Buenos Aires, viernes 10 enero (PR/25) — San Gonzalo, de origen español y nacido en Taglide, dentro del reino de Portugal, provenía de una familia noble. Desde su infancia, manifestó signos de futura santidad, realizando acciones que la gente consideraba milagrosas.

Destacó en virtudes como la castidad y la misericordia hacia los pobres. Durante su peregrinaje, visitó los cuerpos sagrados de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, y posteriormente se dirigió a Jerusalén para visitar el Santo Sepulcro.

Su devoción a la Virgen María lo llevó a buscar la guía de la Madre de Dios para encontrar el camino más seguro hacia la gloria. María se le apareció y le aconsejó que adoptara el hábito del venerable Santo Domingo.

San Gonzalo obedeció este consejo, profesó en la orden dominica y, con el permiso de su Prior, regresó a una ermita cercana a Amarante para llevar una vida solitaria y penitente. Durante este período, Dios obró muchos milagros a través de él, incluyendo el surgimiento de una fuente de vino al golpear una roca con su bastón.

Tras vivir muchos años de manera santificada, San Gonzalo falleció en paz el 10 de enero del año 1260, entregando su alma al Señor.

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Fuente: Proyecto Emaús