(Con aprobación eclesiástica)*
“¡Queridos hijos! En este año de gracia los invito a la conversión. Pongan a Dios, queridos hijos, en el centro de su vivir y los frutos serán el amor hacia el prójimo y la alegría de testimoniar; y la santidad de su vida llegará a ser el testimonio verdadero de la fe. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”