Por Pablo Adreani*.
Buenos Aires, 1° noviembre (Especial para NA) — En estos momentos China puede considerarse la punta del iceberg de la demanda mundial de commodities agrícolas en general y de alimentos en particular.
Mucho se ha dicho y escrito sobre que China está barriendo con todo a su alrededor y en la práctica vemos que no es del todo así.
Por ejemplo, en el rubro commodities agrícolas -los principales como trigo, soja y maíz-, China es factor de mercado únicamente en el caso del comercio mundial de poroto de soja. No es relevante en el comercio global de trigo y de maíz.
Esto no quiere decir que no tenga un impacto inicial alcista sobre los precios en Chicago, al aumentar las compras de maíz, soja y trigo de procedencia de Estados Unidos, como ha sucedido en estas últimas semanas.
Veamos algunos números que reflejan nuestro análisis. En estos momentos se proyecta que China importe un volumen total de poroto de soja récord de 100 millones de toneladas, sobre un comercio mundial total de 167,88 millones de toneladas, las compras del gigante chino representan el 60% de ese comercio.
En las exportaciones de soja por país de destino de nuestro país, China es nuestro principal comprador con un volumen de embarques en este año comercial, período Enero-Agosto, de 5,2 millones de toneladas de un total exportado de 6,4 millones, es decir el 81 % de nuestras exportaciones totales.
En el caso del maíz, en el análisis global, las compras proyectadas por los chinos se estiman en un total de 7 millones de toneladas, hay quienes consideran que pueden ser 8 o 9 millones, pero en ambas situaciones no representan más del 5% del comercio mundial de maíz.
Mientras que en lo que hace al trigo, sucede lo mismo, China importará un total de 7,5 millones de toneladas durante el ciclo 2020-2021, el 4% del comercio total mundial estimado en 189,92 millones de toneladas.
Conclusión: China es llamador del mercado pero no es factor de peso en la demanda de trigo y maíz en el comercio mundial.
Nuevamente el COVID-19 irrumpe en el mercado. La segunda ola de contagios por el coronavirus en los principales países de Europa y en Estados Unidos, que llegó a sus máximos niveles en esta última semana, fue el primer disparador de alarma entre los operadores mundiales.
Todas las bolsas se desplomaron, cayeron los precios del petróleo, el oro y terminaron por arrastrar a los commodities agrícolas.
La soja perdió en Chicago 12 u$s la tonelada desde comienzos de semana hasta la jornada del jueves pasado, el maíz perdía casi 8 u$s/ton y el trigo giraba también en baja perdiendo 13 u$s/ton.
La onza troy de oro tampoco se salvó de la baja, ante el rumor de que los bancos centrales iban a salir a vender parte de sus reservas en oro para hacer frente al nuevo pico de crisis que enfrenta la economía global.
Desde el 6 de agosto, cuando la onza troy de oro cotizaba a 2080 u$s, en la jornada de este jueves pasado lo hacía a 1870 u$s, una baja del 10,5% en poco menos de 3 meses, un descenso que anualizado supera el 40%.
Pareciera que en el breve lapso de una semana todos los indicadores de fortaleza de la demanda de bienes, servicios, commodities y alimentos en general se hubieran esfumado.
Mi visión de analista me dice que es lo mismo que sucedió cuando se conocieron los efectos del COVID 19 al comienzo de la pandemia, cuando nadie sabía cómo iba a evolucionar y expandir la misma, y se retrajo la demanda mundial de bienes, servicios , petróleo, alcanzando a los commodities agrícolas. Bueno, está sucediendo ahora.
(*) Consultor de Pablo Adreani & Asociados.

 

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