Al Presidente de la Nación ya le había pasado hace algunos meses que, al hablar de lechería, aportaba datos que no tenían nada que ver con la realidad. No conforme con equivocarse una vez, este domingo lo volvió a hacer.
Vayamos hacia atrás en el tiempo. En la campaña de 2019 Alberto Fernández habló por primera vez del campo en julio, al visitar la ciudad de Rafaela junto al candidato a la Gobernación de Santa Fe, Omar Perotti. En ese momento recordó que se habían conocido cuando uno era Jefe de Gabinete de Ministros y el otro Intendente, cuando a la par del conflicto de la 125 por derechos de exportación el sector lechero entraba en una de sus mayores crisis, la que desencadenó el inicio de pagos de compensaciones, cuyo desenlace obviamente no fue bueno por diferentes motivos.
En aquella, su única visita a Rafaela, Alberto además de haber expuesto que “el mayor productor de dólares que tenemos hoy en día es lo que exporta el campo, así que lo que nosotros tenemos que hacer es tratar de ver el modo en que ellos puedan ver favorecida la producción y las condiciones para exportar”, al mismo tiempo reconocía que no sabía nada del sector lechero, que debió ponerse al tanto en aquel momento convulsionado para poder gestionar ayudas a los tamberos, que se cerraron varios dirigentes un domingo frío y gris en la Quinta de Olivos y que se oficializaron días después en la Casa Rosada.
Parece que en estos 14 años, el ahora titular del Ejecutivo Nacional no aprendió nada de uno de los segmentos productivos más característicos de nuestro país, teniendo en cuenta las declaraciones que volvió a hacer este fin de semana en el diario Página 12.
Este es el textual sobre lechería, que agregó en una nota donde hace referencia a la situación de Vicentin con errores ya ligados a la legislación sobre concursos y quiebras. “Que en Argentina haya una gran empresa láctea, que concentra muchísimo el mercado lácteo, es la consecuencia de que hubo una época en que se cerraron 27 mil tambos en Argentina. El resultado es la concentración. Y que la leche se traslade irracionalmente cientos de kilómetros desde donde se produce, hasta donde se pasteuriza y luego hasta donde se consume, es irracional. Lo que tendríamos que estar trabajando, y lo estamos intentando, es en un proceso que empiece a romper esas lógicas oligopólicas”.
Dato por dato
Hoy el que no sabe es porque no quiere, no hace falta tener una enciclopedia en casa, ir a una biblioteca y disponer de mucho tiempo para investigar un dato, porque desde cualquier dispositivo con Google en sólo unos minutos se pueden contrastar los aspectos fundamentales de cualquier tema.
Lo primero que hay que decir es que a diferencia de otros sectores productivos en nuestro país, la lechería no tiene monopolios. Quizá muchos confundan eso con marcas conocidas y muy bien consideradas por los consumidores, pero nada tiene que ver con el real reparto del mercado.
El Presidente debe creer que tener el 12,1 por ciento (3,7 millones de litros procesados por día) de participación total hace a Mastellone Hermanos ser un gigante, sin embargo está Saputo por detrás con 11,8 por ciento (3,6 millones) compartiendo un liderazgo que no los hace abarcar todas las heladeras. Williner en el tercer lugar con 4,4 por ciento y 1,3 millones de litros diarios cubre el podio para luego dar lugar a una seguidilla de firmas que se reparten algo más de dos puntos porcentuales del mercado hasta llegar al décimo lugar, incluyedo a Noal, Nestlé, Verónica, Tregar, Adecoagro, Milkaut y Corlasa, de una tabla que entre 24 industrias abarcan sólo al 59,4 por ciento del total del procesamiento y venta de lácteos en el país.
El listado contiene a las grandes, pero también a muchísimas pymes de diferentes localidad y provincias del país, que no sólo venden en sus regiones directas de influencia, sino que trasladan sus productos por grandes distancias.
El siguiente punto sobre el cual aporta un dato muy errado es sobre el cierre de tambos. Dice el Presidente sin sonrojarse que fueron 27 mil tambos tambos cerrados “en una época”, que no define. Lo llamativo es que si hubiesen cerrado tantas unidades productivas en el país la actividad ya casi no existiría. Cierto es que la política ha hecho mucho para deteriorla, pero teniendo en cuenta los datos oficiales que destacan que en el año 1988 había 30.500 tambos, que en 1996 eran 22 mil, que en el año 2000 quedaban 16 mil, dos años después 13 mil, que en 2017 había 11.326 tambos y que a diciembre de 2021 se contabilizaron 10.125 tambos, claramente la cifra expuesta por Fernández no tiene asidero alguno.
Si no sabe cuántos lugares en Argentina ordeñan vacas, mucho menos podemos pedir que sepa el mandatario sobre el aumento de la productividad, la influencia de las inversiones en genética, genómica o infraestructura y tecnología.
Luego vuelve el Presidente a relatar algo falso, porque no recorrer el país hace que no sepa que hay plantas industriales lecheras en todo el país, con más concentración en las zonas de más productividad, pero claramente no sabe que leche, queso, dulce de leche, manteca y tantas cosas más se producen en todo el país, que eso precisa de mano de obra, aunque sostenga que “hay un empresariado que se desentiende de la situación de la gente”
Cree Alberto que la materia prima se translada “irracionalmente cientos de kilómetros desde donde se produce, hasta donde se pasteuriza y luego hasta donde se consume”. Debe pensar entonces que la leche de un tambo en Arroyo Algodón en Córdoba, de Suardi en Santa Fe, de Nogoyá en Entre Ríos, o de Henderson en Buenos Aires viaja sólo a General Rodríguez para convertirse en un queso untable que después se vende en todo el país.
El señor que vive en la Quinta de Olivos empieza hablando de monopolio y termina su referencia respecto a “lógicas oligopólicas”.
La confusión es mucha para alguien que no tomó ninguna decisión por ejemplo para evitar que en los últimos años unos cuatro millones de litros que procesaban las tres principales empresas se hayan volcado al mercado negro, que sea la informalidad la única parte de la economía que crece y que perjudica a un sector formal que sostiene a muchísimos puestos de trabajo y a uno de los gremios más poderosos económicamente del país.
Algo que se superó hace años es debatir los números de la lechería, porque existe a partir de datos oficiales el procesamiento e interpretación de los mismos en el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), que se pueden consultar abiertamente y por cualquiera que tenga inquietudes de este tipo.
Del mismo modo, es dable esperar que un Presidente hable de los temas consultando los informes internos que elabora su propio Gobierno, sus funcionarios, pero sobre todo cuando ya se cometieron graves errores discursivos hace algunos meses y ahora se cae en los mismos desaciertos y se le agrega una decoración que profundiza más la falsedad de los mismos.
Que Alberto Fernández reitera equivocaciones está a la vista, con la puesta en marcha de medidas que no funcionaron antes y siguen sin hacerlo, pero lo que demuestra esta entrevista del domingo en Página 12 es que hay algo que claramente no hace el Presidente.
Decir que en la lechería hay un monopolio habla de una persona que no entra a un supermercado hace años, que no compra hace décadas nada en un mercadito de barrio, en un almacen, para ver que la oferta es variada, que se compone de muchas marcas regionales según el lugar del país donde cada uno esté, pero sobre todo que no le permite entender el motivo por el que la gente se ve cada vez más afectada por la inflación, por lo cual compran cada vez menos y productos más baratos.
La falta de contacto con la realidad no le ofrece al Presidente la oportunidad de ver cómo desde la gestión de su vicepresendente actual, pero en el cargo de primera mandataria, el sector lechero argentino no deja de sumar litros a la oferta del Programa Precios Cuidados, de padecer los precios máximos, de intentar sostener exportaciones, pero sobre todo de tener un deterioro año tras año en los balances de las empresas, esas que son acusadas de especular y tener ganancias extraordinarias, esas que son las que siguen apostando todos los días a seguir dando trabajo, a aportar alimentos a la vapuleada mesa de los argentinos, a enfrentar las sopresas negativas que la política les ofrece todos los días.
Es mucho pedirle al Presidente que se ensucie de bosta los zapatos y que visite un ordeño de madrugada en un tambo, es demasiado invitarlo a ponerse cofia, casco y guardapolvo para entender el proceso de la leche en una industria láctea, pero lo mínimo que como sociedad podemos solicitar es que quienes gobiernan entiendan de lo que hablan, se comuniquen con las personas que tienen a cargo de cada sector y no crispen más el vínculo con quienes supuestamente representan.
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Fuente: Agrofy News