Las 70 hectáreas del Embalse de Los Ángeles, en el árido estado de California, está cubierto con nada más y nada menos que 96 millones de pelotas, conocidas como “shade balls” (bolas de sombra). No se trata de un experimento de física a gran escala, sino de un proyecto cuyo verdadero propósito es mejorar la calidad del agua que consumen los ciudadanos de Los Ángeles, al tiempo que ayudan a evitar que el agua se evapore.
Hace unos años, la empresa potabilizadora de agua notó que en la planta los niveles de bromuro -una sustancia natural e inofensiva- eran normales, pero que a los hogares llegaba agua con altas concentraciones de bromato, una sustancia cancerígena. Descubrieron que el bromato se formaba en el embalse al combinarse el bromuro del agua, el cloro o el ozono (se agregan para potabilizar el agua) y la radiación UV proveniente del Sol.
Cuando surgió este problema se dieron cuenta de que la única solución posible era eliminar la luz solar que ingresa al embalse. Fue así que, luego de estudiar muchas ideas, se les ocurrió cubrir todo el lago con millones de bolas negras. De esta forma la radiación no ingresaba y el bromuro no reaccionaba con los otros elementos, manteniendo la calidad del agua.
Las bolas son de color negro con un diámetro que alcanzan los 10 centímetros y están fabricadas de polietileno de alta densidad, un material autorizado para entrar en contacto con el agua sin que presente ningún riesgo para la salud. En su interior contienen aire y unos 210 ml de agua, que incrementan su peso y ayudan a que estas pelotas no salgan del lago con los fuertes vientos de la zona.
Otros beneficios
Luego de la implementación de este proyecto descubrieron otros beneficios extras. Al disminuir la radiación que ingresaba al embalse se redujo considerablemente la cantidad de algas. Este era un problema recurrente en los veranos, y era común que de las canillas saliera agua con una tonalidad verde, por lo que hacía falta incorporar mucho cloro para tratarlas. Al haber menos luz en el lago las algas no se reproducen y se mantiene transparente todo el año.
Las esferas también ayudaron a reducir entre un 80 a 90 % la evaporación. Esto se debe a que hay menos superficie expuesta al aire. Y gracias a que las esferas tienen en su interior agua y aire -un mal conductor del calor-, la temperatura del lago también disminuyó.
Otras ideas
La primera solución que se pensó fue cubrir todo el lago con una especie de techo, pero se dieron cuenta de que esto atraería a las aves a descansar y comprometería la calidad del agua.
Otra idea fue cubrir toda la superficie con tubos de polietileno, uno al lado del otro. Pero esta idea era muy costosa. Así que se propuso partir esos tubos en pequeños pedazos y esparcirlos como escombros en el lago. Pero este plástico en el agua funcionaba como un ambiente propicio para el aumento de temperatura del agua y la aparición de algas y bacterias.
Luego, un investigador vio que en los cuerpos de agua cercanos a los aeropuertos se usaban pelotas pequeñas para alejar a las aves y evitar que pongan en riesgo los vuelos. Fue así que surgió esta idea. Se experimentó con distintas formas y colores, concluyendo que las pelotas negras era lo más efectivo. El costo de cada una ronda 1 dólar, y aunque se usaron 96 millones de bolas, la reducción en el cloro y la evaporación permitió ahorrar mucho dinero y brindar agua de calidad.
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Fuente: Meteored