Por Mgter. Carlos Spontón*, Director del Observatorio de Tendencias Sociales de la Universidad Siglo 21
Buenos Aires, 5 noviembre (PR/21) — El Índice de bienestar y estrés en los trabajadores de Argentina, que año a año mide el Observatorio de Tendencias de la Universidad Siglo 21, muestra señales alarmantes de deterioro en la salud mental de los ciudadanos de nuestro país, a pesar de contar con altos valores en los indicadores que miden las relaciones sociales, entendidas como capital social.
Las cifras indican que, por tercer año consecutivo, se registra un aumento en los niveles de estrés crónico y agotamiento emocional. Actualmente, más del 25% de la población siente la mayor parte del tiempo que no tiene energía para ir a trabajar y que se siente tan cansado/a que no puede realizar otras actividades luego del horario de trabajo.
El nivel de agotamiento emocional es un indicador de salud mental pública. Prácticamente todos los problemas emocionales y enfermedades mentales comienzan cuando las personas se exponen durante un tiempo prolongado a niveles altos de estrés. Es ahí cuando se genera la respuesta de agotamiento emocional y el nivel de bienestar psicológico, disminuye. Considerando el modelo PERMA (siglas en inglés), creado a partir de investigaciones científicas basadas en la Psicología Positiva, podemos decir que el bienestar se define a través de cinco variables:
- Presencia de emociones Positivas (Positive Emotions)
- Sentirse energizado/a por el trabajo cotidiano (Engagement)
- Relaciones humanas saludables (Relationships)
- Significado y propósito en la vida (Meaning)
- Sensación de logro (Accomplishment).
Los resultados relevados nos permiten observar el alto capital social que tenemos los argentinos. En concreto:
-El 72% de los/as argentino/as se siente muy querido(a)/ amado(a).
-El 66% se siente muy satisfecho con sus relaciones personales.
Estos datos son valiosos, porque ilustran uno de los principales recursos para alcanzar el bienestar: la calidad de relación con los/as otros/as. Justamente se trata de los espacios más golpeados por las exigencias de aislamiento y distanciamiento social que supone una pandemia.
Poner foco en los niveles de bienestar es fundamental de acuerdo a dos tendencias mundiales:
- El bienestar tiene un creciente valor estratégico para impulsar políticas de Estado dado que hay fuerte evidencia de los costos y problemas que puede evitar. A futuro, los Estados responsables tendrán estrategias de bienestar definidas y ejecutables.
- Es cada día más aceptado que el bienestar es un derecho humano y las personas comenzarán a exigir políticas y servicios específicos vinculados al tema.
Frente a estas tendencias nos preguntamos: ¿Cómo podemos los argentinos recuperar el bienestar colectivo luego de una crisis tan larga, desde una perspectiva psicosocial?
A nivel mundial existe un consenso entre investigadores de diferentes líneas de estudio del comportamiento humano, con aportes de la psicología existencial, la psicología positiva y la psicología cognitiva-prospectiva que proponen diferentes avenidas para atravesar la crisis.
Si bien existen distintas formas de transitar colectivamente una crisis, todas tienen en común tres factores propios de las personas (y grupos) resilientes:
- Buscarle un sentido al sufrimiento presente: frente a lo traumático de la situación, no se trata de negarla pensando “está todo bien, ya pasará”, sino de encontrar maneras activas y significativas de transitar la realidad buscando responder la pregunta: ¿Qué es lo mejor que se puede hacer en esta situación? Lleva esfuerzo, porque implica reflexión aún en momentos de enojo (por no poder trabajar), frustración (por no poder viajar o por encontrar restricción en las libertades) o tristeza (por haber perdido seres queridos o puestos de trabajo).
- Enfocarse en cuidar a los demás y no solo perseguir objetivos individuales: lo vemos en distintas situaciones; personas que se esfuerzan por no rendirse, que encuentran espacio para adquirir nuevas herramientas tecnológicas, otras que se esfuerzan por mantener una rutina de ejercicios físicos, o que resignan un porcentaje de ganancias para cuidar a sus colaboradores. Este factor se conoce como motivación altruista. Es el bienestar experimentado cuando aportamos bienestar a otras personas.
- Enfocarse en la construcción del mejor futuro posible: esto implica aceptar las pérdidas y construir a partir de la detección de nuevas oportunidades, apoyándonos en nuestras fortalezas como comunidad, en nuestro capital social y el conocimiento disponible.
Existen mayores probabilidades de que una comunidad sea resiliente, aprenda y se adapte a la nueva realidad si quienes la lideran encuadran sus conductas en esos tres factores. Hoy, tenemos una gran tarea por delante en materia de bienestar: salir del agotamiento y proteger nuestra salud mental. Este será uno de los grandes desafíos de la agenda post pandemia, y disponemos de dos grandes motores para hacerlo: el conocimiento de base científica para trabajar en esa dirección y las reservas invaluables de capital social que conserva nuestro país.
*El autor es Licenciado en Psicología y Magister en Psicología Organizacional, Laboral y en RRHH, por la Universidad Jaime I, España.