Hombre de acción

San Albino ocupó la sede de Angers entre los años 529 y 550.

Como un buen pastor, guió con celo a su grey, siempre a la guarda de las buenas costumbres y la virtud. Quizás esto le granjeó cierta fama de severo o rígido, pero de ninguna manera de obispo carente de humanidad; todo lo contrario.

En dicho Concilio, San Albino abogó, por ejemplo, por el restablecimiento de las condiciones canónicas relativas al matrimonio que prohibían a los contrayentes tener vínculos cercanos de parentesco; condición que se había relajado en favor de los intereses de la nobleza o por motivos relacionados a la institución de la herencia.

Hombre de Dios

A San Albino se le considera patrono de los niños enfermos de ceguera y de tos ferina.

La tradición lo señala como alguien que realizó muchos milagros en vida. Cuenta una famosa historia que, a través de su intercesión, un joven llamado Albaldo fue devuelto a la vida. Otra fuente refiere que, después de que el santo hubo intercedido sin éxito por la vida de un grupo de ladronzuelos condenados a muerte, una parte del muro de la prisión en la que estaban se derrumbó durante la noche y éstos pudieron escapar. Aquellos jóvenes entendieron que Dios les había dado una nueva oportunidad y regresaron a ver al santo, prometiendo cambiar de vida. Se sabe que también curó a varias personas que padecían ceguera, especialmente niños.

La devoción a San Albino hoy está bastante extendida en países europeos como Italia, España, Alemania y Polonia. Muchos templos y parroquias están dedicadas a su memoria en Francia, su tierra natal.

San Albino de Angers falleció el año 550, y su cuerpo fue sepultado en la iglesia dedicada originalmente a San Germán de Auxerre, levantada por el rey franco Childeberto I y San Germán de París. Esta iglesia sería dedicada más adelante a nuestro santo de manera definitiva.

Primicias Rurales

Fuente: ACI Prensa