Buenos Aires, 11 noviembre (PR/24) — Cada 11 de noviembre la Iglesia católica celebra la fiesta de San Martín de Tours, un militar romano que nació en Panonia (en el actual territorio de Hungría) en torno al año 316 y que, siguiendo la tradición familiar, ingresó a los 15 años a la guardia imperial, aunque pronto se convirtió al cristianismo, donde llegó a ser obispo.

Es el Patrono de Francia, de la Guardia Suiza del Papa y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aunque prácticamente nadie festeja ni es asueto en la Capital Federal (como sí ocurre con las fechas patronales en cualquier otro lugar y fecha) debido a que fue designado por sorteo y en consecuencia fue resistido desde el momento de su elección.

También dio nombre al municipio misionero San Martín de Tours, cercano a Oberá.

 

El Santo de la capa y la “capilla”

Hacia el año 337, encontrándose Martín con las huestes romanas en Amiens, al norte de Francia, vio a un mendigo recostado junto a la puerta de la ciudad, tiritando de frío. El noble soldado al verlo en esas condiciones, espada en mano, dividió su capa en dos: una mitad la conservó por respeto a quien se la otorgó, el Imperio al que servía, mientras que la otra la usó para cubrir el helado cuerpo del mendigo, dándole cobijo y abrigo.

El gesto dejó atónitos a quienes lo presenciaron, ya que los oficiales romanos, por regla, jamás mostraban compasión o piedad por nadie, menos con los débiles.

Aquel gesto de amor por el prójimo, de desprendimiento y justicia, ha quedado perennizado en el arte, en óleos y frescos, como puede constatarse fácilmente si se revisa la iconografía del Santo. Mención aparte merece la impresionante pintura que hizo El Greco (1541-1614) representando el episodio entre el santo y el mendigo.

Una vez que Martin renunció a la milicia, se unió a los discípulos de San Hilario de Poitiers y adoptó un modo de vida ascético y de oración constante. Lamentablemente, Hilario tuvo que exiliarse y abandonar Poitiers, por lo que Martin decidió también dejar la ciudad y asentarse en Milán. Allí se reencontró con su madre, a quien convirtió al cristianismo aunque no tendría la misma suerte con su padre.

Cuando Hilario regresa a Poitiers, Martin decide ir a su encuentro. De vuelta a la ciudad francesa, se dedicó a impulsar la construcción de un monasterio en Ligugé -el primero en construirse en Europa-. Allí vivió como monje durante una década bajo la dirección espiritual de Hilario, su preceptor espiritual. Este lo prepararía para el diaconado y el sacerdocio. Tras recibir el orden sacerdotal, Martin fue elegido obispo de la ciudad de Tours.

El obispo Martín fundó una comunidad denominada “Maius Monasterium” (monasterio mayor), también conocida como Marmoutier. Además, en su afán evangelizador, dedicó los últimos 25 años de su vida a viajar por las regiones de Turena, Chartres, París, Autun, Sens y Vienne.​

La muerte lo encontró en Candes (actual Candes-Saint-Martin) el 8 de noviembre de 397. La fecha del 11 de noviembre que se le asigna en el Santoral católico es la del día de sus funerales.

Tras su fallecimiento, la media capa que había regalado alguna vez a aquel mendigo fue hallada y puesta en una urna, construyéndose un santuario pequeño para conservarla y que sirviera al mismo tiempo como lugar de culto.

De ahí se cree que nació el uso del término “capilla” para designar a un templo pequeño: como en latín “media capa” se dice “capilla”, aseguran que la gente solía decir: “Vamos a orar donde está la capilla”, en alusión al santuario de San Martín de Tours. La costumbre habría devenido en el uso, más corto y coloquial, de la expresión “vamos a la capilla”.

De esta forma, la palabra “capilla”, mediante su vulgarización, empezó a denotar cualquier edificación o espacio pequeño dedicado exclusivamente a la oración o la liturgia. Fue así, con este significado, como el término quedaría incorporado a muchas lenguas, incluyendo el castellano.

El Patrono “indeseado” de Buenos Aires

En tiempos de la llegada de los europeos a América, la costumbre obligaba a los conquistadores españoles a consagrar todas las ciudades que fundaron a algún santo.

La “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires” no podría haber sido la excepción. Entonces, los fundadores decidieron barajar nombres y echarlo a suertes. Se confeccionaron las balotas marcadas con los nombres de los candidatos, y se determinó que la ciudad se pusiese bajo la protección del santo o santa que saliese sorteado.

Realizado el sorteo, podía leerse el siguiente nombre en la balota extraída: “San Martín de Tours”. Muchos se mostraron disconformes por tratarse de un “santo francés”, así que decidieron repetir el proceso dos veces más, pero las dos veces siguientes volvió a salir el nombre del santo de Tours.

Los fundadores no presentaron más objeciones y aceptaron el resultado como voluntad divina y de esta forma San Martín de Tours quedaba elegido definitivamente Patrono de la capital del Virreinato del Río de la Plata, hoy República Argentina.

Sin embargo, aunque en su momento sí se consideraba feriado el 11 de noviembre en la ciudad de Buenos Aires, desde hace muchos años posee el extraño merito de no celebrar a su Santo Patrono ni con fiestas populares ni siquiera con un día de asueto.

Esta escultura de Ermando Bucci en la plazoleta de Posadas, Schiaffino y Alvear es uno de los pocos “vestigios” de San Martín de Tours en la Capital Federal

Fuente: ACI Prensa / Primera Edición

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