Por Darío Martín*.
Buenos Aires, 22 agosto (Especial para NA) — En la última década, la superficie cultivada con nogales, avellanos y almendros fue ganando terreno en la Norpatagonia.
A raíz de su rentabilidad y gran demanda, el interés en la producción de frutos secos se expande en los valles irrigados de los ríos Negro, Limay y Neuquén, con alrededor de 3.770 hectáreas.
La explicación del interés creciente en la región por la actividad está en el potencial productivo y la rentabilidad, tanto por la demanda del mercado internacional y del consumo local, como por perecedero de los frutos, lo cual facilita su postcosecha y comercialización.
Pese a ser el almendro el fruto seco que menor superficie ocupa en la región, es el que más creció en el último tiempo.
Actualmente está en unas 287 hectáreas, lo cual representa un aumento del 420% en los últimos 10 años.
Recientemente, en el INTA Valle Inferior iniciamos la evaluación de tres variedades de almendros autofértiles y de floración extra tardía en las condiciones agroclimáticas de la región.
Al tener en cuenta el impacto de las heladas primaverales en el cultivo, consideramos pertinente utilizar sistemas activos de control de heladas y elegir variedades que florezcan lo más tarde posible, para reducir el riesgo de pérdidas.
Las plantaciones de almendro se localizan en las zonas de los Valles del Río Negro y Neuquén con 212 y 75 hectáreas, respectivamente.
En cuanto a las variedades, la más empleada es la Guara, caracterizada por su floración tardía, aunque las nuevas plantaciones están constituidas por otras de floración extra tardías, siendo una de la más frecuentes la Marinada.
El cultivo con mayor superficie productiva es el nogal, con unas 2.800 hectáreas.
Su producción se extiende en el Valle Inferior de Río Negro -con 940 has-, el Valle Medio y Alto Valle del Río Negro -con 1.300 y 252 has-, y los valles neuquinos, con 310 hectáreas.
La variedad más extendida es Chandler, con buenos atributos productivos que aseguran mayor rendimiento y calidad de fruto, aunque ante la ocurrencia de heladas tardías y pérdidas por bacteriosis y carpocapsae tiene ciertos condicionantes.
Sin embargo, esta variedad alcanza altos rendimientos -entre los 4.000 y 5.000 kilos por hectárea (kg/ha)- y es de excelente calidad.
El destino es principalmente el consumo interno y, en menor medida, el mercado externo.
En los últimos años, no obstante, los volúmenes exportados tuvieron tendencia creciente a raíz de nuevos actores, como productores y empresas, que incursionaron en diversos mercados internacionales y realizaron hasta exportaciones conjuntas entre productores de los diferentes valles.
Los valles Norpatagónicos se han convertido en la principal zona productora de avellanas en Argentina.
Con 690 hectáreas, en su mayoría en el Valle Inferior, el área cultivada del avellano creció el 29 % en los últimos 10 años.
Y con respecto a las variedades, la más cultivada es la Tonda di Giffoni, con muy buenos atributos industriales, seguida por la Barcelona, cuyo fruto es más apto para el consumo de mesa.
Estas se destinan sobre todo a exportación, a través de una empresa instalada en Valle Inferior, la cual compra y exporta la producción propia y de terceros. El mercado interno también es atractivo, a raíz del incremento del consumo en los últimos años y de la preferencia por las avellanas locales en relación con las importadas de origen español o turco, que son menor tamaño.
En la región, el sector cuenta con el Clúster de Frutos Secos, en el cual participan instituciones públicas y privadas de Río Negro y Neuquén, entre las que se destacan organizaciones de productores de los diferentes valles, las universidades de Río Negro y Comahue, el INTA, el Centro PyME ADENEU, el Ministerio de Producción de Río Negro, CREAR e IDEVI.
La conformación del clúster facilitó la concreción de diferentes proyectos en áreas estratégicas del sector en lo que respecta a tecnología de producción, formación de recursos humanos, mercados, la instalación de centros de acondicionamiento y de valor agregado, lo que permitió el desarrollo de la actividad y el posicionamiento de la región como proveedora de frutos secos.
(*) Especialista del área de fruticultura del INTA Valle Inferior.
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Fuente: NA