Buenos Aires, miércoles 30 octubre (PR/24) — Los pastizales y las sabanas naturales cubren cerca del 54% de la superficie terrestre del planeta y albergan el 33% de los puntos críticos (hotposts) de biodiversidad global. Sin embargo, están siendo transformados a un ritmo alarmante.
A nivel mundial, solo el 8% de las sabanas y pastizales están protegidos y alrededor del 40% ya han sido transformados.
El cambio climático, el cambio de uso de la tierra y el manejo inadecuado o inexistente de ecosistemas son algunas de las mayores amenazas para estos ecosistemas. Su conservación, gestión sostenible y restauración son cruciales para alcanzar las metas del Marco Global de Biodiversidad (GBF, por sus siglas en inglés) acordadas hace dos años en Montreal.
Solo cinco de los 17 países megadiversos han presentado sus compromisos con la naturaleza. Y cuando se incluyen los pastizales y las sabanas, a menudo se hace solo de forma descriptiva y sin acciones o metas concretas, lo cual reduce el rol vital que podrían jugar.
CALI, Colombia 30 de octubre (PR/24) – A medida que líderes y expertos de todo el mundo se reúnen en la Conferencia de Biodiversidad de las Naciones Unidas -COP16- en Cali, Colombia, WWF y Fundación Vida Silvestre Argentina instan a los países a reconocer el valor de los pastizales y las sabanas naturales para proteger la biodiversidad y mitigar el cambio climático. Su importancia para la biodiversidad, el clima, la agricultura y la producción de alimentos ha sido sistemáticamente subvalorada y pasada por alto en todo el mundo.
Los pastizales y las sabanas naturales proveen funciones ecológicas irremplazables como el almacenamiento de carbono, protección contra las inundaciones, seguridad alimentaria a través de la producción responsable con el ambiente, además de poseer algunos de los niveles más altos de biodiversidad, especialmente en las regiones templadas. También son claves para la conectividad y los flujos ecológicos entre ecosistemas, como la Orinoquia, en Sudamérica, que sirve como corredor de especies y proporciona provisión y regulación de agua entre los Andes y la Amazonía. Además, los pastizales y las sabanas son fundamentales para las culturas llanera y gaucha, entre otras, muy características de algunoss países latinoamericanos.
La expansión de la agricultura, la conversión y el crecimiento urbano han reducido y alterado significativamente los ecosistemas de pastizales y sabanas de Sudamérica. En Argentina, se estima que entre 2000 y 2019 se perdieron más de 3 millones de hectáreas de pastizales naturales, siendo la ecorregión pampeana la más amenazada, hogar de especies icónicas y en peligro de extinción como el venado de las pampas. Además, millones de personas dependen de la salud de estos ecosistemas para vivir y alimentarse. En Paraguay, solo el 10% de los ecosistemas de sabanas y pastizales, como el Pantanal, están protegidos, aunque cubren casi un tercio del territorio del país. Las sabanas naturales representan el 42% de la Orinoquia colombiana. Sin embargo, están siendo transformadas a un ritmo alarmante de 200.000 hectáreas por año, convirtiéndolas en cultivos intensivos que afectan significativamente su biodiversidad y servicios ecosistémicos.
“En la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, todos los ecosistemas son importantes. Para alcanzar los objetivos de la CBD de la ONU y la CNMUCC, los gobiernos no pueden seguir ignorando a los pastizales y las sabanas”, dijo Martina Fleckstein, directora global de Políticas Alimentarias en WWF Internacional. “Si realmente queremos enfrentar las crisis interconectadas del clima y la biodiversidad, necesitamos estos aliados. El conocimiento sobre cómo proteger, gestionar de forma sostenible y restaurar estos ecosistemas ya existe. Ahora necesitamos ponerlo en práctica”.
Asegurar y mantener los pastizales y las sabanas naturales como ecosistemas saludables requiere de un enfoque estratégico a través de financiamiento innovador, compromisos globales y políticas nacionales:
Proteger: aumentar el área conservada de manera efectiva en áreas protegidas ecológicamente representativas y otras medidas de conservación efectivas (OMEC), para incluir ejemplos viables bien conectados de todas las ecorregiones de pastizales y sabanas (Meta 3 del MGB).
Gestionar: mejorar el manejo de los pastizales y sabanas del mundo para optimizar los niveles de pastoreo e impulsar la biodiversidad, para ayudar en la adaptación al cambio climático, aumentar el almacenamiento de carbono, reducir la compactación y la erosión, y aumentar otros servicios ecosistémicos asociados (Metas 8 y 10 del MGB)
Restaurar: implementar acciones de restauración en grandes áreas de tierras degradadas para restaurar los servicios ecosistémicos y mejorar los medios de vida de más de mil millones de personas que viven en tierras agrícolas degradadas. (Meta 2 del MGB)
Los pastizales y sabanas en Argentina
Los cambios en el uso del suelo, principalmente para actividades agropecuarias no sustentables y expansión urbana, han reducido y alterado significativamente los ambientes de pastizales y sabanas de la Argentina, poniendo en riesgo su biodiversidad y afectando los servicios ecosistémicos que brindan a las poblaciones locales. Son los ecosistemas más transformados, y por ende los más escasos. Son fuente de numerosos servicios ecosistémicos entre los que se destacan la producción de alimentos, la regulación de los recursos hídricos y la provisión de hábitat para una gran diversidad biológica, gran parte de ella amenazada de extinción.
En Argentina cuatro grandes ecorregiones contienen ambientes de pastizales y sabanas, que han sido históricamente transformadas:
Pampas: la ecorregión Pampeana cubre alrededor del 60% del área de pastizales de Argentina, siendo la más extensa y ocupando cerca del 15% del territorio terrestre continental del país. Posee una notable biodiversidad que incluye alrededor de un centenar de mamíferos terrestres, como el icónico venado de las pampas. Alrededor del 80% de los pastizales pampeanos ya han sido transformados para actividades agrícolas y ganaderas, y sólo el 2,6% se encuentra bajo áreas protegidas.
Campos y Malezales: también llamada la Sabana Mesopotámica, esta ecorregión es una llanura ondulada cubierta con diferentes tipos de pastizales. La vegetación está formada en el norte por pajonales y pastizales, compuestos por diversas comunidades de herbáceas con especies típicas de las ecorregiones del Gran Chaco y del Bosque Atlántico. Poco más del 20% de los Campos y Malezales ya fueron convertidos, mientras que tan sólo el 1% se encuentra protegido.
Espinal: caracterizado por pastizales y bosques y denominado como la “pampa boscosa”, alberga muchas especies pampeanas que son afectadas por la caza y la transformación del hábitat. Gran parte del Espinal está ubicado en terrenos con un alto nivel de desarrollo agrícola y urbanístico, lo que llevó a que cerca del 50% fuera convertido. Sólo un 1,6% de su superficie se encuentra protegida.
Chaco Húmedo: forma parte del Gran Chaco y se caracteriza por su gran cantidad de cursos fluviales y humedales. Alberga una particular flora y fauna, destacándose la cantidad de especies de reptiles, aves y mamíferos, muy distinta a las regiones más secas de la región chaqueña. Esta ecorregión sufrió la conversión del 15% de su superficie, y del territorio remanente sólo alrededor del 1% se encuentra bajo alguna categoría de protección.
“Desde Fundación Vida Silvestre Argentina buscamos conservar y proteger los pastizales y sabanas naturales de nuestro país para preservar tanto las especies nativas y los servicios ambientales que proporcionan a la sociedad, como también los valores culturales asociados a estos paisajes. Trabajamos de forma colaborativa con diferentes sectores para impulsar la creación y mejora de la gestión de las áreas naturales protegidas, fomentamos la implementación de buenas prácticas ganaderas, que sean compatibles con la conservación de los ambientes naturales y promovemos el ordenamiento ambiental de las actividades productivas en estos paisajes” afirmó Paula Guzzetti, coordinadora del Programa de Pastizales y Sabanas de Fundación Vida Silvestre.
Primicias Rurales
Fuente: Fundación Vida Silvestre Argentina