Almorzar en un refugio en medio de los esteros, dormir la siesta en un catre a la sombra de un gran timbó, almorzar mbaipy (plato tradicional en base a harina de maíz), pasear en canoa a botador o tirados por caballos y contemplar la fauna silvestre, con carpinchos, yacarés, ciervos y zorros, entre otros, es sólo parte de la maravillosa aventura que ofrece este humedal de la provincia de Corrientes, uno de los más grandes del mundo.
Todos allí hablan de la creciente afluencia de turistas a este pueblo de casi 6.000 habitantes y de su transformación en los últimos años, con el despliegue de un plan de gestión para el desarrollo local, con eje en la “producción de la naturaleza y la revalorización de la cultura local“.
Los lugareños orientan ahora sus emprendimientos a productos o servicios para el visitante y la economía local cambió y creció; así que muchos de los que pensaban marcharse en búsqueda de oportunidades decidieron quedarse.
Esta puerta de entrada a los esteros gestó su recuperación en los últimos años gracias a múltiples factores, como el trabajo de la Fundación Rewilding Argentina, una ONG que junto a la Administración de Parques Nacionales, el Gobierno de Corrientes y entidades nacionales y provinciales, dio impulso al turismo de naturaleza en áreas protegidas.
Ese renacer incluye la puesta en valor de sus museos, el resurgir de su gastronomía típica y la inclusión de sus habitantes en la oferta de servicios y productos para el turista; todo eso y más, muy cerca de los esteros, donde la naturaleza se despliega con todo su esplendor.
Únicos e inigualables, los amaneceres y atardeceres en el Iberá (“agua brillante”, en guaraní) presentan una postal de esteros, bañados, fauna silvestre, camalotes, juncos, variedad de otras plantas acuáticas y, por la noche, un manto de estrellas deslumbrante.
La hoja de ruta del visitante a este portal puede incluir un paseo en canoa o lancha a botador por los esteros, desde donde lo usual es contemplar carpinchos, yacarés, algún ciervo y zorros, y siempre una variedad de coloridas aves, además de la vegetación típica de los esteros, entre camalotes y pastizales.
Cabalgatas, caminatas y travesías en kayaks pueden ser también parte del itinerario, así como un almuerzo en el refugio “Lechuza Cuá” (“cueva de lechuza”, en guaraní) en medio de los esteros, una casita construída con paredes de “pirí” (junco) y techo de paja colorada, donde se puede saborear la gastronomía autóctona y dormir la siesta en un catre, a la sombra de un gran timbó.
Hasta el lugar se llega con guía, en canoa por los esteros y allí se encuentra todo para cocinar: olla de hierro, cocina a leña, vajilla, agua con bomba manual para refrescarse y un baño ecológico; además, los catres para quienes eligen pasar la noche, como a veces lo hacen los kayakistas, cuenta a Télam Juan Aguirre, de la Fundación Rewilding.
La función de Aguirre en la reserva es hacer de nexo entre las comunidades y esta ONG conservacionista que trabaja para la reintroducción de especies que estaban extintas en Corrientes o amenazadas, como el yaguareté, el oso hormiguero y el guacamayo rojo, entre otras, y en la recuperación los ecosistemas naturales.
“Les informamos a los propietarios de los campos y a aquellos que tienen emprendimientos turísticos sobre los proyectos en los que estamos trabajando, buscamos concientizar, las expectativas de tener en libertad un predador tope, como el yaguareté, entre otras cosas”, detalla Juan sobre su tarea.
“Les informamos a los propietarios de los campos y a aquellos que tienen emprendimientos turísticos sobre los proyectos en los que estamos trabajando, buscamos concientizar, las expectativas de tener en libertad un predador tope, como el yaguareté, entre otras cosas”
Oriundo de un pequeño paraje cercano, recuerda la tragedia de los incendios del verano pasado y celebra “la recuperación rápida”, pero asegura que “aún hay mucha sequía, el nivel del agua es muy bajo y no es posible navegar en lanchas, sólo en kayak o canoa tirada por un caballo”.
Para contar con toda la información sobre el Parque Iberá, su flora, fauna y la vida de sus pobladores, es fundamental visitar el Centro de Interpretación, donde Juan Moreira invita a recorrer con fotos, mapas e historia el antes, el ahora y lo que vendrá.
“Es un privilegio, concientizar y valorizar la identidad, tradición y cultura mi pueblo”, expresa en diálogo con Télam.
Destaca el trabajo conjunto de los estados nacional y provincial y la ONG, “con un mismo objetivo, que es cuidar y proteger nuestro patrimonio, porque estamos produciendo naturaleza”.
“Los viajeros que llegan a Concepción del Yaguareté Corá, para nosotros no son turistas, son bendiciones”, afirma Juan, y cuenta que antes, los jóvenes se iban a buscar oportunidades en otras ciudades, “pero ahora cambiamos el desarraigo por la oportunidad de quedarnos en casa”.
Coincide con Saúl Aguirre, guía en el Museo Temático Infantil “La Pilarcita”, un espacio creado por la escritora correntina Marily Morales Segovia, que alberga una colección de más de 400 muñecas en honor a la pequeña Pilar Zaracho, una niña santificada por la comunidad.
“Éramos un pueblo olvidado”, dice a Télam este técnico superior en Turismo, y destaca que “en los últimos años se está llevando una verdadera política de Estado para revalorizar Concepción“.
En el pueblo se puede caminar por sus calles arenosas, a la sombra de su arboleda majestuosa en plazas y veredas pobladas de lapachos, timbós, ceibos y jacarandás, y visitar los otros museos, como el Histórico y el de Campo y la Vida Rural Correntina, y disfrutar de algún espectáculo de Chamamé.
Otra experiencia singular para el visitante es saborear la gastronomía local en la casa de una familia. En una vivienda humilde y sencilla, los vecinos ofician de anfitriones para pequeños grupos de turistas, por eso de brindar calidad, ante todo.
En lo de Vanesa Fariña, la mesa está glamorosamente servida en el quincho de su patio. Preparó sopa paraguaya de entrada, soó chirirí (asado a leña en olla de hierro) y de postre mamón en almíbar con queso.
Mientras sirve, con su delantal de “Cocinera del Iberá”, cuenta a Télam que todas sus recetas le recuerdan su niñez, fueron heredadas de su abuela, “y cocinarlas es un homenaje a ella”.
Reina Sandoval también cocina para los turistas y los recibe en su casa. En su vereda, un rústico cartel de madera promueve el emprendimiento “Lo de Reina”, donde ofrece el tradicional mbaipy, entre otras delicias.
Asegura que “ama” cocinar y que el oficio fue además la herramienta para alimentar a sus hijos, y “lo sigue siendo”.
Vanesa no oculta su mirada a futuro y expresa que “más adelante, cuando pueda, voy a construir ahí unas cabañitas para alquilar a los turistas”, señalando su gran patio.
La mujer, avezada en la elaboración de platos típicos, describe tímidamente un proyecto a futuro, señal de esperanza en su pueblo que revive, como los yaguaretés.
Concepción del Yaguareté Corá, a 190 kilómetros de la capital de Corrientes, remonta al pasado y a una riquísima historia, que alude a Manuel Belgrano y al Tamborcito de Tacuarí.
El Gran Parque Iberá (700 mil hectáreas) está conformado por el Parque Nacional y el Parque Provincial, en tanto toda la Reserva Natural del Iberá incluye estas dos áreas protegidas más tierras privadas, con lo que suma un total de 1.300.000 hectáreas.