Por Agustín Sánchez Sorondo, director de operaciones de Agrology.
Buenos Aires, 28 noviembre (PR/22) — El sector agropecuario está definido por dos tiempos que actúan en simultáneo: los biológicos, que a su vez están inmersos en variables económicas y política. Esto convierte al campo en un negocio muy interesante, amado, complejo y demandante, en el que existen muchos factores que escapan del control del productor y que terminan incidiendo en el famoso margen bruto por hectárea.
En esa línea, las condiciones de la campaña 2022-2023 se parecen mucho a una técnica usada en la lucha libre y conocida popularmente como “La Doble Nelson”, una posición en la cual el ejecutor inmoviliza al rival para causarle dolor e inducirlo a la rendición, trabándole el cuello, la muñeca y un brazo. Así se siente hoy el productor agropecuario argentino, acorralado por variables macroeconómicas, políticas y climáticas que no puede manejar y que ponen a su rentabilidad en una situación asfixiante.
Las dos campañas previas al 2022-2023 habían sido de buenos rindes y costos directos competitivos, lo cual generó precios de alquileres en alza. Los productores siguieron apostando al contexto internacional favorable y los buenos precios de los commodities, entendiendo que estos dos factores ayudarían a solventar los costos sin mayores problemas.
Pero en el horizonte se asomó la tormenta perfecta. Así como el mundo nos ofrece precios de commodities en alza post pandemia, otras variables como la guerra de Ucrania, los problemas logísticos internacionales y el disparo del precio de fertilizantes (insumo clave en el agro argentino), entre otras circunstancias, comenzaron a comprimir cada vez más el Margen Bruto por hectárea.
Como si fuera poco, el clima no ayudó. Las lluvias acumuladas a noviembre de 2022 llegan a tan solo un 45% del promedio histórico para la zona productora del país. Los cultivos de fina (Trigo y Cebada) en casi toda la zona productiva están comprometidos. La campaña pasada, la bolsa de Cereales de Rosario pronosticó en esta fecha 23 millones de toneladas, y este año llevamos tan solo 11.8 millones de toneladas, es decir, la mitad.
Cuando nos preguntamos cuánto afecta la lluvia en esta época, podemos tomar la siguiente regla lógica. En los lugares donde llovió 30 mm, se puede asumir que ese cultivo podrá mejorar 500 kg/ha. A precios de hoy, equivale a una sobre facturación entre 150 a 180 usd/ha (aproximadamente 5 usd el mm de agua). Es evidente que las lluvias juegan un papel decisivo sobre los márgenes.
Analizando los datos de Agrology, la comunidad que aglomera a más de 5 millones de hectáreas agrícolas en Argentina, el productor promedio invirtió en esta campaña 600 usd/ha para el trigo y cebada en insumos y labores, siendo el fertilizante el insumo más importante, llegando a los 350 usd/ha. Si a esa inversión le agregamos un alquiler promedio de 300 usd/ha, más un costo de cosecha de USD 60/ha llegamos a unos costos directos de 960 usd/ha. Tomando el precio de Trigo a 300 usd/tn, el productor debe tener un rendimiento de 3.200 kilos/ha para cubrir sus gastos directos (lo llamamos rinde de indiferencia).
Los primeros datos de rendimiento promedio en Agrology están rondando los 2000 kilos/ha, y más de 50.000 hectáreas que están siendo pastoreadas o quemadas porque directamente no pueden cosecharse. Sale más caro cosechar que el rendimiento que se puede obtener.
En el siguiente gráfico puede observarse la evolución de la relación Insumo – Producto entre el precio de la urea y el precio del trigo, fuente de la comunidad Agrology de los 3 últimos años, y claramente notamos que este año llegamos a la siembra con la peor relación de la historia (con picos de 4,5), y aunque ahora notemos ciertas mejoras, la falta de precipitaciones termina acentuando esta problemática. Tomamos al fertilizante por su alto peso especifico en los costos directos.
Para resumir, el productor argentino no controla precio de venta, no controla precio de compra, solo puede ser eficiente en la producción. Pero el año que no llueve y sin amortiguadores de parte del Estado, el negocio queda muy comprometido, no todos lo resisten y los más chicos son los más perjudicados. Es por eso que este año el campo argentino fue víctima de La Doble Nelson, en un contexto donde encima la siembra gruesa viene muy retrasada en avance y las perspectivas de lluvias para las próximas semanas tampoco son muy alentadoras.
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