradicional o el botón tiene un número y el productor lo puede tipear en la tablet para buscar la ficha de ese animal y actualizarla”, planteó.

¿Qué quiere decir con esto? “Si bien hoy se estableció la obligatoriedad y habrá que cumplir, pienso que no es totalmente necesario tener la caravana electrónica y salir corriendo por el bastón para llevar la trazabilidad individual. En algunos establecimientos son herramientas excelentes, de gran ayuda; y en otros, por ejemplo, con un volumen chico de animales, que pasan de tanto en tanto por la manga, el productor podría hacerlo leyéndolo él mismo”, opinó.

¿El bastón ahorra tiempo? “Sí, totalmente. Pero, por ahí, se empieza por el chip y el lector sin tener el sistema para manejar esa información, que es lo prioritario”, insistió.

Y enfatizó: “lo que sí es imprescindible en cualquier escala, es tener un número único de identificación para cada animal, registrar sus datos y prácticas y tener la información disponible para conocer su estado al momento y poder ajustar el manejo”.

¿Los productores podrán llevar esta trazabilidad? “Creo que sí, hay mucho desarrollo en sistemas de información y en aplicaciones para manejarla, muchas opciones accesibles y técnicos preparados para ayudarlos, sobre todo jóvenes. Por lo tanto, pienso que es el momento para poner en marcha esta iniciativa”, destacó.

En la práctica  

Para finalizar, Calderón se refirió a los resultados de la trazabilidad individual y cómo eso se traduce en decisiones empresariales.

“Nuestro principal logro es contar con una base de datos de más de 20 mil animales actualizada en tiempo real. O sea, si sucede algo en el campo, lo tenemos digitalizado al instante y lo vemos en una pantalla desde la oficina. Es una trazabilidad como la que lleva una industria, pero como son productos vivos, puede haber algún error, por ejemplo, un animal que pierde la caravana. De cualquier modo, los resultados son totalmente aceptables”, consideró.

¿Qué diferencial les brindan a los clientes? “Cuando se registra y pesa animal por animal, se nota que hay tropas bastante parejas y otras que tienen un gran desvío, que pesan 350 kg en promedio, pero hay puntas de 240 kg y otras de 400 kg. Eso ya te está dando un panorama de cómo es esa tropa que adquiriste, algo que, si no tuvieras un seguimiento individual, lo perderías”, comentó.

¿Y la industria exportadora? “Ellos compran invernada y la engordan en nuestros corrales o directamente se llevan animales para faena. Nosotros les ofrecemos la información y desde la planta pueden seguir la trazabilidad hacia atrás, entiendo que hay varias que ya lo hacen”, comentó.

Así las cosas, el frigorífico puede medir qué animal rinde más carne, cuál tiene mejor pistola, bife y demás. “Con eso podrían decir: ‘che, los animales que le compramos a este remitente, anduvieron muy bien comparados con este otro”, pensó, refiriéndose a que la información de confianza les permite diseñar estrategias particulares.

Por último, Caderón se refirió a la trazabilidad individual en los feedlots del país. “Hay muchos que utilizan caravanas electrónicas, pero no pueden brindar rápidamente la información a sus clientes, menos aún del ciclo completo. Eso, por lo pronto, nos diferencia, aunque creo que la mayoría busca avanzar en esa línea porque es lo que el mercado anhela. La gente quiere información de lo que está adquiriendo y consumiendo”, concluyó.

Fuente: Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne

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