Buenos Aires, 26 enero (PR/22) — Este 28 de enero se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2 – también llamado Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Terrestre. La propuesta central de esta fecha no es sólo crear conciencia sino, especialmente, alertar a ciudadanos y gobiernos para que tomen acciones inmediatas para evitar una catástrofe climática global. Para esto, se requiere el uso de materiales reciclables, reutilizables, renovable y con baja huella de carbono como la madera y sus derivados.
En esta fecha tan fundamental, la Asociación Forestal Argentina (AFoA) destaca el aporte que hace el uso de la madera en todo el ciclo de vida de un producto, tanto para colaborar en la mitigación del cambio climático, como en una economía más sostenible.
Los árboles son reconocidos ampliamente por su aporte a la mitigación del cambio climático, ya que se aceptan como el sistema basado en la naturaleza más eficiente para absorber CO2 de la atmósfera en su proceso de crecimiento. Esto ha disparado diferentes políticas de plantación de árboles: la promesa de plantación de 3 mil millones de árboles de la UE para el año 2030 (three billon trees); la campaña por 1 trillón de árboles de WWF y Bird Life (Trillon Trees), la gran muralla verde en África (The Great Green Wall) entre otras iniciativas.
Los inventarios nacionales de CO2 incluyen en su contabilidad a los bosques y los mercados voluntarios de carbono pueden utilizar la plantación de árboles para reducir la huella de carbono de diversas actividades. Esto es aún dinámico y hay muchos aspectos a mejorar, tal como la información y los métodos de contabilidad, pero el aporte de los bosques y los árboles a la mitigación del cambio climático es un hecho ya reconocido en todo el mundo y una herramienta importante para las políticas globales de mitigación.
Por el contrario, es aún menos reconocido e investigado el aporte que el uso de la madera realiza al sustituir productos no renovables y de uso intensivo de energía. La madera no solo tiene la capacidad de almacenar el CO2 en sus usos sólidos (construcción, muebles, pisos, etc.) sino que, además, ofrece alternativas para sustituir productos de origen fósil (combustibles, plásticos, químicos) y no renovables y de alto consumo de energía (cemento, minerales). Por otro lado, para su disposición final, es renovable y reciclable. Estas características no solo ayudan a la mitigación del cambio climático en toda la cadena productiva, sino, además, a una bioeconomía circular, y con ello, a opciones más sostenibles e inclusivas, dada la alta creació n de empleo que genera, aportando al crecimiento y desarrollo económico.
Recientemente, una investigación realizada por el Comité Asesor en Industrias Forestales sostenibles (ACSFI en sus siglas en inglés) para FAO[1], ahondó en esta línea de trabajo con un documento que explora cómo los productos en base a la madera pueden sustituir a los de origen fósiles e intensivos en uso de energía, reduciendo la huella de carbono de las cadenas de suministro, aportando a una bioeconomía circular global y colaborando en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030 (ODS 2030).
El ciclo de vida de un producto incluye la producción de materias primas, su industrialización, consumo y disposición final. En cada una de estas etapas, el uso de productos forestales y sus derivados colabora con una producción con menos impacto ambiental al ser de base renovable, reciclable y de menor huella de carbono.
El relevamiento de la información disponible incluye productos tradicionales como los papeles y cartones, el uso de madera para la construcción, las fibras celulósicas para textiles y el uso de resinas para químicos. Agrega los nuevos productos a partir de la innovación, como bioplásticos, espuma de madera, nuevas fibras textiles y productos de la nanotecnología y de la bioingeniería que permiten el uso de la madera en múltiples aplicaciones, que incluyen automóviles y satélites.
Mientras que conceptualmente el beneficio ambiental del uso de la madera que proviene de una gestión sostenible es evidente, una de las principales conclusiones del informe, es que la información disponible para medir el aporte en las distintas líneas de productos es aún insuficiente. Está muy bien documentado el aporte de la construcción con madera, que reduce alrededor del 65% de la huella de carbono comparado con los sistemas tradicionales, pero el documento indica que el resto de las actividades requiere aún más información que es difícil de medir por falta de estándares y por la variabilidad que pueden tener las mediciones, dependiendo del origen de la madera, las tecnologías utilizadas y los productos que sustituyen.
Sin dudas, esto presenta una limitación para el uso de las mediciones en los inventarios del balance de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y los compromisos nacionales en la reducción de los mismos mientras se ajustan los sistemas de medición, contabilidad y transparencia. Pero no debería ser un escollo para que el sector privado avance con las mediciones en las huellas de carbono de sus cadenas de suministro y facilitar que puedan utilizarse dentro de los mercados voluntarios de carbono. El sector forestal y el uso de la madera permiten créditos de carbono que ayudan en los ciclos productivos. Es imprescindible sumar los compromisos de las empresas y de las personas para la reducción de la huella de carbono y una economía circular, que incluya la medición en las cadenas de suministro desde la cun a a la tumba.
Estos requisitos de medición de huella de carbono y sostenibilidad de los productos y servicios en las cadenas de suministro son requisitos crecientemente solicitados por los bancos (finanzas verdes y finanzas sostenibles), las cadenas globales de producción y aún las normativas de los bloques y países, como ya está avanzando la Unión Europea con la implementación del Pacto Verde Europeo.
El uso de la madera -trazable a una gestión sostenible- como sustituto de productos no renovables y de uso intensivo de energía es un aporte importante para promover cadenas de suministro que vayan reduciendo la huella de carbono y aporten a lograr la carbono neutralidad necesaria para evitar una tragedia climática y, al mismo tiempo, a una bioeconomía circular que colaboren a los objetivos de desarrollo sostenible. Para ello, se requieren políticas públicas que permitan mejorar la información y los incentivos a preservar los bosques, plantar árboles y profundizar el uso de la madera como sustituto de productos con mayor impacto climático y ambiental. Y el compromiso de las empresas y las personas para sumarse a esta necesaria Acción por el clima.
Con el asesoramiento de Claudia Peirano
Directora Ejecutiva de la Asociación Forestal Argentina
AFoA es la única entidad nacional que representa al sector forestal de la Argentina. Está integrada por empresas, productores forestales, estudiantes y profesionales independientes vinculados al sector forestal y a la industria y servicios asociados.
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Fuente: AFoA