Por Laura Caullo y Guadalupe Galíndez
Buenos Aires, sábado 8 de marzo (PR/25) — Las mujeres siguen enfrentando mayores dificultades para acceder a empleos de calidad. Participan menos en el mercado laboral, tienen más trabajos informales y están poco representadas en sectores estratégicos como la ciencia y la tecnología.
Claves a resolver:
– Menos empleo formal y más barreras para crecer
– Mayor carga de tareas del hogar y cuidado
– Menos presencia en sectores de alto salario y demanda
En cuanto a la tasa de empleo, la tendencia es: a menor
nivel de ingresos, hay una menor presencia femenina. Mientras
que solo el 24% de las mujeres en el primer quintil tienen
empleo, en el quintil más alto la cifra asciende al 59%. Si bien
esta dinámica también se observa entre los varones de
diferentes niveles socioeconómicos, sus tasas de actividad y
empleo se mantienen consistentemente por encima de las
femeninas en todos los casos. Factores como el salario esperado,
las oportunidades de empleo y los costos asociados al cuidado
de los hijos inciden directamente en estas diferencias.
En línea con lo anterior, pese a que la tasa de actividad de las
mujeres y su nivel de ocupación es históricamente inferior a la
masculina, el porcentaje de mujeres trabajando con estudios
superiores completos es mayor al de los hombres. Así, una de
cada tres mujeres ocupadas posee estudios superiores
completos mientras que esta proporción se reduce a uno de
cada cinco en el caso de los varones.
Sin embargo, esta ventaja educativa no se traduce en una inserción laboral más favorable. A nivel nacional, sólo el 34% de las mujeres en edad laboral accede a un empleo formal en relación de dependencia, mientras que un 21% trabaja como asalariada informal y un 14% es cuentapropista.
En contraste, el 42% de los varones
tiene empleo formal, aunque la informalidad y el
cuentapropismo siguen siendo opciones frecuentes
(22,6% y 20,5%, respectivamente).
Además, la inactividad laboral es significativamente
mayor entre las mujeres: por cada varón inactivo en
edad de trabajar, hay cuatro mujeres en la misma
condición. Esto refuerza la persistencia de los roles de
género en la organización familiar y las dificultades
adicionales que enfrentan las mujeres para acceder y
mantenerse en el empleo.
Dentro del conjunto de trabajadores registrados, los
aportantes al SIPA en septiembre de 2024 evidencian
marcadas diferencias de género en el empleo formal.
En el sector privado, los varones casi duplican en
número a las mujeres. En el monotributo, la
distribución es más equitativa, lo que sugiere que
muchas mujeres recurren a esta modalidad ante la
dificultad de ingresar al empleo asalariado formal. La
feminización del trabajo doméstico es evidente, con
casi 389 mil mujeres aportantes en casas particulares
frente a solo 12 mil varones. Finalmente, la baja
presencia femenina en el régimen autónomo indica
menores oportunidades para las mujeres. Estos datos muestran cómo las brechas de género en el mercado laboral también se trasladan al sistema previsional, afectando la estabilidad y protección social de las trabajadoras.
Segregación laboral y feminización del trabajo
Además de las diferencias en la participación y el acceso al empleo formal, las mujeres continúan
concentrándose en sectores de menor productividad y menores niveles salariales. Un claro ejemplo es su alta presencia en trabajos vinculados al cuidado, como el servicio doméstico, la educación y la salud, donde la proporción de mujeres es al menos el doble que en sectores con mayores niveles de productividad e ingresos.
En Argentina, las mujeres representan el 71% del empleo en enseñanza, el 72% en el sector de la salud y el 95% en el servicio doméstico, que además se caracteriza por una alta informalidad. Esta distribución laboral no sólo limita su acceso a mejores oportunidades económicas, sino que también genera ineficiencias y rigideces en el mercado de trabajo.
Si bien la movilidad hacia sectores de mayor productividad ha ido en aumento, la segmentación del empleo sigue estando influenciada por la división tradicional del trabajo y la organización social del cuidado. Estos factores continúan siendo barreras para la inclusión plena de las mujeres en el mercado laboral.
Primicias Rurales
Fuente: Ieral. Fundación Mediterránea