Rosario, Santa Fe, 1 agosto (PR/22)- – El profesor del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, Dante Romano, analiza los últimos movimientos, perspectivas y proyecciones en el mercado local e internacional.
A lo largo de esta semana que pasó y sobre la nueva que comienza, han habido nuevos cambios en el gabinete económico y se espera el anuncio de nuevas medidas. El sector agroexportador ha estado en el foco y, en esta edición, Romano lo analiza especialmente.
Sobre el dólar soja, la primera cuestión es la desconfianza en el proceso. “Es cierto que se le brinda una herramienta que antes no tenía, y la posibilidad de que por hasta un 30% se puedan comprar billetes a un tipo de cambio más bajo que el libre, y se les permite tener depósitos especiales que “copian” al dólar oficial y son a la vista”, comienza el profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral.
“Pero para hacerlo -advierte- tiene que conseguir papelería (liquidaciones parciales), hacer trámites bancarios que no están disponibles, y quedan muchas dudas importantes por evacuar: ¿Cómo y hasta cuándo se podrá tener el depósito que copia al dólar? ¿Esas cuentas tendrán costos? ¿Tomar esta opción no nos dejará fuera de algún beneficio futuro?”.
Con eso en mente, Romano recuerda que “el productor tuvo durante un tiempo a disposición una herramienta que le solucionó esta cuestión: entregarles el grano a los acopios, cooperativas y exportadores, ponerle precio en dólares, pero sin pesificarlo. Estos actores que tienen especialistas en finanzas más sofisticados buscaban las herramientas para generar esto. Actualmente, en el mundo financiero esas herramientas son costosas, por lo que esto se cortó. Si el Gobierno le permitiera a los exportadores acceder a herramientas financieras que les permitan dolarizar los pesos, serían los primeros interesados en ofrecerles a los productores comprarles la soja, venderla al exterior, y colocar los pesos que el producto no quiere recibir en instrumentos financieros que sigan al dólar, y que el Gobierno de garantías de que se van a respetar, incluso permitiendo con los mismos cancelar importaciones en el futuro”.
“El ánimo de la decisión de generar estos instrumentos es correcto. El error radica en apuntar instrumentos con cierta complejidad a los productores, quienes todavía recuerdan cuando no pudieron retirar sus depósitos y nadie les daba una explicación”, manifiesta.
Algunas cuestiones por aclarar
Sobre todos los mitos que recaen sobre el campo, Romano destaca es que es falso que los dólares del agro no aparecen. “Si se observan los datos de CIARA, la liquidación de los exportadores de granos acumulada hasta junio 2022 fue récord histórico, y el año récord anterior fue el pasado”.
“Mucho se ha dicho sobre lo que “queda sin vender”. Es cierto que quedan sin vender unas 20 mill.tt. de soja, que es más que otros años. La forma en la que medimos esto es como porcentaje de la producción. Históricamente al 30/6 el agro le pone precio al 40% de la soja, en los últimos años estuvimos por debajo del 35%, y este año no llegamos al 30%. Sin embargo, el trigo se vendió muy rápido y generó un ingreso de divisas más importante que lo habitual en el primer trimestre, y se vendió mucho más maíz que el habitual. Esto compensó las cuentas, y medido en dólares, el sector generó una liquidez mayor a otros años”, comienza Romano.
Y aclara un punto importante: “Es importante entender que el productor no es el que liquida las exportaciones. El productor vende sus granos a la industria o la exportación (el consumo interno en Argentina es 40% en cereales y casi nulo en soja), muchas veces por intermedio de acopios y cooperativas. Los exportadores para pagar por esos granos que compran son quienes liquidan los dólares. De hecho, como lo normal es que reciban los granos antes de embarcarlos, los exportadores toman créditos de prefinanciación de exportaciones, e ingresan las divisas antes de que se embarquen los granos.
Entonces, ¿por qué los productores no venden los granos que les quedan? Romano lo contesta claramente: “Porque cosecha una vez al año, pero tiene gastos todo el tiempo”.
Y enumera una lista de posibles explicaciones: “La primera es que al productor le entran todos los granos juntos en pocos meses, cuando cosecha. Pero con la venta de esos granos, tiene que vivir todo el año, así que va vendiendo a medida que lo necesita. Si sos empleado, imagina que tu empresa te pagara todos los sueldos del año juntos en mayo. ¿Gastarías ese dinero todo junto? Lo que puedas pagar todo junto quizás sí, pero sería imposible que compres todo lo que necesitas en un solo momento”.
“Por otro lado, las inversiones que el chacarero hace para producir se concentran en dos o tres momentos del año, que no coinciden con el momento de cosecha. Para agravar la situación, los insumos que hay que comprar para producir son, en su mayor parte, importados y cotizan en dólares”, continúa y agrega: “Lo bueno es que, hasta el momento, no hubo problemas para que las empresas de insumos dispusieran de dólares para importar, por lo que tanto las ventas de granos, como las compras de insumo, están a dólar oficial. Sin embargo, si este año en abril hubiese vendido su soja, el tipo de cambio que le hubiesen aplicado habría sido de 110 $/USD. Hoy el tipo de cambio oficial está en 130, por lo que habría quedado 18% atrasado en sólo tres meses (72% anual), pero como va a sembrar recién en octubre o noviembre, no es claro cuanto más podría quedarse desfasado”.
El alquiler y la incertidumbre, dos factores en uno. Romano indica que también, una parte importante del costo de producción es el alquiler: 70% de la siembra en Argentina se hace en campos alquilados. “Lo normal es que se pacte el pago de los alquileres para el mes de mayo, cuando ya estamos seguros de haber cosechado. Pero muchos dueños de la tierra piden que les vayan pagando paulatinamente, ya que están en la misma situación que el productor: tienen un ingreso al año, pero gastos todo el año”, explica.
“La actividad de producción es muy competitiva. Hay mucha gente queriendo alquilar campos para producir, por lo que el margen de ganancia que se calcula al momento de entrar al negocio es muy bajo, y siempre está el riesgo de que el clima te juegue una mala pasada. Por eso, y dado que los alquileres se pactan en cantidad de soja, quienes arriendan campo siempre guardan una reserva por si viene un mal año y no pueden pagar los alquileres, o bien les aparece la oportunidad de alquilar un nuevo campo y quieren pagar por anticipado para quedarse con el nuevo lote. En años que pintan secos como este, esas reservas de grano se agrandan porque el riesgo de perder y tener que recurrir a los ahorros es mayor”, afirma.
¿Qué hace falta para que el productor venda algo más de granos? “El productor vende generalmente por una de estas tres razones: Primero, porque está trillando y tiene que ver que hace con sus granos, y a veces no le queda otra que vender para conseguir espacio de almacenaje. Esto es cada vez menos común gracias al silo bolsa. Pero tampoco es una solución mágica. Son costosos, existe riesgo de perder calidad, que se rompan por animales, granizo, o incluso que sean vandalizados o robados”, comienza enumerando el profesor del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
“La segunda razón más frecuente -continúa- es que necesite pagar algo. En muchas ocasiones las compras de insumos se financian a cosecha. También se suelen realizar compras de maquinarias o equipos de alta tecnología, que son cada vez más caros. Generalmente las cuotas y decisiones de inversión suelen tomarse una vez que se tiene certeza del resultado productivo, es por eso que previo a cosecha se vende poco, y luego en cosecha se hacen todos estos pagos”.
“Las ventas para conseguir espacio se programan para que coincidan con los pagos, y esa es la razón por la que entre marzo y junio se vende la mayor parte de la producción. Tanto para las decisiones de inversión como para la compra de insumos, se suele usar mucho la relación de insumo/producto: Cuánta soja hace falta para pagar los agroquímicos y fertilizantes, cuánta para los alquileres, cuánta soja hay que comprometer para una cosechadora. Lo mismo para una camioneta. Por ello la soja es también una unidad de cuenta para el productor”, expresa.
Por último, sobre la tercera razón Romano asegura que vende porque le parece que el precio es muy bueno. “¿Pero cómo saber si el precio es muy bueno? Cuando supera los costos de producción más un margen, o cuando están más altos de lo que se esperaba al momento en que se tomó la decisión de sembrar. Sin embargo, al capturar precios se cobra, y si en ese momento el dinero no es necesario, genera una liquidez excesiva. Más allá de la cuestión de que hoy no está claro cómo invertir esos pesos no solo para ganar, sino para evitar que se desvaloricen, al ser la soja moneda de cuenta, el común de los productores se siente más confiado teniendo el grano que dinero en el banco. Y prefieren tener el grano en su patio, antes que entregado en un acopio o a un exportador, por más que les tenga confianza”.
Un freno más que se pone el mismo productor
Romano asegura que el productor argentino es pionero en adopción de tecnología. “En EEUU y Europa todavía hay quienes no adoptan la siembra directa, mientras que en nuestro país Argentina no sólo que hace años está instalada, sino que el concepto fue evolucionando para incorporar distintas mejoras: para controlar malezas e insectos sin dañar al medio ambiente, se busca la forma de tener los campos cubiertos aún cuando no se produzca un cultivo comercial en invierno, y la maquinaria que se emplea tiene instrumental de precisión y permite decidir que sembrar, cuanto fertilizar o utilizar de agroquimicos, centímetro por centímetro del lote”, sostiene y añade: “Pero todo ese conocimiento e inversión en maquinarias es “tranqueras adentro”. Si bien se está avanzando mucho en este sentido, al productor le cuesta la administración del negocio, la comercialización tanto para comprar insumos como para vender sus granos, y sobre todo el aspecto financiero. No se siente cómodo en los bancos, casas de cambio e incluso le cueste utilizar derivados agrícolas”.
El último interrogante que responde Romano es: ¿y qué es lo que debería suceder para que liquiden más? “Si nos remontamos a momentos donde se permitía al productor comprar dólares libremente, de todas formas nunca vende el 100% de sus granos por todo lo que comentamos antes. Pero es cierto que hoy tiene más granos que de costumbre. Con estos precios podríamos ver más ventas, si tuviera una herramienta ágil para dejar los saldo en dólares”.
Sobre el mercado internacional
En un contexto en el que el precio de los granos sube fuerte, después de un inicio de julio con bajas, Romano destaca que la volatilidad “es enorme”. La pregunta entonces es ¿qué hacer? “Ir a lo básico -responde- cerrar márgenes de ganancia, y si querés seguir la suba, CALL”.
A pesar del aumento de tasas de la FED, el mercado financiero dio un respiro y los granos se concentraron en sus fundamentos alcistas. En EEUU, el maíz y soja vienen bien, pero se necesita una cosecha óptima, y no tienen humedad y hay pronósticos cálidos y secos cuando en dos semanas se definen rindes.
Con respecto a la situación en Ucrania, el académico de la Universidad Austral explica que el mundo sigue de cerca a si se reanudan los embarques en el Mar Nagro. “Más allá de que el conflicto sigue, en caso de que el cereal fluya, girasol, maíz y trigo podrían sufrir mucho”, indica.
Por otro lado, resalta que los márgenes de cerdos en China mejoran y se espera más demanda de harina de soja y maíz para engorde.
Sobre la situación local, Romano recuerda que Argentina entra en fases finales de cosecha de maíz, pero no se dio el temido cuello de botella logístico. “La falta de gasoil llevó a que se desviara mercadería a lugares más próximos, y esto lentifica la llegada a puerto”, agrega.
Además, el profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales sostiene que sigue preocupando la situación de trigo, aunque llovió en centro y sur de Buenos Aires.
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Fuente: Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral