Buenos Aires, 12 de agosto (PR/22) .- De un suelo vivo depende la sustentabilidad de nuestros agroecosistemas. Sin embargo, el rol de los protagonistas biológicos subterráneos es muchas veces ignorado. Referentes compartieron los secretos de este sorprendente “inframundo” y cómo alimentarlo y manejarlo para mantener la salud del suelo.
Miércoles 10 de Agosto
Prensa Aapresid
Como broche de oro de una jornada a puro “suelo abierto” el panel convocó a expertos referentes para hablar de la biología de este recurso. Un aspecto muchas veces olvidado, pero imposible de pasar por alto si se quiere apuntar a sistemas agropecuarios más sustentables. La cantidad y calidad de alimento que necesitamos cada vez es mayor, abastecimiento que dependerá de un suelo saludable.” Así, el hombre debe intervenir para cuidar la vida de este recurso y manejarlo correctamente con tecnología y conocimiento”, así abría la charla Jorge Romagnoli (Presidente Honorario Aapresid).
Si hablamos de proteger los suelos, es urgente actuar también sobre aquellos amenazados por inundaciones, erosión o salinización por ejemplo, para frenar su degradación, y eventualmente poder recuperarlos. Experiencias a campo, realizadas por Romagnoli y equipo en el sudeste de Córdoba, mostraron que es posible revertir daños a fuerza de ambientación y manejo enfocado alimentar a la biología del suelo. “El ambiente suelo tiene un gran peso para poder amortiguar cuestiones climáticas adversas y sostener buenos rendimientos”. Por ello, “tenemos que poner energía en entender los procesos biológicos en pos de una sustentabilidad creciente para que la humanidad siga avanzando y prosperando”
“Tenemos un universo bajo nuestros pies. El 25% de la biodiversidad del planeta está en el suelo, pero solamente la conocemos en un 40%”, arrojó Marie Bartz, Docente e Investigadora de la Universidad de Coimbra, Portugal y del Centro de Agricultura Orgánica y Regenerativa. Dentro de su diversidad, el suelo contiene microorganismos y meso y macrofauna; esta última abarca más de 40 grupos, como hormigas, lombrices, arácnidos, isópodos, milípedos, larvas, termitas, geófagos y turbadores, entre muchos otros. Estos organismos brindan y sostienen servicios ecosistémicos en el suelo tales como: mantener la estructura, hacer intercambio de gases, secuestro de Carbono, contribuir al ciclo de nutrientes, desintoxicar el suelo, descomponer la materia orgánica, controlar plagas, parásitos y enfermedades”, ennumeró la especialista. Como si esto fuera poco, también interfieren en las relaciones simbióticas con las plantas y con otros organismos, y controlan el crecimiento vegetal.
Sin embargo, estos seres vivos no pueden trabajar solos, deben hacerlo en equipo e interconectados, y para elo es necesario garantizar un entorno enriquecido, diverso y equilibrado. “Un perfil que infiltre bien, mantenga los nutrientes, que logre captura de Carbono y mucha materia orgánica, sólo es posible si la biología del suelo se conserva”. Para lograr calidad y salud del suelo, debemos mantener este sistema con todos sus engranajes y bien aceitados, concluyó.
Luego, el panel dio paso a Luis Wall (CONICET), docente e investigador de la Universidad de Quilmes, investigador principal del Conicet, y miembro de la mesa de expertos de la Chacra Pergamino-Colón. Haciendo foco en la microbiología del suelo, señaló que “en 1 gramo de suelo hay más bacterias que seres humanos en el planeta”, a lo que se le suma una cantidad enorme de hongos, virus y protistas. Aunque se trata de organismos microscópicos, en términos de biomasa se llevan todos los aplausos, ya que concentran la mayor proporción de Carbono (luego de las plantas) a tal punto que el 50% de la biofertilidad del suelo, está formada por biomasa microbiana muerta.
Este mundo diminuto es responsable de la transformación de la materia, es decir, celulosa, quitina, proteínas, lípidos, en pequeñas moléculas. “Hemos encontrado que las actividades enzimáticas se aceleran cuando aumenta la actividad de uso de suelo y su calidad”. Otra función importante de la microbiología es generar estructura, gracias a que estos organismos exudan numerosas sustancias extracelulares que actúan como pegamento natural de las partículas minerales y otros restos. En ese sentido, la intensificación agrícola, al aumentar la actividad biológica, aparece como una estrategia para mejorar la condición física del suelo, combatiendo problemas de laminación por ejemplo. La tercera pata o función biológica es generar interacción entre todos los componentes biológicos del suelo. “Cuando el sistema está más interconectado es más resistente y resiliente. Tenemos que lograr aumentar esas conectividades e investigar quiénes son los influencers de esas redes sociales, para saber qué Messi o Maradona agregarle al suelo para que arme el partido”, comparó.
En un círculo virtuoso, niveles bajos niveles de nitrógeno y fósforo, estimulan la actividad biológica para recircular más materia orgánica. Por ello, hay que ser cuidadosos a la hora de proveer “nutrición fácil” con fertilizantes, porque pueden inhibir las interacciones. La salud del suelo determina en última instancia la calidad de los alimentos que se generan a partir de las plantas. “El hombre, por lo tanto, es responsable de recuperar, cuidar y manejar el recurso con intensificación, diversificación de cultivos y monitoreando su biología a lo largo del proceso”, resumió.
Al final de la jornada, Marcelo Arriola, asesor y Director Adjunto del Sistema de Chacras de Aapresid, dio cierre al panel. “El monocultivo y el exceso de barbechos hace que hoy tengamos una gran cantidad de problemas físicos en los suelos”. Frente a esto, la solución no viene de la mano de mover el suelo con labranzas. Esta práctica no hace más que aumentar fuertemente la combustión, la superficie de exposición de sus agregados, aumentando su oxigenación. Si bien inmediatamente esto provoca un rápida disponibilidad de nutrientes, el lado “B” es que se liberan partículas finas, por ejemplo de limo, que van formando estructuras laminares y capas densas que agravan la situación.
Muy distinto es hacerle frente a los problemas con una batería diversa de cultivos, incluyendo gramíneas en la rotación, favoreciendo la agregación biológica, gracias en parte a la acción de Globulinas. La Chacra Pergamino, en 9 años de experiencia, puede dar fe de esto: “a medida que intensificamos más, damos más comida al suelo, más Carbono, por ende más macro agregación, y empieza a haber reconstrucción de suelos”. “Necesitamos ya empezar a pensar fuertemente en diversificación, en cultivos de servicios, el problema es físico pero la solución es absolutamente biológica”, cerró.
Primicias Rurales
Fuente: C. Aapresid