Biólogos de la Universidad de Groninga (UG), Países Bajos, han descubierto que el cambio climático tiene un efecto en los enfrentamientos regulares entre el carbonero común y papamoscas cerrojillo de varios colores durante la temporada de reproducción. En algunos años, los carboneros mataron al 10 por ciento de los papamoscas de varios colores. Los investigadores de UG publican un análisis de este comportamiento en la edición de este jueves de la revista ‘Current Biology’.
Los carboneros no son solo las aves graciosas y esponjosas que se alimentan de fuentes de energía en tu jardín durante el invierno. “Durante la temporada de reproducción, pueden volverse muy agresivos”, dice el biólogo Jelmer Samplonius, quien estudió a estos pájaros y a los papamoscas para su tesis en la Universidad de Groninga. Mientras revisaba las cajas nido utilizadas en sus estudios de campo, Samplonius encontró regularmente los resultados de esta agresión: un papamoscas muerto en una caja de nido ocupada por carboneros.
“Cuando un papamoscas entra en una caja con un carbonero dentro, no tiene ninguna posibilidad –explica Samplonius–. El carbonero es más pesado, ya que los papamoscas están diseñados para una larga migración de Europa a África occidental y de vuelta. Además, los carboneros tienen unas garras muy fuertes. En este caso, los papamoscas suelen tener heridas mortales en la cabeza”.
“Y parece que los carboneros se comen los cerebros”, explica. “Siempre ha habido competencia entre las dos especies por los lugares de anidación. Los papamoscas intentan robar las instalaciones de anidación de los carboneros. Puede que no sean iguales cuando luchan dentro de las cajas de nidos, pero son voladores más ágiles”, dice Samplonius. Los papamoscas vuelan alrededor de los carboneros mientras construyen sus nidos, y así los alejan.
La pregunta que Samplonius y su supervisor Christiaan Both, abordada en el documento publicado en ‘Current Biology’, es si el cambio climático tiene algún efecto en este comportamiento. “Ambas especies necesitan cronometrar el nacimiento de sus crías con un pico en la disponibilidad de orugas”, dice Samplonius. Este pico está relacionado con la aparición de las primeras hojas en los árboles, y las temperaturas medias más altas significan que este periodo se ha desplazado a principios de año.
Mientras revisaba las cajas nido utilizadas en sus estudios de campo, Samplonius encontró regularmente los resultados de esta agresión: un papamoscas muerto en una caja de nido ocupada por carboneros.
Los carboneros son aves no migratorias y responden a temperaturas más altas al poner sus huevos antes. Los papamoscas ahora migran a Europa antes, pero su adaptación no es tan buena como la de los carboneros. Su llegada anterior no está vinculada a la temperatura real en sus criaderos. Samplonius lo sabe porque, durante un periodo de 10 años, él y sus colegas registraron la llegada de los papamoscas y el comienzo de la puesta de huevos de carboneros y papamoscas en dos parques nacionales.
Mortalidad de especies
Los inviernos más suaves son un resultado del cambio climático. “Esto aumenta la supervivencia de carboneros, por lo que el número de aves reproductoras será mayor”, explica. Más carboneros suponen más competencia para los papamoscas, y más conflicto. Cabe señalar, sin embargo, que el cambio climático no es el único factor en esto: los años ‘mástil’, los años en que hay más hayucos, también aumentan la supervivencia de los carboneros Una segunda razón para el aumento de la competencia es que los carboneros y los papamoscas se han adaptado al cambio climático de manera diferente.
Los mayores problemas ocurren en manantiales más fríos, cuando los carboneros comienzan a construir sus nidos relativamente tarde, pero los papamoscas todavía llegan temprano. “En esta situación, la superposición en el tiempo de reproducción es mayor, y también lo es el número de conflictos”. Los carboneros mataron hasta el 10 por ciento de los papamoscas territoriales masculinos dentro de un nido en solo dos semanas de competición. Como la mortalidad de los papamoscas a lo largo de todo el año es aproximadamente del 55 por ciento, esto es bastante.
“Curiosamente, en nuestro estudio no observamos un efecto en la población general de papamoscas de unos 300 pares reproductores”, comenta Samplonius. “Notamos que los machos que murieron fueron normalmente los que llegaron tarde en la temporada. Estas aves tardías a menudo no encuentran una hembra con la que reproducirse, por lo que eso puede explicar por qué este comportamiento no tiene impacto en la población”.
En general, el estudio muestra que el cambio climático afecta al comportamiento de ambas especies de aves, así como la interacción entre ellas. Un grupo liderado por Christiaan Both, profesor de Ecología en el Instituto Groninga de Ciencias de la Vida Evolutivas (GELIFES, por sus siglas en inglés), continuará estudiando ambas especies para descubrir si existen efectos a largo plazo de este comportamiento.
Por: ECOticias.com / Red / Agencias
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