Buenos Aires, 7 de setiembre (PR/21) .- En el año 2010, el acceso universal al agua fue declarado por la Asamblea de las Naciones Unidas un derecho humano y esencial, ya que es de vital importancia para el ser humano en cuanto al consumo personal y, a su vez, a la hora de realizar actividades productivas. No obstante, aunque debería ser un recurso al que todos puedan acceder, 1 de cada 3 personas no cuenta con un suministro de agua potable.
A pesar de que el planeta Tierra está conformado principalmente por agua, su distribución es desigual. Mientras que en algunos lugares abunda, en otros escasea. Cerca del 97.5% del agua en la tierra se encuentra en los océanos y mares, mientras que el restante 2.5% es agua dulce. Lo interesante es que los principales reservorios de agua dulce se encuentran en los polos, lo que los convierte en el mayor suministro de agua dulce a nivel mundial y es por ese motivo que es fundamental su cuidado.
Asimismo, el agua se destaca por su variabilidad de usos, entre ellos: la limpieza, la higiene, también puede utilizarse como fuente de energía a través de represas o para la obtención de alimentos; entre otras. De esta manera, el 70% del agua potable es utilizada en la agricultura y el resto para fines domésticos, municipales e industriales.
Es sabido que el agua, tal y como está en la naturaleza, no puede ser aprovechada para consumo humano ni para la industria, dado que no suele ser lo suficientemente pura. Existen múltiples causas de esto, ya que cuando el agua pasa por el suelo o la superficie de la tierra adquiere contaminantes. Sin considerar las consecuencias del accionar del hombre, como es el caso de la utilización de efluentes cloacales, no tratados correctamente, vertidos sobre un cuerpo de agua.
Ahora bien, ¿por qué es fundamental evitar la contaminación de los suministros del agua? Debido a que el circuito es cerrado, es decir, que la cantidad de agua en el planeta es constante. El principal motor entre los distintos reservorios (glaciares, nieve, humedad del suelo, ríos, lagos y agua subterránea) es la energía solar junto con las precipitaciones.
Otro factor a considerar son los aumentos de la urbanización, que tienden a interrumpir el ciclo hídrico natural y aumentan los riesgos de contaminantes. Por ende, una urbanización que no toma los recaudos necesarios, genera un mayor volumen de escorrentía, que implica el incremento de inundaciones y variación de los caudales.
El consumo urbano de agua se divide en tres procesos: saneamiento, consumo y abastecimiento. Para que el agua pueda finalmente ser consumida de manera segura, cuando inicialmente ha sido tomada de una fuente, requiere de un proceso. Luego de extraer agua de un suministro determinado, se coloca en centros de almacenamiento y posteriormente, es distribuida mediante redes de abastecimiento. Una vez que el agua es utilizada, generalmente no se devuelve al medio natural inmediatamente, sino que es “depurada” previamente con el fin de minimizar la contaminación.
A nivel general, se estima que para 2050 la cantidad de agua presente será suficiente para cumplir la demanda de alimentos para la humanidad. A pesar de ello, muchas regiones seguirán sufriendo escasez de agua tal y como viene ocurriendo desde hace años. También para esa fecha, las actividades agrícolas serán las principales en cuanto al consumo de agua de lagos, ríos y acuíferos. Debido al crecimiento poblacional estimado, el agua disponible para la agricultura puede enfrentar problemas de suministro.
Ante esta situación, la ONU y la FAO proponen una salida tecnológica hacia sistemas agrícolas que tiendan a reducir el consumo de este recurso. Esto podría llegar a ser una solución para enfrentar el crecimiento poblacional, en un futuro en el que el aumento se da con mayor lentitud debido a la disminución de los niveles de fertilidad y mayor expectativa de vida.
Por último, cabe destacar la importancia del agua potable como principal herramienta para enfrentar al SARS-CoV-2. Lavarse las manos presenta la primera línea de defensa contra el virus y, desafortunadamente, cerca de 3 mil millones de personas (40% de la población mundial) no tienen agua potable para lavarse las manos. Es en el África subsahariana donde este problema se ve particularmente agravado, ya que se estima que el 63% de las personas en áreas urbanas (altamente pobladas y más vulnerables a las enfermedades respiratorias virales) no cuentan con agua para lavarse las manos. Esta escasez conlleva a que muchas personas en situación vulnerable consuman aguas residuales, ya que se presenta frente a estas personas como su único recurso hídrico accesible.
Fuente: Julián Corres, Licenciado en Ciencias Biológicas y Coordinador del eje Transformación Social Masiva del Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
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