Buenos Aires, martes 5 noviembre (PR/24) — Para los fundadores de la firma láctea “La Primera”, ese nombre es un recordatorio diario de que el éxito no puede llegar si no es de la mano del esfuerzo. En su caso, aquel estuvo marcado por dos victorias comerciales: la producción de la primera leche de cabra en polvo de Latinoamérica, seguida por la primera leche de cabra larga vida, que hoy son exportadas –junto a otros productos que completan la paleta- a distintos destinos comerciales.

“El proyecto arrancó entre 2005 y 2010 en Cruz del Eje. En ese entonces teníamos un tambo propio de leche de cabra, con el cual elaborábamos algunos productos regionales. En un momento decidimos cerrarlo y parte de las cabras se vendieron, mientras que otras se regalaron a los productores de la zona para que mejoren sus majadas. A partir de eso empezamos a tener una relación con ellos y pensamos en la posibilidad de trabajar en forma de cuenca, como lo hacen otras dedicadas a la leche de vaca en el país”, relató Juan Ruiz, gerente general de La Primera, a Bichos de Campo.

“Nuestro primer foco fueron las alergias como APLV e intolerancia a la lactosa. La leche de cabra tiene beta-caseína A2, que produce mucha menos alergia en las personas, al igual que sucede con la leche de burra, por ejemplo. Ahora vamos más por el lado de la aumentación real y saludable, porque nuestros productores tienen sus cabras a pastoreo. Es un modelo de producción distintos al vacuno, mucho menos intensivo”, contó a continuación.

Si bien el epicentro de la firma estuvo en Córdoba, no tardaron mucho en avanzar sobre otras zonas del país como Catamarca y La Rioja, donde la producción caprina es importante.

“Los productores con los que trabajamos realizan ordeñe manual y nosotros les recolectamos la leche, que debe cumplir con ciertos estándares de calidad al igual que la leche de vaca. Trabajamos con unos 150 productores en Cruz del Eje y otros 200 en Catamarca y La Rioja. En total es un plantel de cerca de 20.000 cabras”, detalló Ruiz.

Pero a diferencia de otras empresas del rubro, La Primera no cuenta con una planta de procesamiento propia sino que sólo realizan el acopio de la leche. Esto se debe a que se guían por los dos períodos de pariciones de las cabras, que les permiten tener una recolección de verano, entre noviembre y marzo, y una recolección de invierno, entre junio y agosto.

“Hoy trabajamos con dos plantas de acopio, una en el paraje Santo Domingo y otra en La Guardia. Entre las dos recolecciones estamos procesando más o menos 1 millón de litros por año. Producimos a fasón y nuestra paleta de productos abarca leche entera y parcialmente descremada en polvo, leche larga vida entera y parcialmente descremada fluida, y dulce de leche. También vendemos leche para quesería y para otras empresas, como por ejemplo Rapa Nui que hace un dulce de leche de cabra. Y ahora vamos a lanzar además leche en polvo deslactosada”, celebró el gerente.

Las plantas de procesamiento, por su parte, se encuentran en Morteros, Córdoba Capital y Rosario.

A nivel interno, los productos de La Primera pueden encontrarse en los principales supermercados del país. A nivel externo, el mercado por excelencia es el asiático, aunque también cuentan con clientes en Colombia, Paraguay, Uruguay y Brasil.

En esto, certificaciones como la de “triple impacto” resultan clave para la empresa.

“Que seamos una empresa B certificada implica que tenemos una visión ambiental, social y económica en cada proceso que realizamos. Es una validación para nosotros, y nos permite explicar con fundamentos por qué hacemos lo que hacemos”, señaló Ruiz.

“Por dar un ejemplo, nosotros abarcamos la pata ambiental con el hecho de que las cabras están a libre de pastoreo y no consumen alimentos genéticamente. En la pata social realizamos distintas acciones como es pagar un porcentaje extra como comercio justo, por el producto de alto valor agregado que nos proveen nuestros proveedores”, añadió a continuación.

En esta línea, La Primera también está transicionando hacia la producción orgánica, que esperan pronto poder certificar.

-¿Este modelo de negocio les implica tener costos diferenciados respecto de otras firmas lácteas?-le preguntamos al gerente.

-Aunque el proceso y la maquinaria empleada es la misma, lógicamente por nuestra forma de llevar adelante el negocio tenemos costos adicionales respecto de lo que sería una producción convencional de cualquier tipo de leche. Aún así, en general la leche de cabra tiene un valor mucho más alto que la leche de vaca a nivel internacional. Es entre 2 y 2,5 veces el valor de la leche de vaca.

-Han logrado muchas cosas en este tiempo. ¿Qué otros proyectos tienen en mente en el largo plazo?

-Nosotros queremos ir aumentando nuestra producción. Como en cualquier empresa láctea, la escala genera una baja en los precios y nosotros apuntamos a eso, a lograr que nuestro producto sea más accesible para el público en general. La idea es básicamente ir abriendo más plantas de acopio en distintas zonas que ya tenemos estudiadas, e ir ampliando la gama de productos.

-¿Están conformes con la recepción de los clientes? ¿Les implicó mayores esfuerzos en campañas de comunicación?

-La parte más difícil de nuestro trabajo hoy es la captación de clientes, porque después una vez que el productor prueba el producto, la recepción es muy buen y en general lo vuelven a consumir, ya sea la leche o sus derivados. Logramos esa fidelización. Lo más complejo es generar el cambio de mentalidad, de pasar de consumir los lácteos tradicionales a estos alternativos. Es todo un cambio de hábito.

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Fuente: Bichos de Campo