Buenos Aires, 19 febrero (Especial de NA, por Matilde Fierro) –
– La tan esperada cosecha de granos gruesos, en especial soja y
maíz con epicentro en el otoño puede enfrentar un escenario de
lluvias que compliquen las tareas de recolección y provoquen
pérdidas de rentabilidad en los productores.
Esta es la síntesis del diálogo con el especialista en
agroclimatología Eduardo Sierra, quien recientemente difundió un
informe estacional del clima para la Bolsa de Cereales de Buenos
Aires en el que dijo que "La Niña" continúa con su disipación y el
Océano Atlántico está muy perturbado.
Es decir que la cosecha gruesa, que está concentrada en la Zona
Núcleo, en el 80% de la producción, en un área constituida por el
centro sur y sur de Santa Fe, el oeste de Entre Ríos, el este de
Córdoba y el norte de Buenos Aires (con campos más altos)
probablemente tenga dificultades climáticas en marzo y abril
cuando arranca la recolección.
Ocurre que "el Océano Atlántico viene observando una intensa
actividad, que es la que controla la marcha del clima sobre la
mayor parte del área agrícola sudamericana", expresó.
"Este mecanismo consiste en una puja entre la corriente marina
cálida del Brasil, que aporta agua cálida desde el Ecuador hacia
el Sur y la corriente marina fría de Malvinas, que aporta agua
fría desde el Polo hacia el norte", explicó Sierra a NA.
La situación implica que la Zona Núcleo está a merced de
fenómenos causados por esta puja, como una sudestada (viento por
el eje del río), el ingreso de aire marítimo y la consecuente
lluvia.
Para Sierra el volumen de producción no va a ser afectado, pero
sí en cambio la rentabilidad del productor que tendrá que
movilizarse como pueda en caminos anegados y cosechar granos
húmedos de los que deberá pagar el secado.
"De todos modos sólo hablamos de una posibilidad y no de una
predictibilidad que es saber cuándo y cómo. Es previsible que va a
seguir habiendo este tipo de lluvia y humedad", sostuvo el
especialista.
Por lo tanto, cuando se producen precipitaciones muy
concentradas en el tiempo y en el espacio, como suele suceder
durante las tormentas severas, éstas resultan muy poco
eficientes y causan problemas contrapuestos.
Por un lado, los terrenos altos reciben un alivio parcial, ya
que la mayor parte del agua escurre rápidamente hacia los bajos,
"no reponiendo totalmente las reservas de los suelos", evaluó.
Mientras que "por otra parte, el escurrimiento de los terrenos
altos corre hacia los bajos, donde se acumula, persistiendo
durante largo tiempo, ya que no pueden desagotarse por
escurrimiento superficial debido a la escasa pendiente del área y
deben hacerlo por evaporación y percolación".
Esto hace que, en el área, co-existan frecuentemente terrenos
altos con sequía y terrenos bajos anegados.
Sierra señaló que durante la campaña actual, 2016-2017, la
influencia de los fenómenos que tienen su epicentro en el Océano
Pacífico ("El Niño" y "La Niña") fue muy débil.
Contrariamente, es el Océano Atlántico el que tiene una intensa
actividad perturbadora.
No obstante, la sequía que asoló a parte del sudeste y todo el
sudoeste de la región pampeana y donde hubo importantes pérdidas
de girasol, además de soja y maíz, el Panorama Agrícola Semanal
(PAS) de la Bolsa porteña ratificó sus estimaciones productivas.
Afianzó su proyección de producción total en el país de 54.8
millones de toneladas de soja y más aún no descartó "la
posibilidad de lograr un volumen aún mayor si las condiciones
climáticas continúan favoreciendo el crecimiento y desarrollo del
cultivo".
Sin embargo, el pronóstico a corto plazo prevé lluvias de
variable intensidad en regiones de gran relevancia, que a la fecha
mantienen una elevada humedad ambiental y en donde nuevas
precipitaciones podría impactar de forma negativa sobre la actual
condición sanitaria de los cuadros, precisó el PAS.
Además mantuvo la proyección de producción de maíz con destino
grano comercial para la campaña 2016-2017 en 37 millones de
toneladas, un 23 por ciento superior al ciclo previo ya que el
volumen cosechado en 2015-2016, con retenciones (ahora
no) fue de 30 millones de toneladas.
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