Por Paola Campbell*.
Buenos Aires, 4 noviembre (Especial para NA) — Si bien el compromiso asumido por la reducción del hambre, la mal nutrición, la huella del CO2 y la asimetría tecnológica son explícitos en los documentos y disertaciones ante organismos globales, año tras año las desalentadoras cifras vienen dando prueba de lo complejo y de las grandes dificultades encontradas a la hora de dar cumplimiento a esos objetivos.
Desde conflictos, fenómenos meteorológicos extremos (incendios), cambio climático y otras problemáticas difícilmente predecibles como la pandemia desatada por el COVID-19, no solo echan por tierra todo intento en la lucha por mejorar la calidad alimentaria de las personas, sino más bien todo lo contrario.
Vienen a empeorar toda perspectiva económica llevando a que un número cada vez mayor de personas se vean obligadas a reducir la cantidad y la calidad de los alimentos que consumen.
De hecho, tal como se menciona en el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) titulado “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, una de las principales razones por las que existen millones de personas padecen hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición es porque no se pueden permitir afrontar el costo de consumir alimentos saludables.
Las interrupciones del consumo de alimentos y la falta de ingresos derivado de la pérdida de las fuentes de trabajo, más ahora por el Covid-19, hacen que hogares de todo el mundo se enfrenten a mayores dificultades para acceder a alimentos saludables, restringiéndose aun más el acceso de la población más pobre y vulnerable a una alimentación de calidad nutricional.
El agravamiento del cuadro socio-económico derivado del aislamiento preventivo y obligatorio por el contexto pandémico, hizo aún más evidente la necesidad de adoptar medidas transformadoras de los actuales sistemas alimentarios, tal como es el caso del lanzamiento de la plataforma E-LEVENC que propone ser la primera vidriera virtual agroalimentaria.
Apoyar a los pequeños y medianos productores de alimentos, las agriculturas familiares y comunidades de pueblos originarios para que los alimentos nutritivos lleguen a los mercados a precios mas bajos; garantizar que las personas tengan acceso a estos mercados de alimentos y hacer que las cadenas de suministro de alimentos funcionen en favor de las personas mas vulnerables, podrían ser algunas de las medidas a implementar para contrarrestar los efectos de la pandemia.
Reducir el costo de los alimentos nutritivos, promoviendo el consumo por cercanía, conlleva no solo a que las ingestas saludables sean accesibles a todas las personas sino también representan una fuente de trabajo digno pago que mejora y asegura a su vez su propia seguridad alimentaria.
Pero, ¿cómo hacer que los productos de miles de pequeños y medianos productores tengan visibilidad desde el origen y lleguen efectivamente a insertarse en los mercados a precios asequibles?.
En este sentido, la importancia del acceso a Internet como requisito para promover el desarrollo de este sector agroalimentario y su inserción real en la cadena productiva, es indiscutible.
Operando de forma inconexa, o nodos aislados por más tecnificados que ellos se encuentren, las personas, empresas y organizaciones deberán enfrentar grandes barreras y afrontar muchas ineficiencias del sistema para participar en las redes económicas y sociales que caracterizan las sociedades modernas.
Si bien es cierto que hoy en día, los servicios de acceso a Internet pasaron a ser considerados esenciales para el bienestar de los ciudadanos, la inclusión digital para promover la igualdad de oportunidades en el libre juego de mercado y desarrollo socioeconómico de las comunidades, en nuestro país es bajo en los sectores más vulnerables.
En un mundo post pandemia, es importante trabajar para lograr un mercado con igualdad oportunidades entre todos los trabajadores.
(*) Socia fundadora de E-LEVENC.
Primicias Rurales
Fuente: NA