La fuerte presión cambiaria amenaza la reactivación de la economía, que está llegando al pico de actividad que se había tocado a fines de 2017. En el equipo económico critican a los inversores porque “la vienen corriendo de atrás” y no terminan de entender el plan

Como consecuencia de este desbalance, el Central acumula ya dos semanas enteras de fuertes saldos vendedores, totalizando un rojo superior a los USD 1.400 millones. Las reservas netas calculadas con la modalidad del FMI ya están en USD 6.000 millones negativas.
Todos los contratos de futuro de dólar pegaron un fuerte salto, evidenciando una mayor búsqueda de cobertura por parte de las empresas y los inversores
La presión cambiaria también se notó en otros segmentos. Todos los contratos de futuro de dólar pegaron un fuerte salto, evidenciando una mayor búsqueda de cobertura por parte de las empresas y los inversores. El aumento también se dio para los plazos más cortos.
Teléfono descompuesto
Los anuncios sobre desembolsos del FMI, acompañado por otros organismos multilaterales, no consiguieron el efecto buscado por Caputo. En primer lugar, fue el propio organismo el que evitó confirmar la cifra anunciada por el ministro el jueves, algo que recién llegó 24 horas más tarde. Pero ese “teléfono descompuesto” generó un impacto negativo entre los inversores.
Además,. quedaron otras incógnitas. Por ejemplo, muchos no le creyeron a Caputo que las reservas realmente terminen en niveles de USD 50.000 millones, cuando el viernes perforaron el piso de USD 26.000 millones. Esto supone que la mayor parte del monto involucrado en el programa sería desembolsado casi en su totalidad ni bien llegue el visto bueno del directorio. Se trataría de un gesto inusual del organismo, pero no imposible si hay decisión política. Se trata de otras de las preguntas aún sin respuesta.

La creciente desconfianza de los mercados respecto a la continuidad del 1% de ajuste del tipo de cambio oficial tiene su razón de ser. En primer lugar porque ni el propio Caputo lo confirmó. “Son los temas que estamos hablando con el FMI”, había respondido la semana pasada y nunca volvió a aclararlo.
Pero además del misterio alrededor del nuevo programa con el organismo, volvió más que nunca la discusión sobre el atraso del tipo de cambio oficial.
Fernando Marull aportó una comparación muy relevante: los $20 por dólar de principios de 2018 equivalen a $1.223 de hoy. Se trata, aclara el economista, de un nivel similar al que tiene actualmente el CCL ($1.290). El tema es que posteriormente a ese valor en la gestión de Mauricio Macri sobrevino una fuerte crisis cambiaria.
Obviamente el tipo de cambio a $1.070 es incluso mucho más bajo que los $20 correspondiente al 2018, algo así como $16,50 de entonces.
Salvo que la Argentina entre rápidamente en un fuerte proceso de ingreso de capitales, no será sencillo en absoluto mantener el dólar oficial en los niveles actuales y mucho menos aumentando solo 1% por mes.
Pulseada
Claro que es posible ganar tiempo, aguantar algunos meses a partir del desembolso del FMI y los dólares que entren por la cosecha gruesa. Allí está la pulseada en buena medida: el gobierno que busca resistir con este influjo de divisas y un creciente número de empresas e inversores que creen que tampoco así será suficiente. Y actúan en consecuencia.

Algunas consultoras como LCG fuerzan el cálculo de una eventual presión cambiaria casi al infinito. Según su último reporte, los recursos “que pueden ir potencialmente al dólar superan el equivalente a USD 100.000 millones”. Ese cálculo incluye ítems discutibles como depósitos bancarios, Lecaps y depósitos en pesos en general.
Sin embargo, la consultora también aclara que la crisis de 2002, por ejemplo, se dio con muy pocas reservas, pero con un flujo positivo lo suficientemente grande como para dar previsibilidad cambiaria.
Dilema
El dilema ahora es cómo revertir la actual dinámica del mercado cambiario para conseguir ese ingreso de capitales. La respuesta no es fácil, porque la salida del cepo no es una opción factible para el equipo económico al menos en este contexto, en que presión e incertidumbre cambiaria contrastan con una economía que presenta datos cada vez más positivos. La actividad económica de enero ya está 6,5% arriba en relación al año pasado. Y según estimaciones de Equilibra, en febrero la expansión ya mostrará un incremento que se estiró al 7,5 por ciento.
“Para febrero la serie desestacionalizada del EMAE llegaría a valores similares a los del récord histórico de actividad de noviembre de 2017”, aseguraron.
El gobierno de Milei se enfrenta así a un enorme desafío: romper la maldición de los eternos rebotes que nunca terminan de consolidar en un crecimiento genuino. La presión cambiaria, la suba del riesgo país y en general el clima de mayor incertidumbre financiera amenazan una vez más con afectar esta recuperación que empieza a derramar cada mes en más sectores.
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Fuente: Infobae